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Los cinco recomendados de Manuela Sosa Methol

Por Manuela Sosa Methol / Miércoles 26 de abril de 2023
Manuela en Escaramuza. Foto: Sol Kutner.
Cinco grandes libros de escrituras de nuestro continente recomendados por Manuela, o Manu, librera de la casa. Cinco preciosidades que vale la pena leer con el mismo detenimiento y fascinación con los que Manu insta a la lectura. 

Estas cinco recomendaciones han sido seleccionadas bajo la línea de «escrituras latinoamericanas». Asumo tal etiqueta como compleja y en estado de tensión, y espero que no se tome, de ningún modo, como una forma inequívoca de agrupar o clasificar textos. «Escrituras latinoamericanas», en este caso, no es más que una estela difusa que acompaña la lectura de estos libros.  


Luz en lo oscuro, de Gloria Anzaldúa (hekht, 2021).

Luz en lo oscuro, de la escritora chicana Gloria Anzaldúa, es un ensayo poético, una autohistoria-teoría, un texto polimórfico que habita la oscuridad de las fronteras y se resiste a todo intento homogeneizante y académico de uniformar o emprolijar su lectura. El trabajo editorial de hekht es sumamente destacable (lxs invito a explorar su maravilloso catálogo). En esta oportunidad, la editorial nos ofrece la primera traducción al español de este texto escrito en inglés, español y náhuatl. 

Brillante y fundamental, en Luz en lo oscuro se desarrollan las principales propuestas filosófico-teóricas de Anzaldúa, a través de una escritura poética que oscila entre el ensayo y el testimonio autobiográfico. Su escritura es un accionar político que nace del cuerpo que no puede tolerar más su sistemático adiestramiento: el cuerpo-mujer, el cuerpo-racializado, el cuerpo-colonizado. La autora plantea la necesidad de construir nuevos relatos, nuevas narrativas, nuevas mitologías, que nos permitan crear colectivamente nuevas formas de habitar el mundo, desligadas del binarismo jerarquizante del pensamiento occidental, heterosexual, blanco y patriarcal. 

«Decolonizar la identidad consiste en desaprender etiquetas de identidad; significa desaprender la “realidad” consensual», dice Anzaldúa. A través de una reinterpretación del mito y de la simbología de Coyolxauhqui y La Llorona, la autora nos invita a destruir los modos normativos y opresivos de categorizar la realidad, de interpretar nuestra historia y de construir nuestra identidad. Luz en lo oscuro es un potente dispositivo político que aniquila los modos tradicionales, inmóviles y unidireccionales de producir conocimiento, proponiendo formas decolonizadoras y despatriarcalizadoras de construir la identidad y la realidad que queremos habitar.  


La ola, de Liliana Colanzi (Montacerdos, 2014).

En estos cuentos nos aguarda una bestia cuya boca emana un aliento que nos aterra pero, irremediablemente, nos absorbe e interpela. Es una sombra expansiva que fácilmente se desliza dentro de nuestro cuerpo, revelando asociaciones insospechadas, fantasías olvidadas. Es el hipnotismo del horror, su descarnada honestidad. En este libro, la boliviana Liliana Colanzi coloca la emoción humana en la mesa de disección, la abre en dos y expone la ferocidad de sus órganos. Leerlo es atravesar un túnel carnoso, es dejase abducir por un coro de personajes, experiencias y sensaciones que conducen a la lectora, al lector, a la espiral de su propia oscuridad interior. Es, como le ocurre a un personaje, «quedarme dormida y ver lo que se escondía detrás de la oscuridad de los ojos». Y es, sobre todo, una experiencia reveladora, un escalofrío que esclarece. Hay aquí una madre cuyo ojo obsesivo y castigador vigila y huele las manos y bombachas de su hija, una nana ayorea que conoce la persistencia de los muertos, una anciana que esconde en su demencia senil un rencor umbilical que despierta en su hijo instintos matricidas. Hay todo un repertorio temático en el que lo apocalíptico, lo catastrófico y lo mortífero se expande como una gran ola de agua ancestral, cargada, a menudo, de los augurios y las advertencias de nuestros antepasados. 

En La ola, la ficción se asume como sustancia autónoma que, desde una distancia no tan lejana, nos revela las condiciones de la realidad. Una mujer se detiene «frente al espejo para recordar por última vez que la realidad es el reflejo del cristal y no lo otro, lo que se esconde detrás». Lo que se esconde detrás, sin embargo, termina inevitablemente absorbiéndolo todo. Lxs invito a dejarse absorber: el resultado es inolvidable. 



El corazón del daño, de María Negroni (Penguin, 2021).

El corazón del daño es un texto vivo, fuerte, luminoso, que, por lo tanto e inevitablemente, tiende a la muerte, al silencio, a la oscuridad. Tal es la paradoja de la existencia y de la escritura, y la exploración que hace la argentina María Negroni en estas cautivadoras páginas. «Voy a crear lo que me sucedió», dice Clarice Lispector, y sus palabras recoge Negroni para comenzar su libro. En efecto, este texto construye la vida en su propio flujo textual, y, al mismo tiempo, cuestiona la veracidad o la utilidad de tal construcción. «Qué es el lenguaje» y «qué es escribir» son las incógnitas que el texto se pregunta a sí mismo: «Escribir sería […] enfrentarse a un rostro que no amanece», o «esforzarse por agotar el decir para llegar más rápido al silencio», o «tirar del hilo de la madeja de lo que no se sabe, para hilar con eso un pensamiento ciego”.  

