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Ana Paula Maia y la literatura del otro: ¿De dónde viene ese mal?

Por Gonzalo Baz / Miércoles 04 de julio de 2018
Foto: Marcelo Correa

Gonzalo Baz, librero de Escaramuza y gran conocedor de las letras brasileras, nos recomienda la lectura de la nueva novela de Ana Paula Maia, la escritora carioca de la que sus textos han sido descriptos como una literatura del otro; de ese otro y su relación con el trabajo que lo somete y esclaviza. Bienvenidos sean, entonces, a la nueva literatura brasilera.

El proyecto literario de la brasilera Ana Paula Maia es claro: explorar las relaciones entre hombre y trabajo. Cada una de sus novelas encaja perfectamente con la anterior y con la siguiente, compartiendo un universo donde el trabajo precario, la escasez, la violencia y el encierro se imponen para conformar el carácter de los personajes.

Así en la tierra como debajo de la tierra es la sexta novela de la autora de la Trilogía de los brutos, compuesta por «Entre rinhas de cachorros e porcos abatidos»; «O trabalho sujo dos otros» y «Carvão animal». En el prólogo de este último, la autora plantea lo siguiente: «la saga se propone exponer cómo el carácter del ser humano puede ser moldeado por el trabajo que ejecuta, cómo el medio interviene en la construcción de las identidades y cómo estas lo modifican».

Eterna Cadencia publicó De ganados y de hombres y Así en la tierra como debajo de la tierra —ambas con traducción de Cristian de Nápoli—. Las dos novelas forman parte de lo que parece ser una nueva saga sobre los espacios de reclusión. El personaje Bronco Gil, capataz del matadero en De ganados y de hombres, aparece esta vez como uno de los pocos reclusos que quedan en una colonia penal a punto de ser cerrada. Un escenario que se suma al repertorio de espacios cercados donde se desdibujan los límites entre lo animal y lo humano, así como los de aquello que tiene vida y lo que no.

Poco se sabe de esta colonia penal para criminales peligrosos, en la que solo queda un puñado de presos controlados por Melquíades, director de la prisión —trastornado por los años de trabajo en aquel lugar y a punto de perder el control—, y por Taborda, funcionario encargado de equilibrar los excesos del director, así como de evitar la fuga de los reclusos.

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Quien haya leído alguna vez a Ana Paula Maia puede reconocer rápidamente su escritura despojada y sus climas: mugre, falta de agua y alimentos, aislamiento, olor de animales muertos y las moscas como constante, huesos humanos que aparecen debajo de la tierra, irrumpiendo en la realidad, como un síntoma siniestro vinculado a esa tierra y su pasado.

En ese abandono, las coordenadas de tiempo y lugar de la novela se hacen difusas, al punto de que podría tratarse de una cárcel de fines del siglo XX, de la actualidad o, incluso, perteneciente a un futuro a mediano plazo. En este sentido, Así en la tierra como debajo de la tierra puede ser interpretada como una novela especulativa, cuya visión de futuro se asemeja a la Brasilia de Adirley Queirós, donde lo precario y lo tecnológico son dos caras de la misma moneda.

Los reclusos tienen tobilleras que explotan al alejarse del territorio delimitado por la colonia penal, lo que les impide fantasear con la posibilidad de un escape. Esta mezcla de precariedad y clausura impuesta por los medios tecnológicos es agravada por el deterioro psicológico de Melquíades, autoridad máxima de la colonia, quien rechaza la idea de un eventual cierre y traslado de los reclusos. Así es como la autora tensa los hilos de la novela, llegando a crear climas de auténtico horror.

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Más allá del thriller que se va construyendo en el transcurrir de las páginas, Maia sugiere la idea de un espacio maldito: el territorio donde se encuentra la cárcel había sido una colonia de esclavos en el pasado. Así, se introduce un elemento fantástico que profundiza la atmósfera de inminencia a la vez que se traza una línea conceptual de continuidad en las formas de ejercicio del poder: del paso del esclavismo (uno de los grandes traumas de la historia brasilera) a la modernización del estado con sus cárceles y tobilleras.

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Ana Paula Maia se aleja de la escritura subjetiva y va al encuentro con el otro. Su mirada crea universos masculinos, rurales, en los márgenes de la vida capitalista. Sus criaturas son puramente ficcionales y, sin embargo, nos trasladan a realidades distantes del mundo de las letras y la literatura. Estos escenarios suspendidos en el tiempo son los lugares en los que se llevan a cabo los trabajos más marginales. Donde la cosificación y la manipulación de símbolos —abstracciones del mundo del trabajo en la ciudad— dan paso al marronero, mirando a los ojos al animal antes de tumbarlo de un marronazo para que su carne sea procesada en una fábrica de hamburguesas. Los trabajadores de Ana Paula Maia nos muestran el lado B del capitalismo.
Es por esto que parte de la crítica ha enmarcado su trabajo dentro de una «literatura del otro». Y la autora parce sentirse cómoda en ese lugar, interpelando a las denominadas «literaturas del yo», afectadas por la sobrestimulación simbólica de la vida contemporánea. Precisamente, esa sobrexposición mediática es la que borra del mapa los escenarios y personajes que describe esta autora brasilera.

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Así en la tierra como debajo de la tierra es otra pieza en el universo de Ana Paula Maia, una de las escritoras contemporáneas más leídas fuera de Brasil y parte de una generación explosiva de escritores brasileros aún un poco ocultos en Uruguay.

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