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Western literario. Pobreza y crueldad de la mano de Donald Ray Pollock
Por Gerardo Beyhaut / Jueves 07 de junio de 2018
Entre tierras que deben ser trabajadas de sol a sol, para conseguir un escaso plato de comida al final del día, y hombres despiadados sin nada que perder, se traza la narrativa de Dondald Ray Pollock, una voz estadounidense que hay que oír, y que nos reseña Gerardo Beyhaut.
Un nuevo nombre comienza a sonar en la literatura norteamericana —Donald Ray Pollock—.
Hasta ahora han llegado dos obras al Uruguay, un libro de relatos y una novela.
Knockemstiff no solo es el título del libro de cuentos, sino que es el nombre impronunciable y de origen dudoso de un pueblo real, perdido en Ohio, en donde se desarrollan los hechos.
Que la miseria y la ignorancia o el franco analfabetismo son formas de violencia, es sabido; ahora bien, Pollock nos cuenta sin ningún pudor o atenuante las formas variadas de la miseria humana, no solo económica, sino la que —de algún modo— habita en todos los seres humanos esperando la ocasión para surgir con toda su fuerza.
Nada es suave ni dulce, no hay ternura en el sexo ni en la amistad ni en las relaciones familiares. Cada una de las dieciocho narraciones de Knockemstiff nos relata la vida de los personajes del pueblo desbarrancándose irremediablemente, nadie parece tener alternativa alguna, los hechos se precipitan y los personajes se ven empujados a tomar decisiones que solo empeoran su situación.
No hay salida de ese pueblo, como si estuviesen condenados a vivir en un gran pozo o isla, cada uno hace lo que puede, y lo que puede es poco más que ejercer la violencia.
El banquete celestial es el título de la novela, cuya trama es relativamente sencilla: en unos Estados Unidos preparándose para entrar a la Primera Guerra Mundial, un hombre y sus tres hijos apenas subsisten trabajando el campo. A pesar del esfuerzo titánico y del hambre, la fe del padre en que en el cielo los espera un banquete mantiene a los cuatro hombres trabajando de sol a sol por un plato escaso de comida.
Al morir el padre, los hijos deciden salir a buscarse el merecido banquete e inician una carrera delictiva tan carente de experiencia como sobrante de crueldad.
La comparación con el western es inevitable, o una novela negra al galope de los caballos huyendo o persiguiendo, no sé qué; es difícil determinar o definir qué es lo que uno está leyendo cuando lee a Pollock.
En la contratapa, se lee acertadamente que la prosa de Pollock se mueve entre la literatura de McCarthy, Faulkner y O’Connor, y también nombra a Tarantino y los hermanos Cohen, porque es una novela extremadamente cinematográfica, al punto de que no sería nada raro que Hollywood recogiera el guante.
En fin, en la vida de los personajes de Donald Ray Pollock no hay sueño americano para nadie, a lo sumo pan duro, gachas y balas.
Curiosamente, el autor, nacido en 1954 en Knockemstiff, trabajó casi cuarenta años en una fábrica de papel antes de decidirse a estudiar literatura creativa en la universidad y alcanzar —alguien tiene que hacerlo— ese sueño americano de premios y becas.
Un Bukowski de pueblo en su narrativa, pero con vidas escasamente similares.