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Recomendaciones libreras

Lo mejor en libros del 2022

Por Escaramuza / Martes 20 de diciembre de 2022

Una selección hecha por las allegadas y los allegados de la casa. Los libros del 2022 (y rescates del pasado, porque amerita). Un libro nacional y otro internacional según Alicia Migdal, Sheila Pérez Murcia, José Miguel Onaindia, Silvana Tanzi, Rocío Schiappapietra, Gera Ferreira, Natalia Zito, Facu Rojí y Damián González Bertolino. 

Celebramos que en esta lista de los mejores del año no se repite ni una obra. Eso habla de la efervescencia del mundo editorial, a pesar de la coyuntura. Multitud de editoriales, multitud de escritoras y escritores en actividad. Y rescates del pasado, porque no todo obedece a la novedad. 

Tal profusión también habla de una apuesta por voces que no son centrales, en todos los sentidos posibles: geográfico, político, de género literario, de identidad de género, de sensibilidades disidentes. Imposible prever cómo se verá el 2022 a la distancia. Tal vez haya sí un rasgo que aúne estos libros y, de la mano del Nobel a Annie Ernaux, sea la multiplicidad de rumbos del mundo editorial y el coraje en las escrituras. Y la avidez por la lectura.

Alicia Migdal: «Me quedo en el Río de la Plata»

En Uruguay y por el sello Ginko, el minuano Leonardo de León publicó La vida intrusa. Un experimento de fluir de la conciencia que no tiene antecedentes así por estas tierras. Lo banal y lo trascendente, el acto mínimo de vivir y el máximo de escribir, o de tratar de hacer ambas cosas, son presentados en frases breves sin aparente conexión pero con un indudable atractivo por esa enumeración que, sin darnos cuenta, va creciendo a ritmo sosegado y nos hace conocer a un hombre empapado de literatura, su vida, su familia, sus casi amores, su celebración de la amistad como sustento de vida y sus pavores frente al suicidio. 

Ariana Harwick es argentina y vive en alguna zona rural de Francia. Anagrama publicó este año con el título de Trilogía de la pasión, sus tres nouvelles (2012-2015) con el tema obsesivo de la maternidad convulsiva y del asco de escribir. Esta escritora de 45 años asusta desde el primer párrafo.

La primera nouvelle, Matate, amor, fue dirigida en teatro por Marilu Marini con Erika Rivas como antagonista del mundo. Producida por Martin Scorsese llegará al cine con Jennifer Lawrence como protagonista desquiciadamente lúcida, incómoda y salvaje. Antes, la novela sufrió el escrutinio de un juez en Francia, preocupado por esta mala madre de la literatura que él suponía mala madre en el llamado mundo real. Todo un tema para la discusión ficcional, la socorrida literatura del yo y su nunca acabada confusión.

[Portadas de La vida intrusa y Trilogía de la pasión].


José Miguel Onaindia

Parestesia, de Lorena Spatakis (Fin de siglo, 2022): una visión desprejuiciada de la maternidad, de los mandatos que marcan el rol de la mujer en la burguesía actual. Bien escrito, ágil, con humor. Una literatura del yo que desborda los márgenes que suelen encerrar al género. Una bienvenida incorporación a la nutrida nueva narrativa uruguaya en una especie de la literatura (¿autoficción feminista?) que ha sido consagrada con el Nobel para la francesa Annie Ernaux. 

Un tal González, de Sergio del Molino (Alfaguara, 2022): los vuelos prolongados provocan lecturas inesperadas. Conocí al autor como brillante periodista del diario El País de España y me animé a un género que no frecuento: «narrativa basada en hechos reales». El largo período histórico que abarca el ascenso, el gobierno y el prolongado liderazgo de Felipe González están contados con destreza, con una estructura literaria dinámica, que huye de la cronología sucesiva y permite recordar o descubrir los acontecimientos que marcaron ese largo período histórico que aún no ha concluido. La conversión de un país autoritario y atrasado en su desarrollo económico en un estado democrático moderno, inserto en el mundo, con altos índices de crecimiento. Un testimonio de que los cambios son posibles. 

[Portadas de Parestesia y Un tal González]


Silvana Tanzi 

En literatura nacional es difícil elegir un solo libro porque fue un año fructífero con muy buenas publicaciones. Voy a seleccionar el debut como novelista de Gabriela Escobar con su título Si las cosas fuesen como son (Criatura, 2022; Premio Onetti de Narrativa 2021). Es una historia pequeña e íntima, pero con la complejidad de los vaivenes de la memoria y los ecos del pasado. Con una trama fragmentaria y llena de silencios, Escobar, que es poeta, sabe narrar a través de las imágenes. Hay que festejar su llegada a la narrativa. 

