«Reitero mi dolor y profundo arrepentimiento por las acciones que producto de mi imprudencia se generaron en la mañana de hoy», dijo el senador Daniel Bianchi después de chocar tres autos y de incendiar el suyo el 21 de enero en Punta del Este. Vaya forma de empezar el año.

Su frase sirve como ejemplo, no para hacer lo mismo, sino para detenernos en una palabra mal empleada y que se ha puesto de moda: producto. En este caso, lo correcto hubiera sido: «Reitero mi dolor y profundo arrepentimiento por las acciones que, a causa de/por/debido a mi imprudencia, se generaron hoy».

Ustedes dirán qué importa esa palabra frente al desastre de lo ocurrido. Y tienen razón, pero como esta es una columna sobre palabras, nos importa alertar sobre una de ellas, que se está empleando con un significado contrario al que tiene.

El Diccionario de la Lengua Española da tres definiciones de producto:

1. Cosa producida.
2. Caudal que se obtiene de algo que se vende, o el que ello reditúa.
3. Cantidad que resulta de la multiplicación.

Quiere decir que producto se refiere al final de un proceso. Sin embargo, cuando se emplea mal se sustituye por la causa o la razón de un proceso o de una situación. Los ejemplos abundan en notas periodísticas: «El músico falleció este lunes a los 56 años producto de una neumonía». Así comenzaba un artículo sobre la muerte de Ulises Butrón, uno de los primeros integrantes de Soda Stereo. Se podría haber escrito por /debido a una neumonía o, simplemente, de neumonía.

«El vecino no la invitó a tomar una copa producto de que tenía novia». Esta es una frase inventada, solo para probar lo absurdo que suena, sobre todo porque en esa relación aún no hay ningún producto terminado.