Columnas
Hoy murió David Lynch, quien además de ser un gran cineasta, incursionó en la música, las artes visuales y la actuación. Y en la escritura. Lo recordamos con una reseña de su magnífico libro Atrapa el pez dorado. Meditación, conciencia y creatividad (2022). Surge también una ligación con textos de Julia Cameron, Dani Umpi y Jeff Tweedy que da cuenta de distintas técnicas para la práctica artística, que, en Lynch, se relacionaba estrechamente con la meditación.
Sobre Nadar perrito y Bruno a las patadas, dos libros infantiles de la autora argentina Florencia Gattari (1976), pero también en plena búsqueda por desentrañar la escritura para la infancia, en la materialidad de la pura lengua y sin depender necesariamente de grandes aventuras.
Cartas escritas en un avión, cartas que aprehenden una temporalidad diferente en la que se materializa lo imposible. La artista británica Celia Paul (1959) ha sabido corresponderse en ausencia con su admirada Gwen Jhon (1876-1939). Según Gabriela, «ese cariño que traspasa el tiempo y la distancia y se suspende en las ideas es de las cosas más hermosas».
Tras meses de intenso trabajo escénico, el dúo AniMale vuelve con un texto que explora la sonoridad del mundo a cuatro oídos y a cuatro manos: «Hay cosas que soy capaz de escuchar y que no suenan. Quizás de eso se trata una escucha que se mueve más allá del sentido que la contiene, una escucha plurisensorial».
Sobre pilas de libros y el destino que es la biblioteca, Alejandra Kamiya evoca los libros de su vida. La escritora argentina, que estará este viernes en la VIII Noche de las Librerías en Escaramuza, reconoce la disparidad aparente de esos libros: «El lugar en donde se juntan soy yo. El lugar donde Maeve Brennan dialoga con Haroldo Conti soy yo. Yo dejando de ser apenas yo, sino parte de algo grande, una parte ínfima, casi nada pero parte».
Con la consigna de que nada de lo vivo nos debería ser ajeno, Jesús Cano Reyes aboga «por una literatura que en lugar de mirar hacia dentro mire hacia fuera, no solo a nuestros congéneres, sino a todos los seres vivos que pueblan el planeta». Un buen insumo para algunas de las actividades de la Noche de las Librerías el próximo viernes 8.
«Paisajes ocultos, cuando lo cotidiano no coincide consigo mismo» fue el taller que dictaron Gonzalo Baz y Claudio Burguez en Escaramuza este invierno. Recogemos algunos de los textos resultantes de esa experiencia inmersiva, que se liga de formas subterráneas con la propia experimentación de estos autores. Escriben Pabloski y Emilia Estela.
Un legado que invita a «dejarnos poseer por los fantasmas del pasado para lograr la imaginación de futuros. Practicando ejercicios de anacronismo podemos llegar a una inspiración catalizadora para poder encontrar las genealogías que nos lleven a desbloquear la imaginación política»: Julia Ramírez ofrece un panorama de la obra inagotable de Mark Fisher (1968-2017).
«Formé, con los años, una colección de libros que nadie quiere. Por rotos, por inclasificables, por estúpidos, por específicos»: escribe Gabriela Escobar a propósito de los libros de su vida. Un ensayo en el que se derrumban las distinciones entre alta y baja literatura, al tiempo que se evidencia la familiaridad con el libro impreso en toda su magnitud.
Hace dos años, publicábamos un acercamiento a La vegetariana, de la coreana Han Kang, reciente ganadora del premio Nobel de Literatura 2024. Sheila Pérez Murcia proponía una lectura desde el ecofeminismo y el vegetarianismo. Recuperamos este texto del archivo de Intervalo.
«No queremos un sistema que atienda los padecimientos que él mismo genera, sino que debemos transformar al sistema para que no nos enferme»: con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, la psicóloga Cecilia Baroni escribe un texto lúcido e imprescindible.
«¿Qué es lo que hace una lectura en una? ¿Qué es lo que provoca la admiración que se mezcla y confunde con el amor?»: un ensayo sobre las cartas entre la poeta argentina Diana Bellesi y la norteamericana Ursula K. Le Guin. Sobre conjuras poéticas y conexiones de desiertos y ríos distantes, pero en mundos allegados.
Porque alguien tenía que hacerlo, José se mete con un hit de los ochenta en el que afloraban violencias de todo tipo: «Aquella, la de Tito, la del depósito sucio, la de los mimos, ha muerto. Esta mujer que pareciera gozar sin culpa no es la hermana de la Coneja, es otra, es ella. Y eso pareciera imperdonable».
«Yo he perdido el tiempo literario de manera bestial», reconoce María Gainza ante nuestra propuesta de escribir sobre los libros de la vida. La autora argentina, que acaba de lanzar Un puñado de flechas (2024), una nueva colección de textos inclasificables y geniales, se da el gusto de escribir no sobre libros, sino sobre revistas, ese bagaje tan sugerente y propio de una época pasada. Y sobre enormes coffetable books.
La escritora colombiana, finalista del Premio Biblioteca de Narrativa Colombiana en 2015 y ganadora del Premio Casa de las Américas en 2014, acaba de publicar El afuera, un ensayo que abre preguntas sobre el exterior, eso que es estímulo y amenaza. Conversamos con ella en torno al libro y la actualidad de sus asuntos.