Daria Galateria, la autora italiana nacida en el cincuenta, nos cuenta en este fascinante y curioso libro las historias de veinticuatro escritores cuyas vidas —por decisión, obligación o circunstancia— se vieron enfrentados a realizar tareas que nada tenían que ver con el acto de escribir.

De Kafka a Bukowski, de Jack London a De Saint -Exupéry, de Colette a Boris Vian, una serie de microbiografías que nos permiten asomarnos a las vidas de una serie de hombres —solo Colette representa al género femenino— que pasaron a la historia por sus escritos.

En algunos casos sus trabajos anodinos o extremos —Kafka y Jack London serían quizá los más representativos de dicho abanico de tareas— les resultaron liberadores por permitirles un salario y tiempo libre, o fueron un tormento para sus físicos y su libertad creadora.

En casi todos ellos, esos trabajos fueron material para su escritura, los Once cuentos de Klondike de London son un ejemplo claro, aunque, en la mayoría de los casos, el conocer gente, mezclarse con los integrantes de la sociedad o el trato humano directo fue el abono para fertilizar sus obras.

Dashiell Hammett trabajó de detective para la famosa Pinkerton antes de crear a Sam Spade; Raymond Chandler trabajó como contador de una empresa petrolera que terminó siendo altamente corrupta, por lo cual no es difícil deducir el maltrato que hace de las clases altas en sus novelas, pintándolos como frívolos, avaros, inmorales o estúpidos.

Thomas Edward Lawrence es otro ejemplo claro. Irlandés de nacimiento, mezcló la arqueología con el servicio secreto inglés en sus tareas que lo llevaron a vivir a Arabia.

En síntesis, un recorrido ameno, sin pretensiones de ser biografías, sino simplemente contarnos a qué se dedicaban algunos escritores para ganarse la vida y que de algún modo echa luz sobre sus obras.

Una pequeña joyita.