Día de la Madre
Las madres y los libros
Por Escaramuza / Sábado 06 de mayo de 2023
Intenvención sobre «Autorretrato con su hija» (1789), de Marie Louise Élisabeth Vigée Lebrun.
Leonardo de León (Minas, 1983). Poeta, narrador y docente
¿Qué libro te hace acordar a tu madre y por qué?
Hay dos libros que me hacen pensar en las madres en general. El primero es el reciente y más que comentado El corazón del daño, de María Negroni; el otro es un muy raro ejemplar que conservo de Los verbos auxiliares del corazón, de Péter Esterházy. Pero esa no es la pregunta... Si tuviera que elegir un libro impregnado por el aura de mi madre y mi vínculo con ella, ese sería Stoner, de John Williams... Se lo presté hace poco para obedecer por fin a una intuición que me asaltó años atrás, mientras lo leía; la intuición de que, al leerlo, mi madre podría detectar y comprender eso que aún no he podido explicar enteramente en lo que escribo: la naturaleza del temor. Esas páginas finales en las que Stoner, al borde de la muerte, se pregunta: «¿Y qué esperabas?» creo que lo dicen todo. Por no hablar de la escena última, con el corte neutral y sereno de la muerte, mientras el libro se le cae de las manos y choca contra el piso.
El caso es que mi madre leyó el libro en menos de 24 horas. Me lo devolvió unos días después con una nota. Creo que comprendió perfectamente lo que le quise decir.
Si tuvieras que elegir un solo libro, ¿cuál le regalarías? ¿Por qué?
El libro que me gustaría regalarle a mi madre, por otra parte, es la Obra completa de Juana de Ibarbourou. Hace mucho que busco la edición en papel de biblia de la editorial Aguilar, y no la encuentro. Es la autora que más lee y adora. De hecho, hace poco hicimos un viaje familiar —ella, mi hija y yo— al Museo Mazzoni de Maldonado para conocer la famosa higuera que inspiró el tan conocido poema de Juana, ese que mi madre leyó siendo una alumna de Primaria y selló el vínculo para siempre. Fue muy especial para todos. No por la higuera sino por otras razones que no vienen a cuento, o que serían —otra vez— imposibles de contar.
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Pilar Quintana (Cali, Colombia, 1972). Narradora
¿Qué libro te hace acordar a tu madre y por qué?
La relación con la mamá es la más importante de todas. Lo único que un bebé necesita para sobrevivir es que su madre lo ame. Siempre supe que tenía adentro una novela sobre la madre, la relación con ella y mi relación con la maternidad. Aunque no lo sabía cuando empecé a escribirla, esa novela fue Los abismos. Así que ese es el libro que más me hace pensar en mi madre. Es una respuesta demasiado autorreferencial, ya sé. Así que también te cuento sobre un libro no escrito por mí que me hace acordar de mi madre (y llorar): El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes, de Tatiana Țîbuleac.
Si tuvieras que elegir un solo libro, ¿cuál le regalarías? ¿Por qué?
Bueno, pues le hice Los abismos. También pensé que podría ser El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes. Pero en realidad me gustaría mucho regalarle Claus y Lucas, de Agota Kristóf.
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Milagros Lagarejo (Santa Rosa, Argentina, 1989). Fotógrafa y narradora
¿Qué libro te hace acordar a tu madre y por qué?
Las Primas, de Aurora Venturini, me hace acordar mucho a ella y a todo el universo de mi familia materna.
Si tuvieras que elegir un solo libro, ¿cuál le regalarías? ¿Por qué?
No sé cuál le regalaría ahora... tal vez Flush de Virginia Woolf. Hace poco murió su perro, y creo que es un buen libro para acompañar ese duelo.
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Roberto Appratto (Montevideo, 1950). Narrador, poeta, crítico y periodista
¿Qué libro te hace acordar a tu madre y por qué?
Un libro de Pavese, El diablo en las colinas. Me hace acordar porque la veo leyéndolo con mucho placer.
