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Literatura infantil para adultos

Monstruos favoritos

Por Virginia Mórtola / Miércoles 30 de junio de 2021
Ilustración del libro «Donde viven los monstruos», de Maurice Sendak
Desde culturas ancestrales hasta la actualidad, la figura del monstruo es una constante en mitologías y cosmovisiones de diferentes culturas. También lo es en la literatura infantil, que muestra y advierte a través del cuerpo deshumanizado. Virginia Mórtola repasa algunos de sus monstruos favoritos; ¿cuáles son los tuyos?

Bosques con ramas alargadas o de un verde frondoso, rincones recónditos y aquellos que viven en las casas, grutas perdidas, castillos abandonados, mares inmensos, laberintos, roperos y oscuridades: escenarios donde acechan los monstruos. Han sido guardianes de pasajes, puertas, puentes y tesoros. Aguardan escondidos y esperan al héroe al final de su viaje. Y el héroe es héroe gracias al monstruo, se potencian mutuamente, se necesitan. Las historias de la tradición oral, los mitos, los cuentos de todos los tiempos ofrecen grandes espacios para ellos. Antagonistas fundamentales y motores de la acción. Son una presencia que nos paraliza y, a la vez, provocan el vértigo de la fascinación: el horror es un imán. 

A través de la historia el ser humano ha abordado sus miedos atávicos dándole forma a aquello que lo atemoriza creando cuerpos y rostros a lo que ronda en la oscuridad de los límites de su conocimiento. Cuerpos y rostros desmesurados que erizan los pelos. El monstruo requiere de una imagen. Desde el verbo latino monstrare, el monstruo es una muestra: se muestra bajo la condición de lo monstruoso. Es un espectáculo (monstrare) y, a la vez, señal divina (monere), advertencia.  Es a través de esas representaciones del terror que el ser humano puede ponerle rostro a aquello que desconoce, que le inquieta pero que al mismo tiempo lo seduce y lo provoca, el miedo siempre ha de tener algo de fascinante. 

Los monstruos de la mitología griega son de los más famosos. El Cíclope: gigante de un solo ojo; Medusa: una especie de sirena con serpientes sobre su cabeza a modo de cabellos; Cerbero: un perro gigante con tres cabezas y cola de serpiente; la Hidra: un monstruo acuático con tres cabezas de serpiente; el Minotauro: que poseía cuerpo de humano y cabeza de toro.  Algunos escritores han dedicado toda su vida a  la creación de extraños y demoníacos personajes que se meten con fuerza en nuestras pesadillas. Frankenstein, Drácula, el mítico hombre lobo y el monstruo del lago Ness. ustedes, lectores, estarán recordando varios, seguro. 

«Las brujas». Ilustración de Quentin Blake

Si tuviera que elegir mis monstruos favoritos de la literatura infantil, me vería en una situación muy muy muy difícil.  Pero no dejaría afuera a las brujas, muy malvadas y monstruosas. Y dentro de todas las miles de brujas molestas, elijo las de Roald Dahl:  Las brujas (1983). Estas, no llevan sombreros ridículos, capas negras y no andan montadas en escobas. Son verdaderas, usan ropa normal, viven en casas normales y tienen trabajos normales. Viven entre nosotros y no podemos identificarlas, eso es muy  aterrador, porque la amenaza puede estar en todos lados. Se organizan para destruir a los niños. Hasta que a uno de ellos le es revelada la forma que tienen debajo de sus disfraces: son calvas, tienen dedos delgados y garras que disimulan con guantes.

En Coraline (2002), de Neil Gaiman, hay un terrible  personaje que provoca mucho miedo: «la otra mamá». Vive detrás de la puerta de la nueva casa a la que se muda Coraline, la niña protagonista. Y es una reproducción exacta de la real, pero más atenta, complaciente, un poco más delgada, sus uñas son negras y curvas, y lo más importante: tienen botones en lugar de ojos. Toda esa bondad es un engaño para seducir a la niña y convencerla para dejarse coser unos botones en sus ojos iguales a los de ella. La forma de araña patuda gigante, cada vez más delgada, que aparece cuando se enoja, porque Coraline no acepta sus regalos, es tremendamente escalofriante y también nos lleva a preguntarnos qué se esconde bajo el exceso de la generosidad.

«El grúfalo». Ilustración de Alex Scheffer

No se confundan con el El grúfalo (1999), escrito por Julia Donalson, ilustrado por Alex Sheffler. El ratón dice que tiene terribles colmillos, garras afiladas, dientes terribles en su terrible boca  y una verruga venenosa en la punta de la nariz. Todos los animales del bosque huyen cuando lo ven. Pero bajo esa apariencia monstruosa, vive un ser temeroso y  tierno. 

No me simpatizan para nada dos de los perezosos y antipáticos monstruos del cuento Los tres monstruos, de David MacKee (Ekaré, 2005). Mi favorito de este cuento, es el tercer monstruo, amarillo, que llega en un bote y al que estos dos primeros, lo ven asqueroso, feo y abusan de él sin saber que el recién llegado es inteligente y amable. Y al final de la historia los engañados son quienes creen engañar. 

Pero, sin dudas, mi gran favorito de todos los monstruos más monstruosos es Max, el rey de los monstruos de Donde viven los monstruos (1963), de Maurice Sendak. La noche en que Max se puso su traje de lobo y empezó a hacer travesuras de una clase y de otra. La misma noche en que lo mandaron a la cama, nació un bosque en su habitación. Creció y creció. Y Max se marchó hasta el lugar donde viven los monstruos. «Ellos rugieron sus rugidos terribles, y crujieron sus dientes terribles y movieron sus ojos terribles y mostraron sus garras terribles.» Hasta que Max los amansó mirando a sus ojos amarillos de monstruos y se asustaron. Y lo hicieron el rey de los monstruos. Y armaron una fiesta.

¿Y cuáles son sus monstruos favoritos?

«Los tres monstruos». Ilustración de David McKee

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