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cuestión de palabras

Decímelo claro

Por Silvana Tanzi / Lunes 11 de diciembre de 2017
Foto: Mauro Martella
En este espacio, Silvana Tanzi y María Eugenia Martínez exponen ciertos tropiezos que pueden cometerse a la hora de escribir. A partir de anécdotas lingüísticas, nos invitan a aprender piques y reflexionar juntos sobre nuestro idioma. ¿Qué les parece si hoy nos proponemos dejar de dar rodeos cuando escribimos y nos expresamos con claridad? Silvana Tanzi nos aconseja cómo hacerlo en esta nota.

«Es más fácil atrapar un conejo que un lector», sentenciaba Gabriel García Márquez en sus consejos de escritura. La recomendación le hubiera venido bien a quien escribió esto:

«Se podría decir que la temática que trataremos en este artículo es importante para comprender las diferentes transformaciones que se han vivenciado a lo largo de los años en relación a la problemática del área de estudio».

Bueno, si así empieza el artículo, solo se leerá por obligación. Quien lo escribió usó muchas palabras para decir muy poco. Vamos a simplificarlo con la fórmula «menos es más»:

Se podría decir que la temática El tema que trataremos en de este artículo es importante para comprender las diferentes transformaciones que se han vivenciado a lo largo de los años en relación a la problemática del área de estudio.

Podar lo que sobra: es el consejo que dan todos los buenos escritores. Evitar rodeos del tipo «se podría decir que». En lugar de anunciar, ¿por qué no decirlo? También evitar palabras como «temática» o «problemática» (que están de moda), o cambiarlas por otras más precisas que apunten al tema o a los problemas. Las palabras precisas ayudan a entender y recordar el texto.

Otra moda: usar el verbo (inventado) «vivenciar». Hay mucha gente que está «vivenciando problemáticas». O abusar del «diferentes»: viajó por diferentes ciudades, habló con diferentes personas... O escribir: «a lo largo de los años», ¿en serio es necesario?

Otro consejo: «Escribe con sangre, como si la tinta fuera tan valiosa que no la pudieras desperdiciar». Es del escritor norteamericano Denis Johnson (1949-2017). Él escribía con sangre. Y qué bien lo hacía.

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