Ajuste de cuentas / Conexiones
Fantasmas
Por Tabaré Couto / Martes 22 de junio de 2021
Un libro, una canción, de nuevo un libro; días que se repiten; sonidos sincronizados que reiteran en una sucesión constante, casi eterna. Voces de un pasado, que nunca se fueron; fantasmas. Uno, dos y de nuevo uno. Tabaré Couto inicia una serie de conexiones entre literatura, música, cine, artes y otros acontecimientos cotidianos que en esta ocasión hilvanan la pandemia, Guitarra negra y las estructuras en loop.
UNO
A veces busco en Google definiciones de la Real Academia y me divierto entre listas de sinónimos y antónimos. Antes recurría a algunos diccionarios físicos, pero desde que estamos encerrados, lo hago virtualmente. Otra tara más de esta pandemia. Por cierto, no somos Bill Murray, ni intentaremos suicidarnos cada noche, pero vivimos una suerte del Día de la marmota constante desde hace más de un año. Un loop que contiene un arco completo de emociones, desde la euforia a la depresión profunda, pasando por una calma aturdida y una ansiedad hiperactiva. Loop: vaya palabrita. Un bucle. Caemos, flotamos, giramos en ese bucle. Y no me refiero precisamente a un aséptico rizo o rulito de cabello en forma helicoidal como explicaría la Academia, sino a una suerte de hélice gigante, abarcadora, abstracta y profunda que tras succionarnos nos arroja aquí o allá para no avanzar. Un bucle cruel, un loop de la vida en pandemia. Con ciertas ventanas de aire fresco como recreos controlados por un Big Brother observante y, sobre todo, con un día a día en el que cada vez más aceptamos las excepcionalidades presentes que nos rodean como realidades futuras inamovibles: ya sea cubrirnos la boca o dejar los zapatos en la entrada, aceptar la rebaja salarial o el toque de queda. Se trata de asumir el loop, ignorarlo o ingresar en una dinámica random. Que suena mejor que decir aleatoria. Ya sea optimista, apática o derrotista.
DOS
En medio de esta vida en modo loop que llevamos hace meses, recién termino de leer otro libro sobre música. El trabajo de Ramiro Sanchíz sobre el disco Guitarra negra de Alfredo Zitarrosa. En realidad, no es un libro sobre Zitarrosa, sino de Sanchíz aprovechándose e interpretando a Zitarrosa. Podríamos discutir, incluso, si Guitarra negra debe ser considerado un disco como tal, ideado conceptualmente (como tampoco lo es Brindis por Pierrot), o si toda su valía radica en el peso específico y expansivo de la canción que le da nombre, y aquellas otras canciones que la rodean no son más que una suerte de excusa formal para construir un viejo LP en torno al tema estrella. Tampoco me queda claro si es la voz de Sanchíz la que sugiere que escuchemos Guitarra negra como si fuera música ambient o si es el fantasma del personaje, Federico Stahl, quien nos induce a aquello y utiliza a Sanchíz como una suerte de chamán o médium para comunicarse con nosotros. La «Nota 18» del libro al referirse a «Escuchar “Guitarra negra" como si fuera música Ambient» sugiere que no hay que molestarse por ello: «Porque hay que hacer justicia a los fantasmas. Porque si algo dice la música Ambient (y ese algo es lo más importante que se ha dicho entre los años setenta y el presente) es que no hay otra cosa que fantasmas».
UNO
El trece de marzo del año pasado nos encerramos en familia por primera vez en Santiago. Primero fue por autoprevención, luego por obligación. Salimos y volvimos a entrar, pero nuca realmente salimos, y siempre volvemos a entrar. Hemos evitado el peor de los escenarios —por suerte y hasta ahora— de caer enfermos aunque todavía sentimos que vivimos en el Día de la Marmota, cada mañana, cuando no logramos divisar la luz al final del túnel de esta pandemia y sus daños colaterales. Y entre esos daños colaterales, en este loop de vida en pandemia —como música ambient—, solo nos van quedando los fantasmas.
