Escritos con Z
Escritos de Agustina Cúneo
Por Escaramuza / Viernes 09 de julio de 2021

Agustina es estudiante de Arquitectura, tiene 24 años e integra el espacio literario para jóvenes La burbuja. Compartimos algunas de sus composiciones en «Escritos con Z», una columna dedicada a la producción escrita de jóvenes nacidos entre 1994 y 2010: la Generación Z
Mi nombre es Agustina, tengo 24 años y soy
estudiante de Arquitectura. Cuando me pidieron que hiciera una autobiografía
supe que se me iba a complicar, me caracterizo por no hablar mucho de mi —diciendo esto ya estoy diciendo un montón—. Escribo porque creo que con esta herramienta
podemos cambiar un poquito este mundo roto o, en el peor de los casos, crear
nuevos.
Cáscara de bananas, forros usados,
la mitad de las bolsas abiertas y después de tres minutos, la primera caja de
cartón.
—¡¿Que hacés?! ¡Estoy laburando!— gritó la Lore,
desde el fondo del contenedor después de ser golpeada por un envase
de vidrio que tiró un tipo que pasaba.
—Negra, ¡me asustaste! ¿Por qué no te dedicás
a la prostitución en vez de andar todo el día revolviendo basura?
La Lore con la cara cubierta de yerba, las manos impregnadas de olor a
injusticia y la única caja de cartón que encontró, mira para
arriba, hace contacto visual con el tipo que sale corriendo intentando que la
lluvia no lo moje y que el viento no le rompa el privilegio. Ya era la quinta
vez en el día que la insultaban, y vinieron siete más.
Después de recorrer todos los contenedores de Cno. Maldonado, se encuentra
con Brisa, Gastón y Nicolás, todos tirados en la única cama de
la casa. Los platos de la noche anterior seguían sucios,
igual que casi toda la ropa, los pisos y una de las orejas de Titán, que ya
arrancaba a desprender olor.
—¿Hicieron los deberes?— pregunta la Lore, temblando, mientras se
envuelve en una manta y le da la teta a Brisa. Por varios minutos no se escucha
nada más que el ruido de la lluvia golpeando el techo de chapa.
—¿Qué mierda es lo que les pasa? ¿Por qué no me responden? Lo único que
tienen que hacer en su vida es hacer los deberes y ayudarme un poco con la casa
y se pasan todo el día tirados, no son capaces ni de cambiarle los
pañales a su hermana. ¿Qué mierda es lo que tengo que hacer para que se den
cuenta que si no van a la escuela y no hacen los putos deberes el mundo los va
a pasar por arriba?
Gastón y Nicolás intercambian una sonrisa cómplice, de esas
que intentan, desesperadamente, esconder tristeza o ansiedad. Brisa vomita y
comienza a llorar.
Me encantaría hacer lo mismo que vos Bri, susurra la Lore
después de leer un WhatsApp de alguien agendado como «Señor Ciudad Vieja»,
que dice «Te encuentro a las 23:30 en la misma esquina de siempre, tengo $400».
Gastón con la voz entrecortada mira a su madre y le pregunta. Esta
noche te vas otra vez ma, ¿no?
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Cómo decir te
quiero sin que pienses
que muero de miedo de dolerte
y de ganas de besarte,
que espero volver a cruzarnos
y que encuentres en mis brazos
todo lo que tu casa no puede
darte.
Que no quiero perderte,
pero tampoco pretendo tenerte,
—eso sería
demasiado egoísta de mi parte—.
Que te deseo como a nadie
pero que nadie pueden ser otras
personas,
y que está bien si vos
también deseas a nadie.
No quiero que pienses que todo
esto
empieza a parecerse a una
relación.
Cómo decir te
quiero sin atarte;
si nos bombardean con banderas
que proclaman igualdad
y yo solo te encuentro, y me
encuentro
en la diversidad.
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La contraseña del wifi sigue
siendo la misma,
Rita está un poco más grande
seguro todavía te
reconoce,
no le tengas miedo.
Cuando te quieras ir de nuevo,
acordate de cerrar el gas
y bajar la persiana
pero no del todo,
así no se mueren
las plantas.
Si podés llevate tu mate,
el cepillo de dientes
y el olor a humedad que odio
—hace que me piquen los ojos
todas la noches—.
Igual tranqui, casi todo sigue
igual
salvo el balcón,
tené cuidado,
no salgas
ahora
hay precipicio.
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—Tranquila, no tengas miedo—
Cinco años: me amé tanto que
amaba todo.
A los seis entré a primaria:
me arrancaron el amor a mí y el amor al otro.
Siete: mami, Felipe me
empujo y me dio contra la pared muy fuerte
y después la maestra
me rezongó a mí
porque Felipe le dijo que yo lo
empujé antes.
Mami, es verdad que yo empujé a
Felipe,
pero él primero me cortó el pelo,
y la maestra me dijo que las
nenas no empujan
que las nenas no pegan.
Ocho: Investigan intento de
femicidio en Montevideo, la mujer está en CTI.
Era la vecina de los caramelos.
Nueve: me enseñaron que tener
orgasmo
entre peluches
estaba mal, que no podía hacerlo más.
Diez: por primera vez le
gritaron a mi cuerpo de niña,
que culo tenés, cuando seas
grande vas a estar bien buena.
Once: ya no sé quien soy.
—Tranquila, no tengas miedo—.
La muerte prematura de nuestra infancia,
hoy son ojos que gritan ayuda,
mientras todo tu cuerpo calla respuestas.
Es el mismo que me reconoce por la calle
Porque soy la lesbiana de la cuadra,
pero no se entera que el pibe que duerme afuera, en la esquina,
anoche se cagó de frío.
—Tranquila, no tengas miedo—.
mientras nuestras infancias se evaporan,
sus privilegios no parecen disminuir,
los discursos son siempre los mismos,
matan
siguen matando.
—Tranquila, no tengas miedo—.
Esos monstruos mudos,
silenciosos,
que no dan respuestas,
que nos desgarraron la niñez,
que están en la calle, en el trabajo,
que son la policía,
que pueden ser tu padre,
seguramente estén también acá,
ahora.
Así que tranquila,
no tengas miedo.