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biografías

Beryl Bainbridge: la rebelde de Camden Town

Por Natalia Mardero / Miércoles 19 de diciembre de 2018

Beryl Bainbridge, el tesoro oculto de Camden Town, a través de los ojos lectores de Natalia Mardero que, como siempre, nos invita a descubrir la obra de mujeres invaluables de la literatura universal.

Es difícil entender por qué aún hay tan pocos libros de Beryl Bainbridge traducidos al español. La autora nacida en Liverpool en 1932 es para los británicos uno de sus tesoros más preciados, una extraña y valiosa gema que, sin embargo, les llevó tiempo reconocer. Hoy su nombre se encuentra entre los más relevantes de la literatura inglesa del siglo XX, y leerla provoca risa, incomodidad, sorpresa y admiración.

De niña ya mostraba un claro desinterés por las cuestiones académicas, pero sí una facilidad innata para las artes escénicas y plásticas. A los catorce años, tras ser expulsada de la escuela por llevar unos poemas subidos de tono en su bolsillo, se fue detrás de un prisionero de guerra alemán llamado Harry. La relación, que duró algunos años y fue básicamente epistolar, terminó cuando el soldado no logró el permiso para volver a Inglaterra. Poco tiempo después, en 1954, Beryl se casó con el pintor y profesor de arte Austin Davies y se mudó a Londres. Tuvieron dos hijos, un matrimonio turbulento y un divorcio temprano, por lo que convertirse de pronto en madre soltera la sobrepasó: intentó suicidarse metiendo la cabeza en el horno de gas. Pero a diferencia de Sylvia Plath, que elegiría el mismo método unos años más tarde, el plan de Beryl no tuvo éxito. Ya en la madurez recordaría el evento con la acidez que la caracterizaba: «Cuando una es joven tiene esos altibajos».

Comenzó a escribir sin ningún objetivo claro. Le gustaba dejar registro de sus recuerdos, de sus fechorías amorosas y su juventud impetuosa. Tomaba anécdotas reales y las dosificaba con una pizca de fantasía. Pero las historias se agolpaban y se convertían en novelas. La primera de ellas, Lo que dijo Harriet (Impedimenta), la escribió en 1967. Pero fue la tercera que pudo publicar, porque era rechazada sistemáticamente por todos los editores que la leían. La consideraban repulsiva, inmoral, con personajes poco creíbles. La historia de dos amigas adolescentes estaba levemente inspirada en el caso Parker-Hulme, ocurrido en Nueva Zelanda en 1954. Las chicas se hicieron tristemente célebres cuando asesinaron a sangre fría a la madre de una de ellas. Esta historia también se convirtió en Criaturas celestiales, la película de Peter Jackson de 1994 y protagonizada por Kate Winslet. No es de extrañar que Bainbridge se haya sentido atraída por las jóvenes, cuando ella misma había sido una púber disidente. El relato es frío, despiadado, perturbador; un reloj preciso que con el tiempo se convertiría en un éxito editorial y uno de sus libros más celebrados.

Tiempo después llegó La excursión, una novela desopilante con la que ganó el Guardian Book Prize en 1974. La historia cuenta cómo dos amigas muy diferentes —Freda la mandona, Brenda la sumisa—, empleadas en una fábrica embotelladora, ven su vida patas para arriba cuando emprenden una excursión con sus peculiares —y muy italianos— compañeros de trabajo. Para escribirla, Bainbridge se inspiró en una experiencia personal, en un breve período en el que trabajó etiquetando botellas de vino. El humor negro, la lujuria y hasta un cadáver hacen las delicias de esta novela que parece escrita por una Agatha Christie bohemia y borracha.

Vivió casi toda su vida en Camden Town, en una casa que era su refugio y el epicentro de fiestas legendarias. Parecía un museo gótico, una escenografía de Halloween sin sentido. Una cabeza de búfalo le cortaba el paso a los invitados apenas entraban; las muñecas antiguas, los maniquíes, los objetos victorianos y los animales de peluche convivían y se amontonaban creando escenas macabras. En ese escenario escribía por las noches mientras sus hijos dormían. Al terminar una novela emprendía otra de sus pasiones: la pintura. Colocaba el lienzo sobre la mesa de la cocina y dejaba emerger escenas surrealistas: familiares, personajes históricos y de sus novelas compartían escenarios insospechados. No se sabe exactamente cuántos Bainbridge existen; muchos los vendió en su juventud y otros tantos los regaló a lo largo de su vida. Luego de su muerte en 2010, la familia organizó una exposición que alimentó el lado más fetichista de sus seguidores, ya que combinaba pinturas y objetos personales de la casa de Camden Town.

En la segunda mitad de su carrera literaria (cuando dejó las historias de contenido autobiográfico y se metió de lleno en la novela histórica) los homenajes y los premios literarios no le faltaron, incluso fue nombrada Dama del Imperio Británico. Pero si bien entre 1973 y 1998 fue nominada cinco veces al Man Booker Prize (uno de los premios más importantes de habla inglesa), nunca lo ganó. Para la autora, cada nominación la llenaba de esperanza y perder le resultaba devastador. Luego de su muerte, en 2011, los organizadores del premio decidieron crear uno especial: The Man Booker Best of Beryl Prize. Se le pidió a los lectores que votaran por su libro favorito de Bainbridge, y el ganador fue Master Georgie, de 1998. Ambientada durante la guerra de Crimea, esta novela histórica narra las aventuras de George Hardy, un cirujano que abandona Liverpool para ir de voluntario al campo de batalla en Inkerman.

Beryl estaba convencida de que moriría, como lo hicieron sus padres, a los setenta y un años. Por eso su nieto Charlie Russell emprendió el proyecto de la película Beryl’s Last Year, un documental íntimo que se inicia con el cumpleaños número setenta y uno de la escritora, y que pretende ser un racconto de su vida y un testimonio del inminente final. En un momento se puede oír la voz de Charlie: «Ella fuma y bebe demasiado, y no ha escrito un libro en años». Sin embargo, pese a todo pronóstico, al cáncer y a un ataque al corazón, Bainbridge vivió hasta los setenta y siete, y terminó, con la ayuda de su amigo Brendan King, la novela The Girl in the Polka Dot Dress. Su despedida resultó ser una road movie inolvidable, una comedia negra que da cuenta de un talento, un sentido del humor y una sagacidad imposibles de doblegar.

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