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¿Te las perdiste?

Cinco recomendaciones cinematográficas para volver a ver

Por Rodolfo Santullo / Viernes 08 de febrero de 2019

Olvidadas, desapercibidas o nunca estrenadas en Uruguay. Así son las cinco películas que nos trae por segundo año consecutivo Rodolfo Santullo, recuperándolas para nuestra filmoteca.

Manteniendo la tradición iniciada el año pasado, Escaramuza te rescata cinco películas de 2017/2018 que por diferentes razones -perdidas entre los grandes estrenos, llegando a nuestra cartelera a veces con atraso o directamente no estrenándose nunca, no tuvieron la debida difusión y quien suscribe cree que eso simplemente está mal. Algunas en Netflix, algunas por otros servicios y algunas a buscar mediante métodos non sancto.

The Death of Stalin de Armando Iannucci (2017, Francia, Reino Unido, Bélgica, Canadá)

1953, URSS. Josef Stalin está en su pico. Gobierna con mano de hierro uno de los mayores territorios del mundo, es temido, odiado y amado a partes iguales por sus seguidores y el pueblo. Un cambio de humor del presidente y uno termina de inmediato en un gulag. Una figura directamente terrorífica pero el único que hace funcionar con coherencia algo tan complejo como es la Unión Soviética. Y va y se muere, de manera imprevista, dejando a su núcleo cercano desconcertado primero, desesperado por hacerse con el poder después. Una trama digna de un thriller o un drama político -y que abreva de ambos géneros- que sin embargo en manos del director Iannucci se transforma en una desenfrenada comedia de humor negro. Tomando de modelo la novela gráfica del mismo nombre -creación de Thierry Robin y Fabien Nury- el británico de nombre más italiano que existe se despacha con una maravillosa sátira, que hace que uno carcajee descontrolado mientras se horroriza y pregunta: ¿Cómo alguien puede pensar una comedia con algo tan negro, tan cruel, tan macabro? Una maravilla de película, que tiene en su infinito elenco -Paddy Considine, Rupert Friend, Jason Isaacs, Michael Palin, Andrea Riseborough, Jeffrey Tambor, Olga Kurylenko, Richard Brake, y destacando a niveles cósmicos sus dos protagonistas Steve Buscemi y Simon Russell Beale, en un enorme duelo actoral (que gana Russell Beale, pero apenas)- lo mejor de lo mejor que se puede pedir hoy día para una película angloparlante. Imperdible, sin duda alguna (salvo que Ud., de alguna manera, sea un comunista convencido a niveles de defender la gestión de Stalin, ahí le aconsejo dos cosas: que la esquive y que repiense sus convicciones).

Aterrados de Demián Rugna (2017, Argentina)

Una noche cualquiera en un barrio del conurbano bonaerense. Un vecino que hace ruido en la madrugada lleva a otro vecino a ir a golpearle la puerta y gritarle algunas linduras. Pero cuando vuelve a su casa descubre que no era el vecino el que hacía ruido y que algo horrible está pasando en su hogar. El vecino que supuestamente hacía ruido tiene su propia carga de problemas con visitantes nocturnos, de esos que no parecen ser corporales. Y por último, en la casa cruzando la calle, hay un muerto con pocas ganas de permanecer en su tumba. Estos tres incidentes -aislados si se quiere, pero próximos geográficamente- ponen en movimiento a un equipo de especialistas (un ex forense y dos parapsicólogos) coordinados por un policía lógicamente superado por la situación para descubrir qué se esconde detrás de todos estos hechos paranormales. Notable producción de horror argentino, extremadamente eficaz en cuanto a sustos y sobresaltos, pero dueña de un argumento complejo (lo que a mi más gusta dentro del género) que va de a poco explicando las condiciones de este universo y adivinando las posibles consecuencias de esta «zona paranormal» que se ha instalado en un lugar tan costumbrista (y que tiene, como no, un sesgo lovecraftiano, si lo interpretamos muy libremente). Un buen puñado de actuaciones, una historia que nunca pierde pulso y un final a toda altura. No se dejen engañar por los pósteres espantosos -que parecen prometer una de Asylum- estamos ante una de las mejores películas de terror que se han realizado en Latinoamérica (y lo mejor que llevo visto en materia de este género en este año).