En literatura internacional me impactó mucho Ustedes brillan en lo oscuro (Páginas de Espuma, 2022), un libro de cuentos de la escritora boliviana Liliana Colanzi, que ganó el Premio de Narrativa Breve Ribera del Duero 2022. Son cuentos que atraviesan el tiempo porque pueden instalarse tanto en una caverna misteriosa y ancestral como en la realidad cruda y actual del barrio marginal La Yereta. Los personajes se pueden llamar el Moko o el Yoni o ser mitológicos, andinos o de ciencia ficción. Colanzi cuenta historias brutales que a la vez pueden ser poéticas y sensoriales. Un libro muy recomendable y una escritora para seguirle el rastro. 

[Portadas de Si las cosas fuesen como son y Ustedes brillan en lo oscuro].


Sheila Pérez Murcia

Elegir una publicación nacional para recomendar este año sería injusto: la literatura uruguaya llega con dificultad y escasez a las librerías españolas. Anotadas quedan las novedades de Milagros Lagarejo, Magdalena Portillo o Claudia Campos.

Mi gran descubrimiento este 2022 fue la escritora Clara Obligado. En mi lista de lecturas pendientes desde que publicó Todo lo que crece, germinó malvones/geranios en mis recuerdos y transformó el (des)arraigo en claveles de aire. También me devolvió a María Zambrano. Sin embargo, si tuviese que recomendar un libro sería Los planetas fantasma (Tusquets, 2022), de la joven poeta sevillana Rosa Berbel. «Hemos llegado tarde. La casa está en ruinas.» ¿Es todavía posible la poesía en tiempos de cambio climático? Las temperaturas aumentan y se prevé un verano tórrido en Uruguay, sequía otra vez; casi puedo observar y sentir, en su acepción más táctil, el deterioro de paisajes naturales, culturales y afectivos. Los versos de Rosa Berbel me retienen mientras ensanchan lo decible, lo pensable: «Hemos llegado hasta aquí y ahora debemos / continuar con los ritos, / beber del mismo vaso, proteger el futuro de las desolaciones del lenguaje.» Late, pujante, la utopía: «Si renunciamos por completo / al horizonte / todavía podremos ir al mar.»


[Portadas de Todo lo que crece y Los planetas fantasma].


Rocío Schiappapietra

«Experiencia es saber que lo que vivimos se muere con nosotros» dice un epígrafe de Alberto Restuccia. Luego del incendio pandémico hay que tener la valentía de imaginar mundos posibles, distopías, digresiones que oxigenen la rumia mental. 

Para armar mundos posibles se precisan palabras con las que pensar, contruir y concretar ideas. Mariana Olivera logra, en su Desplazamiento hacia el rojo (Sujetos editores, 2022), convocar un lunfardo de los feminismos en el que basta lo cotidiano y la experiencia subjetiva para narrar con belleza y ritmo la hostilidad patriarcal que permea al maternar, desear, trabajar y vincularse sexoafectivamente. Moralistas del lenguaje, abstenerse. 

En la novela Los optimistas (Sexto Piso, 2022, Trad. A. Echevarría), Rebecca Makkai, su autora, se anima a lo políticamente incorrecto contando una historia que no le pertenece, en una localización que también le es extraña a la temática del SIDA. Entre el Chicago de los 80 y un París actual, un grupo de amigos homosexuales conviven con la muerte propiamente dicha y con las secuelas de la muerte social que produce la segregación y el abandono. Frente a eso, el optimismo, la lucha por las causas íntimas y la fraternidad de los amigos que en el encuentro concretan mejores mundos posibles. 

[Portadas de Desplazamiento hacia el rojo y Los optimistas].


Gera Ferreira

La revolución de las flâneuses, de Anna M. Iglesias (Wunderkammer, 2019), porque se trata de un libro que puede (y hasta debe) leerse junto con Tiemblen, las brujas hemos vuelto: artivismo, teatralidad y performance en el 8M, de la uruguaya Yanina Vidal (HUM, 2020), porque ambos ensayos invitan a salir | a apropiarse | a resignificar | a registrar | a insubordinar la calle, en especial a las mujeres, reivindicándolas como paseantes incómodas desde la presencialidad en el espacio urbano, y utilizando el activismo como herramienta, en virtud de continuar con la lucha frente la invisibilidad histórica, en el reclamo de voz propia, de mirar sin ser vistas, de tener y ejercer la libertad de diálogo y de denunciar las múltiples formas de violencia física y simbólica que el sistema patriarcal ejerce. Con estilos diferentes, ambas investigaciones fueron realizadas por académicas de calibre y fueron escritas y publicadas antes de la pandemia. Para el caso de Iglesias, que es española, el texto ha corrido otra suerte y su difusión ha sido copiosa y estimulante, al punto que me animaría a decir que pueda convertirse en lectura obligada (si ya no lo es) de cara a un futuro no lejano. Bienvenidas sean.

[Portadas de Tiemblen: las brujas hemos vueltoLa revolución de las flâneuses].


Natalia Zito

Soy difícil como lectora, pocos libros me atrapan al cien por cien, pero cuando ocurre, soy pura algarabía. Este año me pasó poco, solo algunos libros se quedaron conmigo. Entre ellos, Ginebra, de la escritora argentina nacida en Chile, Silvia Hopenhayn, y Voyager, de la escritora chilena Nona Fernández. 