Si tuvieras que elegir un solo libro, ¿cuál le regalarías? ¿Por qué?
Sería uno que no hubiera leído, incluso posterior a su muerte. El exilio y el reino, de Camus, que no leyó pero estoy seguro de que le habría gustado. Si fuera uno posterior a su muerte, uno de Elena Ferrante.
[The New Novel, de Winslow Homer, 1877]
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Salvador Biedma (Buenos Aires, 1979). Narrador, poeta, periodista cultural y librero
¿Qué libro te hace acordar a tu madre y por qué?
Menciono dos libros que se me ocurre asociar ahora con mi madre. Uno, El amor en los tiempos del cólera porque mi mamá contaba cosas de ese libro (detalles, historias secundarias) como algo cercano, que le hubiese pasado a una tía o una hermana, y no como parte de una ficción que hubiese leído. Por otro lado, ella no es muy amiga de regalos sorpresa ni le gustan las sorpresas en general. Me ha regalado muchos libros (incluido el Tristram Shandy en edición de Cátedra) porque los pedí, pero una vuelta no sé por qué se acordó de Rulfo y se encendió, no me contó nada de él ni de sus textos, solo me dijo que iba a regalarme sus libros, que no estaban en la biblioteca familiar, y a los pocos días trajo una edición en tapa dura, una tapa blanca, tan simple y tan linda, con el título Obras, que traía Pedro Páramo y El llano en llamas.
Si tuvieras que elegir un solo libro, ¿cuál le regalarías? ¿Por qué?
Un libro que ya le regalé a mi mamá, que regalé mucho y que recomendaría como regalo es La mujer descalza, de la ruandesa Scholastique Mukasonga. No solo porque ese libro es un homenaje de la autora a su madre, víctima del genocidio al que fue sometido el pueblo tutsi, sino también y sobre todo por la manera en que retrata un universo femenino particular, ciertas tradiciones de una comunidad de otra época y lo que puede significar la experiencia compartida del desarraigo.
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Mercedes Rosende (Montevideo, 1958). Narradora
¿Qué libro te hace acordar a tu madre y por qué?
Cuando era adolescente cada tema con mi madre se discutía en un campo de batalla. No coincidíamos en la elección de la ropa que debía usar, ni en los horarios que debía tener, ni en la comida con que alimentarme, mucho menos el terreno de las ideas políticas, religiosas o sociales.
Pero había una zona liberada, un lugar donde disfrutábamos una pax romana, y era el territorio de los libros y de su biblioteca. Aunque a ella le gustaban más los rusos y a mí los franceses, aunque ella prefería los géneros histórico y terror, y yo la ciencia ficción y los policiales, teníamos en la literatura en general una zona común, un lugar de encuentro y de diálogo, de curiosidad y de gustos compartidos.
Un día entró a mi habitación con una novela que acababa de terminar y la dejó sobre la mesa de luz, me dijo que estaba segura de que me iba a gustar. Me llamó la atención que me diera un consejo de lectura, porque nunca lo hacía: me dijo que a medida que avanzara fuera anotando los personajes, que la trama se complicaba con las repeticiones de los nombres.
Cuando se fue lo miré con más atención, la editorial era Sudamericana, la tapa no me pareció atractiva pero el título me conquistó: Cien años de soledad. Lo abrí con la intención de vichar los primeros renglones, pero desde ese instante ya no pude soltarlo hasta que lo terminé.
Después vinieron las conversaciones sobre la novela, sobre el realismo mágico en América, sobre otros textos de García Márquez, las dos llegamos a Crónica de una muerte anunciada que terminó siendo nuestro favorito del autor.
Muchos años después, más que nada por curiosidad y para saber si volvía a atraparme como entonces, releí Cien años de soledad. Ya era otra edición y otra tapa, y lógicamente fueron otras las resonancias, pero me acordé de su consejo y anoté los nombres de los personajes, me acordé de las charlas, de todo lo que había compartido con mi madre.
