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dos libros uruguayos

Una aventura botánica y la historia de un fantasma

Por Virginia Mórtola / Jueves 11 de agosto de 2022
Portada de «¿Y si jugamos a que había un fantasma?».
Dos libros en los que la infancia es entendida desde un lugar respetuoso y amoroso. La infaltable, e infalible, Virginia Mórtola nos trae dos obras de factura nacional escritos con todos los ingredientes de la mejor literatura infantil.  

Somos los adultos quienes escribimos para niñas y niños. Inventamos historias que creemos que serán valiosas, ya sea por lo que narran, por su valor estético, o porque ofrecen una nueva mirada sobre los aconteceres del mundo o los avatares afectivos. La querida escritora argentina Liliana Bodoc, en una de sus conferencias, dijo: «Ejercer la palabra, sobre todo si la ejercemos los adultos sobre los pequeños, debería ser un acto extremadamente responsable. Entendiendo como responsable, respetuoso y amoroso». Respetuoso, pienso, en el sentido del cuidado y la calidad de aquello que les ofrecemos. No subestimando ni sus capacidades ni lo trascendente que puede llegar a ser el encuentro con una historia. Y amoroso porque las palabras son muy poderosas. Es un acto de amor elegirlas para nombrar y contar. Nos nutren o intoxican, pueden ser abrazos o látigos, canciones llenas de pájaros o provocar gritos atragantados.

Elegir qué libros regalar también debería ser un acto responsable y amoroso. Una ofrenda que invite a transitar una nueva experiencia.  

Elegí dos libros en los que queda claro que sus creadoras lo comprendieron.


Una aventura botánica

Margaret y la flor de la luna (Criatura, 2022)

Margaret vivía en una ciudad gris, donde llovía casi todos los días. A ella no le gustaban mucho las nubes negras ni los charcos de agua. Lo que le encantaba eran las flores.

Así comienza este libro, bellísimo, que homenajea a Margaret Mee (1909-1988), una mujer aventurera, artista, ilustradora botánica especializada en plantas de la selva amazónica. Ella deseaba ilustrar la flor de la luna, un cactus que abre solo durante una noche al año entre los meses de mayo y junio, en luna llena. Viajó al Amazonas y se quedó allí durante treinta años hasta que finalmente la encontró. Tenía setenta y ocho años. Mucha gente tiene sueños, pero para alcanzarlos es necesaria una alta dosis de aventura. Margaret tenía un sueño y era aventurera. Este libro nos invita a acompañarla en su búsqueda persistente, descubrir su espíritu, recorrer la selva y conocer su fauna y su exuberante vegetación.

En la tapa figuran como autoras Cameron y Nat Cardozo. Nat es una ilustradora apasionada por el universo vegetal y por los animales. Es una atenta observadora de la naturaleza y sus ciclos. Pero, ¿quién es Cameron? Este apellido convoca a Julia Margaret Cameron (1815-1879), una de las primeras fotógrafas, experimentadora, arriesgada, gran mojón en el universo del retrato performático. En su nombre se encuentran otras dos mujeres, Julia Ortiz y Margaret Mee, escritora del texto la primera y protagonista la segunda. Parece que la escritora quiere ser un medio para darle vida a esta gran mujer.   

En el origen de este libro se encuentran un epígrafe, una urgencia nocturna y una editora.

Cuántas aventuras nos aguardan (Criatura, 2018), el entrañable libro de Inés Bortagaray, recibe al lector con esta cita de Margaret Mee: «Vete a casa, puedes dejarme. He dormido con jaguares». Julia Ortiz, su editora, quedó prendada por el sentido que estas palabras encontraron en ella. Investigó. Así descubrió a esta mujer expedicionaria, activista, incansable soñadora. «Una persona que se pasó la vida buscando dibujar una flor. En ese sentido, pensé –dijo– que la flor de la luna puede ser una cosa para Margaret y otra cosa para otra persona que esté leyendo. Cada persona puede tener su cosa a buscar toda la vida». Allí estaba la semilla de este libro. Luego, una noche, apareció la historia. «En el apuro y la urgencia de contarle un cuento a mi hija Eloísa, que es muy demandante de historias nuevas y, a veces, no nos permite repetir, vino a mi cabeza Margaret y la historia tal como está en el libro. Y me pareció que podía ser lindo compartirla con otros niños y otras niñas, por eso la decisión de convocar a Nat y volverla un libro».

[Interior de Margaret y la flor de la luna] 

Cuando Julia le habló de la historia de Margaret, Nat se enganchó enseguida. Y Nat se preguntó: «¿Qué pasa si hago todo el libro en pirograbado? Nunca lo había hecho. Me parecía que esta historia era ideal para desafiar la técnica y la manera de narrar. Fueron muy inspiradores todos los desafíos que Margaret había enfrentado, y me decidió a elegir esta técnica, que para mí era un desafío. Fue muy laborioso, pero me permitió ir viajando con ella, en esa laboriosidad. Fue tremenda aventura hacer este libro». 

Puedo asegurarles que también es una aventura pasar sus páginas, leerlo y contemplarlo.


La historia de un fantasma

¿Y si jugamos a que había un fantasma? (Más Cerca ediciones, 2022)

Luego de El libro infinito (Más Cerca ediciones, 2019), Silvia Soler y Luisa Sabatini vuelven a crear juntas una propuesta lúdica e interactiva. Ambos libros fueron ganadores de los Fondos Concursables para la Cultura. 

Que todos los niños tienen fantasmas no me caben dudas. Fantasmas gordos o flacos, con caras terroríficas o cómicas, fantasmas silenciosos o bullangueros, rojos, verdes, azules, negros o blancos. 

Estas son las primeras palabras del narrador, un niño a quien lo visita un fantasma, al que nombró Amorfo. Desde que se mudó y su cuarto es gigantesco, el fantasma lo visita casi todas las noches. La primera página tiene siete ventanas con diversas escenas debajo de las que habitan todo tipo de fantasmas. «Nos gustó jugar con los fantasmas y volverlos más amigables. Siguiendo la línea de libro juego», cuenta Luisa, «pensé en que tuviese ventanitas, cosas que aparecen y desaparecen; como los fantasmas. También hay cosas que se mueven y cobran vida». El libro viene con un acetato que, al ubicarlo sobre ciertas zonas, se animan: aletea una gaviota, ondulan las olas del mar, seguimos el vuelo de una mariquita. Y en el medio tiene un pop up de la ciudad muy gris, donde solo la casa del niño es tan colorida, como su fantasía. Las ventanitas y el pop up fueron pegados libro a libro por las autoras. «Nos pareció lindo que las niñas y las niñas tuvieran libros que fueron armados por nosotras. Le pusimos mucho amor», dijo Luisa. 

[Proceso de creación del libro]

Así como hay dos escenas: una sobre la ventanita y otra debajo, hay dos historias: la del niño narrador y la vida del mismísimo Amorfo. Amorfo es un marinero de pocos dientes que habitó esas tierras mucho tiempo atrás. Lo que no se sabe nunca es por qué se convirtió en fantasma. Un misterio. 

Este libro invita al lector a ser parte activa de la experiencia lúdica que propone y divertirse con las ocurrencias del niño protagonista que despliega humor en su narración. Las autoras parecen haberse divertido en el proceso creativo, y se nota en el resultado. Luisa, riendo, contó que le gustó mucho dibujar la nariz del niño: «como si fuera un pequeño fantasma, como que siempre estuvo en sus narices». 

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