BIOGRAFÍAS
Eduard Limónov: la velocidad de la vida
Por Francisco Álvez Francese / Lunes 11 de febrero de 2019
«Existe y yo lo conozco». Así describe el escritor francés Emmanuel Carrère la controvertida figura del poeta y narrador Eduard Limónov. Antihéroe, con una vida vertiginosa y llena de acontecimientos que podrían antojarse inverosímiles, Francisco Álvez Francese nos acerca la biografía del escritor ruso.
De joven sastre con inclinaciones literarias a empleado doméstico de un millonario neoyorquino, de artista respetado del movimiento underground moscovita a combatiente, junto a los serbios, en las guerras yugoslavas, de ladronzuelo a revelación literaria en París, de fundador del Partido Nacional Bolchevique y del periódico político punk Limonka a autor de culto, de esposo de la cantante y escritora Natalia Medvedeva a preso en una de las cárceles más seguras de Rusia, la vida de Eduard Veniamínovich Savenko, conocido como Limónov, parecía estar hecha para ser escrita. Sólo faltaba quien lo hiciera.
Como no podía ser de otro modo, él mismo se encargó de la tarea, en libros que son considerados de lo mejor de la prosa rusa contemporánea. Es más adelante que entra en esta historia el francés Emmanuel Carrère, que de algún modo ha pasado, por lo menos desde Bravura (1984), buscando personajes de vidas novelescas para escribir, en sus mejores libros (y no en ese, de aprendizaje), biografìas que mezclan lo ajeno y lo propio, la crónica y el ensayo y no escatiman en el uso de herramientas clásicas de la novela y el cine en su deseo de crear, a la vez que los cuenta, personajes memorables, como el asesino Jean-Claude Romand en El adversario (2000) o Lucas el Evangelista en su obra mayor, El Reino (2014), todo desde una experiencia personal que se revela íntima y, por su sentido del humor, se aleja de cierta pesada solemnidad y del narcisismo ramplón.
Fascinado por la peripecia y la obra memorística de Limónov, a quien conoció por medio de su madre (la académica y política Hélène Carrère d'Encausse, hija de exiliados de la revolución rusa y experta en la historia de ese país), Carrère dedicó años a la planificación y escritura de una biografía editada en 2011 que se revela para nosotros como una de las pocas fuentes de conocimiento del ruso, un autor radical que, aunque tiene una profusa producción en prosa y verso, ha sido traducido al castellano en pocas ocasiones y por editoriales que casi no han trascendido las fronteras españolas.
Un auténtico tour de force, Limónov muestra en todo momento la doble dificultad, por un lado, de controlar la autorreferencia (inevitable cuando el tema toca de cerca a su propia familia) y, por otro, de escribir sobre una persona tan controvertida, de opiniones tan fuertes, que ha llevado una vida repleta de hechos cuestionables o directamente delictivos. Así, cuando Carrère refiere (por citar sólo uno de tantos momentos) a la relación de su protagonista con una chica de dieciséis años a la que le lleva cuarenta, es imposible no ver sus dudas, lo incómodo que se siente al enfrentarse en toda su complejidad a este hombre de un origen tan distinto al suyo al que admira, del que no puede no distanciarse, pero a quien tampoco condena. Y, precisamente, es en ese vaivén que se encuentra uno de los puntos fuertes de este libro: en el espacio borroso entre la narración de hechos que a todas luces son inmorales y otros que hacen de Limónov un personaje sino querible, sí al menos conmovedor, sobre todo en el primer tercio, que se ocupa de su juventud, su búsqueda desesperada por la fama, la creación de una «persona» (desde la elección del atuendo hasta el estilo de escritura, desde las ideas y lecturas hasta las relaciones personales) y una acumulación desesperada de fracasos, y en los capítulos finales, que corresponden a sus últimos tiempos y no están exentos de patetismo.
Por si eso fuera poco, Carrère logra, con su vigor narrativo característico, componer un relato del mundo literario en las últimas décadas de existencia de la URSS y después de su caída -las rencillas de poetas y novelistas; la lucha contra la censura; el exilio y la pobreza- y, a la vez, una historia de la disolución del imperio soviético, sus peleas internas y su desmesura y el ascenso al poder de Vladimir Putin. En su manejo inteligente de esas dos líneas temáticas, que se unen en Limónov, el francés se revela una vez más como un observador atento, como un comentarista informado y lúcido, que no olvida dar cuenta de las polémicas ideas del protagonista, reivindicador de Stalin, el fascista Julius Evola y Yukio Mishima, para armar finalmente un panorama complejo, antojadizo y riguroso a la vez, de buena parte de la historia de la segunda mitad del siglo XX y de principios del XXI a través de la vida de un hombre cuya figura termina por consumirlo todo.
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