Manifiesto
Por Escaramuza / Sábado 25 de mayo de 2024
Ilustración: Angelina Montero.
Hemos llegado para compartir
aprendizajes,
para enseñar aprendiendo,
para pensar juntos,
para compartir nuestras
búsquedas,
para unir lo viejo, lo
nuevo, lo posible,
para jugar.
Hemos llegado para ofrecer lo que somos
y tomar lo que hay para seguir aprendiendo.
Hemos llegado para construir libertades.
Hemos llegado para explorar,
para compartir lo que
sabemos sobre autorregulación del aprendizaje,
para abrir puertas donde
antes hubo obstáculos,
para disfrutar,
para hacer cosas porque
sí,
para visibilizar
barreras,
para construir saberes que
tienen tiempos distintos,
para demostrar que una
ciudad que aprende transforma una librería café en un Laboratorio de Lectura.
Sabemos que la ciudad es un
espacio de aprendizaje y que es en la escuela integrada a la comunidad donde se
fortalecen las experiencias educativas.
Sabemos que una ciudad que
aprende cuida sus espacios públicos, sus plazas, sus fachadas.
Sabemos que vivimos
en el mejor de los tiempos: el nuestro.
Sabemos que el conocimiento está
en todas partes.
Sabemos que enseñar es un gesto
de generosidad.
Sabemos que aprender es
transformarse y, por lo tanto, exige valentía y esfuerzo.
Sabemos que aprender es costoso.
Sabemos que en una ciudad que
educa suceden espacios abiertos al intercambio entre maestros, científicos,
estudiantes, grandes y jóvenes.
Sabemos que a aprender
activamente se enseña y se aprende, y que la autorregulación del aprendizaje no
se desarrolla de un día para el otro.
Sabemos que la lectura
estructura el pensamiento y que necesitamos lectores críticos.
Sabemos que el gusto por la
literatura también se comparte.
Sabemos que las escuelas son las
guardianas de saberes necesarios para la preservación de la civilización.
Sabemos que el conocimiento
sobre cómo se aprende a leer debe ser democratizado.
Sabemos que a convivir se enseña
y se aprende.
Sabemos que las historias sanan
porque el héroe, antes de serlo, tuvo que atravesar obstáculos.
Sabemos que las escuelas son
lugares preciados.
Sabemos que hay niños y niñas
que piensan que leer no es para ellas. Que aprender no es para ellas.
Sabemos que leer es hermoso.
Sabemos que el aula es un
espacio complejo y necesitamos más conocimiento para mejorar las experiencias
educativas.
Sabemos que las palabras tienen
el poder de cambiar el mundo,
que cada libro es un refugio y
una aventura,
que los versos susurran secretos
y los cuentos nos unen en un tejido común de humanidad.
Sabemos que luchamos contra nuestro tiempo, contra los molinos de
viento, las urgencias, la inminencia y la dopamina. Contra la dispersión y la
velocidad. También sabemos que vale la pena
Trabajamos para comer,
para acompañar
aprendizajes,
para contagiar la alegría
y también el alivio y la fuerza que surgen de la creación, del descubrimiento
de la propia capacidad.
Trabajamos para una escuela
inclusiva,
para enseñar a leer y a
escribir,
para los niños y las niñas,
para que los jóvenes no
se vayan de las aulas,
para construir puentes,
generar lenguajes comunes, fomentar aprendizajes colaborativos.
Trabajamos para que más personas
gobiernen su aprendizaje, que la educación nos construya.
Trabajamos para que cada aula sea un
jardín de ideas,
para que la curiosidad sea el
motor de cada estudiante,
para que el conocimiento
florezca en cada rincón de nuestras escuelas.
Trabajamos para democratizar el
acceso a la evidencia científica en educación. Para que cada día haya más
ciencia basada en las aulas.
Trabajamos para que descubran el poder de una imagen, la hondura de
una palabra, la compañía de una historia
Queremos escuelas con
tiempo,
tiempo libre,
tiempo para encontrarnos,
tiempo de juego,
Queremos enamorarnos como Elizabeth en
"Orgullo y Prejuicio".
Queremos que los
patios de las escuelas sean bellos, con plantas frondosas que animen a quienes los habitan.
Queremos menos likes.
Queremos hacer más cosas con
nuestras manos.
Queremos que la pelota sea de
todos y de todas,
que las niñas aprendan
matemáticas a la par de los varones,
que las escuelas sean parte de la
comunidad en la que están instaladas.
Queremos paz,
educación pública de
calidad en cada barrio,
inclusión educativa,
que se enseñe a amar el
conocimiento.
Queremos escuelas que
aprendan,
más espacios donde hablar sobre
lo que sucede en las aulas,
Queremos que las
emociones entren al aula y no para ser controladas,
más ciencia basada en lo que pasa
en el aula,
más recursos para la educación.
Queremos que la atención vuelva a
los libros, a las historias.
Queremos estudiantes
críticos,
honestidad intelectual.
Queremos que el acceso a educación
de calidad no esté condicionado al barrio donde tocó nacer.
Queremos que la política
educativa trascienda los gobiernos y sea un tema de estado.
Queremos más centros
educativos diseñados para ser lo que son, pensados para que el aprendizaje
suceda.
Queremos infraestructura de
calidad.
Queremos más charlas mientras
le sacamos punta al lápiz.
Queremos más escritura a
mano.
Queremos que las palabras sean
puentes y no muros,
que la imaginación sea cultivada
como el más preciado de los jardines,
que cada niño y niña sienta que
el conocimiento es un tesoro al alcance de su mano.
Queremos que puedan gobernar su
aprendizaje.
Denunciamos que muchos estudiantes
se sienten inseguros en los centros educativos,
denunciamos los reels,
la estupidez organizada
la segregación territorial,
que las bibliotecas no son
espacios de penitencia,
denunciamos la velocidad.
Denunciamos a los gurús de la
educación.
Denunciamos la imposición de ideas.
Denunciamos la cancelación.
Denunciamos la pedagogía
compasional.
Denunciamos las historias
pulcras.
Denunciamos la homogeneidad.
Denunciamos la falta de
valoración al trabajo docente.
Denunciamos cansancio.
Denunciamos la hiperactividad
Denunciamos los niños y niñas
con agenda
Denunciamos a quienes usan la
crisis para instalar discursos vacuos.
Denunciamos la violencia
simbólica que deviene en exclusión educativa.
Denunciamos la no participación
de los y las estudiantes.
Denunciamos los libros
impolutos.
Denunciamos la inercia.
Denunciamos los finales felices,
los razonamientos lineales.
Denunciamos a los aburridos.
Denunciamos la falta de
aburrimiento.
Denunciamos el utilitarismo.
Denunciamos a quienes se ahorran
las palabras difíciles.
Denunciamos que el aprendizaje
no debe ser una carrera contra el reloj,
que cada mente tiene su propio
ritmo y belleza,
que la verdadera educación
cultiva, no apresura.
Hemos venido a construir un mundo
donde aprender sea un acto de amor,
donde cada libro sea una ventana
abierta,
donde cada lección sea una
invitación a la aventura de saber más.
Anunciamos que el conocimiento será
un bien común,
que la colaboración reemplazará
la competencia.
Anunciamos el encuentro.
Anunciamos un tiempo en que la
diversidad sea celebrada,
donde cada voz encuentre su eco y
cada historia su oyente.
Anunciamos más
bibliotecas y escuelas que aprendan.
Anunciamos una ciudad
que aprende.
Anunciamos un
laboratorio de lectura que nos encontrará pensando aprendizajes.