El lenguaje de Negroni brilla porque es consciente de su oscuridad, se asume inasible, insuficiente, ciego, se abastece de lo que Pizarnik llama «la tenebrosa / ambigüedad del lenguaje» (Pizarnik, Sala de psicopatología). Dice la narradora: «Desde lo alto, la realidad se puede inventar. También se puede ver cómo es: imposible». La realidad es imposible, y «La verdad es un armario lleno de sombras». Sobre estas premisas se alza un texto poderoso.  

Decir que este es un libro sin anécdota no sería del todo correcto. Lo que ocurre es que la anécdota acontece como un efecto adyacente de la propia exploración del lenguaje. Y lo que acontece es una vida entera: la infancia, el exilio, la militancia, la resistencia, el retorno, el derrumbe, la reconstrucción. Y, sobre todo, la Madre: figura central, compleja, monopólica, contradictoria, angustiante y, a la vez imprescindible. El libro se presenta a sí mismo como una ofrenda a la Madre (con mayúscula): la exploración del lenguaje no puede darse sino como exploración del vínculo materno, porque «Siempre se busca la noche originaria». En la Madre está el origen del lenguaje, el nacimiento de la vida, y también la muerte: «Mi madre: la ocupación más ferviente y más dañina de mi vida». «Mi madre fue siempre la dueña del lenguaje», «con sus palabras mordaces […] adivinaba la sombra de las cosas, el sarro del pensamiento». 

El corazón del daño es un libro descarnado y febril cuya lectura deja la sensación de haber atravesado una importante experiencia vital. La oscuridad del lenguaje, la insuficiencia de la verdad, la espesura de la memoria, son los temas que este libro hila alrededor de la figura materna, dadora de vida y de palabra. 



Una cierva colgando de la trampa, de Lourdes Peruchena (Hurí Arte y Edición, 2022).

Este libro fue para mí un descubrimiento hermoso y estremecedor. Hurí es una editorial coloniense cuyo trabajo es admirable: Una cierva colgando de la trampa es un libro bellísimamente cuidado. La voz de la poeta e historiadora uruguaya Lourdes Peruchena hace su aparición como una fuerte ráfaga de viento que esparce a su paso trozos densos de significado, que nosotras, sus lectoras y lectores, debemos recoger y masticar con la conciencia de que nos estamos embebiendo de un material poroso y primitivo. Los poemas de este libro se leen con el pulso de las venas. Hay algo que acecha en estas páginas. Un impulso primitivo, eterno: el cazador que espera, la cierva que huye. La dialéctica cazadora-cazada se vuelve un dilema irresoluble, una tensión interna que es la condición misma de la vida. 

Saberse una misma la cazadora, en la irremediable y fatídica condición de estar siempre siendo cazada, que es la condición de existir. El acecho de saberse viva: «la fauce tremebunda / de la vida / abierta / caníbal». Existir es sentir ese acecho invisible, constante, de la fauce de la vida, el vaho asfixiante de su boca de bestia omnipresente que duele y amenaza. Sin embargo, la sangre de la víctima se confunde con la del victimario, hay una continuidad entre ser «la cuerda / o (…) ser verdugo». Tal es la dependencia de los contrarios, el conflicto entre esa dependencia que los asocia y la oposición que los separa. La vida necesita a la muerte para definirse, la cazadora y la cazada son entidades dependientes de una forma tensa y dolorosa: «estoy en la cacería / huelo el rastro de quien huele mi rastro / los tobillos quebrados impiden la huida». Saberse viva es asimilar esa situación oximorónica, irresoluble. Con un ritmo poético vertiginoso, propio de la situación de caza, la poesía de Lourdes Peruchena presenta una belleza sublime y desgarradora. Leerla es sumergirse en un río caudaloso.



Cuentos para los hombres que son todavía niños, de Teresa Wilms Montt (Alquimia, 2022).

Teresa Wilms Montt fue una escritora chilena de principios del siglo XX y una figura hipnótica y compleja. Lxs invito a explorarla: hallarán en ella un espejo sin fondo. Los cuentos de este libro, publicado por primera vez hace más de cien años, tienen un aire de leyenda, de profecía, de canto susurrado por el inconsciente en la penumbra del sueño. «Venid acá, hermanos. […] Quiero refrescar vuestros corazones escépticos, cargados de tiempo, tocándolos con la varita mágica de la Fantasía»: así la narradora invoca a lxs lectorxs, como a un grupo de niñxs, reunidos en círculo sus oídos anhelantes, aguardando quietecitos el mundo oscuro, onírico y profético en el que los cuentos de Wilms Montt los sumergirá. 

Lo fantasmagórico se hace presente como una vía de acceso a un conocimiento oculto: el conocimiento del ser. Por ejemplo, como una muñeca alucinada que despierta de su mudez y se pregunta por la muerte y por los niños, o como el humo del incienso que evoca una infancia chilena en la que se conocen el duelo y el terror. Hay también aquí una notoria impronta feminista, un canto de reconocimiento y denuncia del lamento aprisionado de las mujeres, del dolor colectivo del sometimiento. Este libro es el espectro de una llama que ilumina e hipnotiza. Su ritmo poético y su profundidad filosófica lo convierten en una lectura indispensable. 

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