Ginebra (Alfaguara, 2018) es la historia del exilio de una nena en los albores de la adolescencia, que debe huir de Argentina junto a su familia durante la dictadura militar. Es el testimonio del desgarro y, al mismo tiempo, del zambullirse en un idioma y una cultura desconocidas; es la historia de su forma de aprender a nadar otra vez, la prueba de cómo nos construimos nuestra propia lengua. 

Voyager (Random House, 2019) es una crónica que ofrece un interesante hilván entre dos formas de acompañar. Por un lado, la madre de la cronista en medio de ausencias y vaivenes de la memoria se realiza, en compañía de su hija, distintos estudios neurológicos. Por otro lado, su participación en la campaña por la memoria histórica de Chile, «La constelación de los caídos», que consistió en la asignación de una estrella a cada uno de los caídos en Calama, asesinados durante la dictadura de Pinochet.

[Portadas de Voyager y Ginebra]


Facundo Rojí Sanseviero

El ladrido del tigre, de Osvaldo Baigorria (Blatt & Ríos, 2022). La vida en el delta de Tigre durante la pandemia: ese es el escenario que tiene como protagonista principal al narrador/escritor que busca en una de las islas el entorno propicio para el aislamiento. Con una herencia a cuestas, intenta solventarse un pequeño plan cotidiano que incluye leer, escribir, habitar la naturaleza y conocer de cerca a los lugareños del Delta. En estos paisajes marcados por los pantanos, la vida del rio y la fauna del lugar, comienzan una serie de hallazgos y rumores sobre desapariciones/asesinatos. Con las bajadas y las crecidas, van apareciendo huesos de animales, de humanos. Las sospechas del escritor/narrador, recaen en su propio vecino, naturalista y practicante umbanda, una especie de gurú sanador, especialista en plantas medicinales locales y organizador de fiestas/rituales. El estupor del pueblo es absoluto cuando, de forma inexplicable, desaparecen los siete perros y la esposa del gurú. Con este entorno y la fluidez de su escritura, Baigorria nos pasea por la tensión del terror, la intriga del policial y, a la vez, reflexiona sobre la experiencia de habitar la isla en plena pandemia.

En el libro Vaquera invertida, de McKenzie Wark, editado por Caja Negra (2022), nos encontramos con una autobiografía («sexual», en palabras de Paul Preciado) que narra el camino híbrido, múltiple, del propio deseo en tanto la autora australiana nos cuenta su experiencia como mujer trans, haciendo explotar y redefiniendo todas esas categorías de mármol, como el sexo, el género, los roles, la masculinidad. Su forma expansiva de escritura busca mostrar lo opaco de la experiencia sexual desbordada, sin limites. Como la lava volcánica, líquido caliente e incontenible, Wark nos sumerge en su propia carne, en lo erótico del encuentro con otras pieles, tensando hasta el desgarro la constante disputa con el modelo binario. Durante el libro, la autora evoca las primeras señales de feminidad sobre su cuerpo, sus «intentos fallidos» por ser gay y hétero, los rituales de salida temporaria de la masculinidad. Para eso se vale del relato de sus propias citas, combinando el contexto histórico y social de la época (el hippismo de los sesenta y el glam de los setenta) en un cruce entre historia y biografia que enriquece el debate sobre qué tan condicionados estamos, quiénes somos y ofrece un «yo» visto como un cocktail de personalidades (sexuales) opacas y cambiantes.

[Portadas de El ladrido del tigre y Vaquera invertida]. 


Damián González Bertolino

A nivel nacional, este fue el año de dejar atrás una vieja deuda. Así comencé a adentrarme en la obra de Alberto Methol Ferré, y el principio fue uno de sus títulos más célebres: El Uruguay como problema. Deslumbrante... Publicado en 1967, tiene para nuestra cultura una fuerza oracular irresistible. Más de medio siglo después, dice mucho acerca de las causas de la relación ambigua con nuestros gigantes vecinos, de la alta tasa de suicidios, de las taras de las letras vernáculas, o de la última y decepcionante actuación en la Copa del Mundo.

Entre las obras extranjeras, señalo dos cuyas afinidades y disonancias hacen de su lectura conjunta una experiencia sumamente aleccionante. Se trata de La soberanía del bien (1970), de Iris Murdoch, y de La fragilidad del bien (1986), de Martha Nussbaum. Ya sea partiendo de Platón o revisando a Eurípides y Sófocles, ambas autoras se internan en los laberintos más incómodos de la filosofía moral para arrojar sobre nuestras posibles decisiones un atisbo de claridad. Esperar, atender con los sentidos despiertos y reducir el imperio del Yo; o por otra parte pensar qué peso específico debe tener lo afectivo a la hora de decidir entre diferentes sistemas de valores. He ahí algunas de las claves.

[Portadas de El Uruguay como problema y The Sovereignty of Good].

Colaboradores

Alicia Migdal

Sheila Pérez Murcia

Silvana Tanzi

Facundo Rojí Sanseviero

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