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En mi mayor

Bob Mould: Viendo la luz y su sombra

Por Tüssi Dematteis / Viernes 28 de setiembre de 2018
Foto: Catherine McGann

Bob Mould es un músico estadounidense, conocido por su actividad en las bandas indies Hüsker Dü y Sugar que, junto a Sonic Youth, Black Flag y Dinosaur Jr. fueron la banda sonora de la juventud de los ochenta y noventa alrededor del mundo. Tüssi Dematteis repasa su vida luego de leer una autobiografía llena de autoconocimiento y frustración por la separación de Hüsker Dü, un proyecto que, según Mould tendría que haber seguido sonando.

Si bien no puede considerársele para nada como alguien olvidado o perdido en los remolinos de la historia del rock, se puede argumentar que —al menos en términos masivos— el mundo todavía no le ha reconocido a Bob Mould la auténtica dimensión de su aporte musical al frente de la banda de punk-hardcore (entre otras cosas) Hüsker Dü. Quizá esa falta de un auténtico reconocimiento lo llevó a escribir en compañía de Michael Azerrad (quién puede considerarse como el biógrafo oficial del rock alternativo de fines del siglo pasado), See A Little Light: The Trail of Rage and Melody, un libro con el que describe sus búsquedas personales y creativas, al mismo tiempo que le ajusta las cuentas a medio mundo, incluyendo a sí mismo.

Foto: Deborah Feingold

Parte de una generación magnífica del rock estadounidense, la que conocemos como indie (por ‘independiente’) y que incluyó a bandas tan formidables como Black Flag, Sonic Youth, Big Black, Violent Femmes y Dinosaur Jr., Hüsker Dü fue —tal vez junto a R.E.M. y The Replacements— la más influyente de sus coetáneas —su combinación de ruido violento, melodías pop y letras confesionales definirían el ADN del rock independiente hasta el día de hoy—, pero se disolvieron en 1987, a causa de una pelea entre Mould y Grant Hart, baterista y segundo compositor de la banda, justo cuando el éxito masivo podía verse en el horizonte.

Hüsker Dü por Steve Hengstler

Aunque Mould rehizo su carrera musical como solista y formó otro grupo —Sugar— que fue mucho más exitoso que Hüsker Dü (aunque menos prestigioso), el músico parece no haber superado nunca el colapso de su banda original, ni haberle perdonado a Grant Hart la adicción a las drogas que motivó su conflicto. See A Little Light dedica muchas páginas a describir la decepción y el rencor que le produjo a Mould el fin de la banda y a dejar en claro la culpa que le adjudica a Hart, pero no consigue ser convincente en su retrato excesivamente negativo del baterista —al fin y al cabo la principal víctima de su adicción y con una carrera solista mucho menos notoria—, y termina en cambio presentándose a sí mismo como alguien inflexible, gratuitamente vengativo (es notable el desprecio con el que narra los problemas de su ex compañero musical y la crueldad de sus rechazos a los intentos de acercamiento por parte de este) y con un trauma al respecto del que no parece ser consciente a pesar de sus largas reflexiones de autoanálisis, que en varios pasajes terminan siendo más que nada declaraciones autojustificativas.
Es una pena que esta sensación de egocentrismo dolorido y revanchista prime sobre las secciones que tratan de Hüsker Dü (y que para los melómanos son las más interesantes), porque el relato vital de Mould, tiene un montón de aristas únicas y mucho más positivas. Porque See A Little Light es también la historia de un adolescente homosexual de un pequeño pueblo de Minnesota, que se escapó de su violenta familia, e introdujo en el más bien machista y violento punk hardcore —por aquel entonces convertido en una competencia de velocidad musical, vandalismo escénico e insultos a Ronald Reagan— un gran sentido de la melodía, amor por la psicodelia y una particular vulnerabilidad lírica que sería imitada hasta el hartazgo. Y también es la historia del activista de los derechos gay que salió del closet a principios de los años noventa, que combatió su personalidad depresiva, abandonó el alcohol y las drogas y se reinventó como compositor electrónico y fisiculturista, negándose siempre a apelar a la nostalgia o a sus encarnaciones del pasado, activo y en búsqueda hasta el día de hoy.

Foto: Kris Connor

Aparentemente Mould y Hart hicieron las paces durante los últimos años de vida del baterista, que murió de cáncer de hígado en el 2017, y Mould lo despidió con palabras muy sentidas y creíbles. Por desgracia, el libro, editado en el 2011, no llega a incluir esta reconciliación y respeto final, terminando no con el arribo a esa pequeña luz que menciona en su título, sino girando frecuentemente en los engranajes oscuros y reverberantes del resentimiento. Pero, bueno, tampoco prometía cerrar su historia, ni cerrarla con una nota feliz.

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