 

Oro de Agustín Díaz Yanes (2017, España)

Una de las mejores películas de aventuras de los últimos 10 años. En Oro, el director Díaz Yanes vuelve a asociarse con Arturo Pérez Reverte -ya lo habían hecho para la condensada y torpe versión de Alatriste con Viggo Mortensen, con la malísima idea de meter todas las novelas del personaje en una sola película- para «adaptar» un relato breve del laureado escritor. Las comillas vienen a cuento de que del relato -Ojos Azules, una muy modesta nouvelle de APR, bastante olvidable- sólo queda el escenario y la época, en una serie de cambios que son sólo para bien. El escenario son Las Indias (lo que luego llamaríamos América) y la época el año 1536. Un grupo de soldados (junto a dos mujeres) cruza a toda marcha la selva, en busca de una mítica ciudad de oro. Van cayendo como moscas -se sabe, los indígenas, la fauna, la época- pero más que nada por la desmedida ambición que los va colmando (y porque en esta época te morías bien facilito) y llevando a traicionarse, y matarse, entre sí. Tan tensa como épica, el guion de Díaz Yanes -en colaboración con el propio APR- es sencillo y directo, pero nada simple: como en las mejores historias del Alvar Mayor de Carlos Trillo y Enrique Breccia, esto es una radiografía de la miseria humana pero también de la lealtad y valor. Hay un notable elenco -un who is who de actores españoles- con Raúl Arévalo encabezando el elenco, una inspirada Bárbara Lennie, Óscar Jaenada, Antonio Dechent, Andrés Gertrúdix y, destacando, José Coronado. Si te gusta el cine de aventuras no te la podés perder.

Isle of Dogs de Wes Anderson (2018, Alemania, Estados Unidos)

De rigor, lo que se suele decir con cada película de Wes Anderson: si te gusta lo que hace, te va a encantar esta que hoy toca. Si no te gusta, nada de lo que hay en ella te va a hacer cambiar de idea. No cabe duda que Anderson tiene su molde a la hora de hacer cine y a él se atiene película a película. Como a mí es un molde que me encanta, recomiendo con aplauso de dorso de mano esta, su nueva película animada -que tiene como único antecedente El Fantástico Sr. Fox, que debe ser una de las mejores realizaciones del director- donde se nos cuenta, casi que en clave de ciencia ficción distópica, un futuro donde todos los perros en Japón son exiliados a una isla (la del título) por una suerte de virus tremendamente contagioso (que no ha contagiado todavía ni a un humano, pero por las dudas). A esa isla llega el protegido del gobernador o alcalde o presidente (no recuerdo) a buscar a su perro y, como es el único humano que jamás haya hecho tal acto de amor, cinco perros se ponen a ayudarlo en su búsqueda. Hay muchas cosas interesantes y atractivas -los múltiples homenajes a Kurosawa y a Miyasaki- así como el hecho de que los perros y humanos no se entienden entre sí -de hecho, la gran mayoría de los humanos habla en japonés (sin subtítulos)- y hay un gran desarrollo en la aventura propiamente dicha. En el lado, no sé si negativo pero si llamativo, la historia pierde algo de fuerza sobre su mitad -cuando cuatro de los cinco perros que dan variedad desaparecen por un largo rato- aunque tiene de todos modos flor de clímax. Hay un elenco infernal de voces -todos (o casi) habitués de Anderson- con Bryan Cranston, Edward Norton, Bob Balaban, Bill Murray, Jeff Goldblum, Greta Gerwig, Frances McDormand, Scarlett Johansson, Harvey Keitel, F. Murray Abraham, Yoko Ono y un montón de actores japoneses desconocidos para mí. Aguante Anderson, en esta y en todas.

Maze de Stephen Burke (2017, Reino Unido, Irlanda, Suecia, Alemania)

El del título es el nombre no oficial con el que se conocía a la prisión de Long Kesh en Irlanda del Norte, por su estructura laberíntica y por el desconocimiento y desoriente en el que permanecían sus prisioneros (quienes nunca lograban siquiera saber la forma que tenía el edificio). Allí, once prisioneros integrantes del IRA realizaron una huelga de hambre con el objetivo de que se reconociera su condición -y la de los demás IRA detenidos- de presos políticos antes que criminales, a lo que el gobierno terminó por acceder luego de que diez de ellos murieran en la huelga. Nuestro protagonista es Larry Marley (un increíble Tom Vaughan-Lawlor, a quien yo apenas había visto antes en un ultra secundario de Peaky Blinders) el único sobreviviente de esa huelga, quien en 1983 planea minuciosamente el escape de 38 de sus compañeros, en la que será la mayor fuga de una prisión europea luego de la Segunda Guerra Mundial. A mí el género de fugas y carcelario me puede y más cuando es una realización como esta, sobria, medida, austera y contenida. En escasos 88 minutos se nos presenta la acción y a los personajes: alguno que otro prisionero -de los políticos y de los «normales» - algún compañero de Marley en la organización (Martin McCann, por ejemplo) y el guardia que será el antagonista de Marley, pero también una suerte de «amigo» (magnificando mucho esas comillas) así sea reticente (un estupendo Barry Ward). La película no toma partido por nadie -y de hecho se mantiene sólida sin juzgar o disculpar ninguna de las acciones de los involucrados- y se limita a reconstruir minuciosamente todos los pasos del escape. Nota aparte ganan los tensísimos 25 minutos finales, con la fuga en marcha. Un verdadero hallazgo, sobre todo para quienes como yo disfrutan del género.

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