DOS
«Todo loop es inquietante, sugiere la anulación de la agencia, la evaporación de la voluntad», se lee en Guitarra negra de Sanchíz. Escucho la canción mientras escribo esto y me desconcentra. Entonces prefiero acompañarme de música de series, instrumentales, por ejemplo «And know the place for the first time» o «Departure (Home)» de The Leftovers. Esa serie donde desaparece el dos por ciento de la población mundial sin explicación alguna, y los que quedan en casa son como fantasmas caminando por las calles, pero atrapados en su vidas agujereadas y con sus pérdidas inexplicables.
Sanchíz contra ataca: «En Guitarra negra están todos los fantasmas de Uruguay. Han vuelto o, mejor dicho, se nos muestra la pauta de su retorno, la órbita, el loop. Que Zitarrosa se lo haya planteado así o haya querido hacerlo (o no) carece de importancia. Si alguien conjura al fantasma damos un paso atrás en el horror: mejor que los fantasmas estén allí, esperando, como un video club abandonado de los noventa».
UNO
La Real Academia Española no incluye en los anglicismos aprobados en su diccionario el término loop, pero más o menos quienes estamos vinculados al mundo de la música o incluso lejanamente informados en el uso de ciertos términos tecnológicos entendemos que un loop es una suerte de sucesión de varias, llamémosle, figuras sonoras sincronizadas (por lo general hablamos de samplers), que se enlazan una tras otra repetitivamente y que dan la sensación de continuidad sin fin. Probablemente de forma incorrecta, también usamos el término para hacer referencia a una secuencia de imágenes repetidas una y otra vez, creada por fragmentos de esas imágenes repetidas. En la epidermis de Google, sin demasiada comprobación de fuentes, podemos descubrir que se habla de loop o de bucle en términos de programación cuando se hace referencia a «un código que una sentencia ejecuta repetidamente. Dicha repetición se mantiene hasta que la condición que se le asigna al bucle ya no se cumple». ¿Sucederá así con la pandemia? ¿Cómo? ¿Cuándo?
DOS
«¿Será la idea de la salida aquello que se nos niega y a lo que volvemos a su vez en loop?», cuestiona Sanchíz al final de su «Nota 18» en Guitarra Negra. «¿El mito de que el relato llega a su fin cuando la deuda es saldada y pasamos al nivel siguiente? ¿Pero qué hay tras el último nivel? La pregunta es absurda: no hay nada porque no puede haber nada. Se empieza de nuevo, se pierden los puntos».
La lectura de este párrafo sincronizada con mi loop de vida actual es incómoda. Y desalentadora.
UNO
Abandono la búsqueda de interpretaciones sobre el término loop. Me ha llevado a conexiones inquietantes. En su lugar escojo una definición académica de fantasma: «Imagen de una persona muerta que, según algunos, se aparece a los vivos». Y escucho las novedades de este viernes en Spotify donde algunos muertos nos vienen a hablar sobre lo que nos ocurre hoy. Grabado en el 2010, archivado en el 2011 por razones poco claras y rescatado en el 2021, «Welcome to America» es una nueva canción de un álbum inédito de Prince, fallecido en el 2016. La tercera entrega de material extraído de sus archivos desde su muerte. Como si el tipo estuviera en un loop de ida y vuelta al estudio de grabación desde el más allá. La letra —escrita, cantada, grabada— diez años atrás mantiene una vigencia que impacta, como si, precisamente, un fantasma la hubiera retocado para maquillarla con una mirada actual: «Medios de comunicación, sobrecarga de información / Bienvenido a América / (Viacom te trae el siguiente mensaje / Distraído por las características del iPhone / Tengo una aplicación para cada situación». Los fluidos musicales mezclan aguas de corrientes superpuestas de hip hop, funk, soul y jazz. Puro Prince. «La verdad es la nueva minoría», sentencia.
En medio de mi loop personal, en medio del año de la marmota pandémica mundial, el espectro de Prince —apocalíptico, sexy e integrado— se me aparece en la red que él tanto detestaba. Vaya ironía. «Donde todo y nada de lo que Google dice, está de moda», canta el fantasma de Prince y todo vuelve a empezar.
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