Si tuvieras que elegir un solo libro, ¿cuál le regalarías? ¿Por qué?
¿Qué podría regalarle a ella, que me regaló el amor por los libros y toda la literatura? Me resulta difícil elegir uno solo. Creo que le hubiera gustado leer a Samanta Schweblin, que hubiera disfrutado con el terror cotidiano de sus textos, y me quedo con Siete casas vacías. Fantaseo con que después de leerlo depondríamos nuestras diferencias por unos momentos, disfrutaríamos de un café, de la pax romana de hablar de ese y de otros tantos libros.
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Sebastián Miguez Conde (Montevideo, 1979). Narrador
Todos los libros del mundo me recuerdan a mi madre. Lo interesante es que, aunque ella no conoce el placer de la lectura, me enseñó a escribir. No me refiero a construir palabras uniendo letras, y enunciados combinando palabras. No me enseñó sobre ortografía, sintaxis. Me instruyó en la magia del uso de la palabra escrita para decir lo imposible. Nuestra relación fue tormentosa desde la niñez hasta que me fui de casa sin haber ni siquiera cumplido dieciocho años. Momentos interminables que se confunden unos con otros: gritos, cosas rotas, insultos, llantos, puertas que se golpean, el volumen de la tele altísimo en un intento patético de disimular la violencia naturalizada, esa violencia sorda y común como única forma de vínculo. Después la calma, la introspección, y las cartas. Cartas suyas que me contaban los pormenores de su alma. Una mirada de la realidad desde sus ojos rotos de tristeza estructural, una realidad que lograba sublimar en esas líneas, convertirla en algo mucho menos sucio, tan espiritual, tan hermoso. Y las mías, y en mis cartas lo mismo, lo que me gustaría, lo que podía, el miedo a convertirme en algo de lo que no estuviera orgulloso, lo que no podía decir con la voz, lo decía con lapiceras azules en hojas de cuadernos grises con la cara adusta de José Pedro Varela. Así crecí, y así charlábamos. En mi casa de la niñez había libros, menos bibliotecas, no había conversaciones intelectuales sobre las grandes voces del mundo, pero sin duda había poesía.
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Laura Santullo (Montevideo, 1970). Narradora, guionista y actriz
¿Qué libro te hace acordar a tu madre y por qué?
Respuesta rápida… ahora mismo y sin darle muchas vueltas, diría que me acuerdo de ella con El infinito en un junco, de Irene Vallejo, y León el Africano, de Amin Maalouf. ¿Por qué? Por ser dos libros que le regalé recientemente y sobre los que charlamos la última vez que estuve en Montevideo. A las dos nos gustaron un montón e intercambiamos opiniones con alto grado de entusiasmo. Me encanta hablar de libros con ella, me encanta confirmar que, aunque pasan los años, comentar sobre narrativas, historias y personajes nos sigue pareciendo una cosa importante. Mi madre conserva el interés y la emoción por la literatura intactos, el mismo cariño por los libros que nos inculcaron y que espero que a mí también me dure siempre.
Si tuvieras que elegir un solo libro, ¿cuál le regalarías? ¿por qué?
Ya se lo regalé, a ella y a mi papá, a los dos. Hace unos años atrás escribí una novela para niños El año de los secretos. No es autobiográfica en el sentido estricto, lo que le ocurre a los personajes no me pasó a mí, pero hay sensaciones y memorias muy parecidas a las del libro que sí me pertenecen. La trama transcurre en los primeros meses de la dictadura uruguaya. Para mí esos fueron tiempos de desasosiego y de miedo, de cambio y de exilio, pero mi madre y mi padre fueron siempre un lugar amoroso y seguro, también ejemplo de dignidad y de resistencia frente a las vueltas del destino. El libro está dedicado a ellos, «A mis padres, Maruja y Polo, con infinito agradecimiento» dice en la primera página y hoy lo sigo diciendo.
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