El producto fue agregado correctamente
Narrativa chilena

María José Navia: «No me imagino mucho a mis personajes poniéndoles rostro, cuerpo, porque para mí son lenguaje»

Por Juan Camilo Rincón y Natalia Consuegra / Miércoles 18 de octubre de 2023
Foto: Isabel Wagemann

Con la excusa de la llegada del libro Todo lo que aprendimos de las películas (Páginas de Espuma), una entrevista a la escritora chilena Maria José Navia en torno al cuento, la construcción de personajes y la potencia del casi en la literatura. 

«De esa felicidad que me genera leer, y porque soy una lectora voraz, es que salen esas ganas de escribir; y de esa felicidad vienen las ganas de que la literatura llegue a todos los espacios. Por eso trato, humildemente, de llevar la literatura a donde pueda»: la escritora chilena María José Navia (1982) resume sin aspavientos su labor como docente universitaria, directora de clubes de lectura, cinéfila consumada, creadora de #366escritoras (un proyecto que desarrolló en Twitter durante 2020 en el que recomendó a una escritora diaria por 366 días) y autora de novelas y libros de cuentos como Lugar y Una música futura, que la han llevado a ser ganadora del concurso Mejores Obras Literarias del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de Chile en 2019, y seleccionada como finalista del Premio Internacional Ribera del Duero en 2020.

Conversamos con ella sobre su publicación más reciente, el libro de cuentos Todo lo que aprendimos de las películas (Páginas de Espuma). En este conjunto de historias sutilmente conectadas, Navia recoge a madres que aún no lo son, hermanas solidarias en tiempos distópicos, hijos de otros, hijas que reconstruyen a su gusto la memoria de sus madres, cuerpos, miradas y preguntas sobre los lazos afectivos que a veces son solo un casi. Al final comprendemos, como sucede en muchas películas, que «hay un momento en que ya no queremos echarle la culpa a nadie y el futuro se mira con un poco menos de miedo».


El libro empieza con «Mal de ojo», un cuento en el que hay algo de involucramiento personal con el asunto de tu retinopatía. ¿Cómo fue la construcción de ese cuento que, narrativamente, es tan diferente a los otros? 

Yo no planifico mucho mis cuentos; solo quería contar esta historia. En 2019 tuve retinopatía diabética proliferante y me pasé un año entero yendo a que me hicieran estos procedimientos (hasta ahí la parte autobiográfica). Ese fue un poco el disparador: en mi caso personal, yo iba acompañada, pero pensaba: ¿cómo será ir sola con esta sensación de vulnerabilidad? Es que te sientes muy frágil porque te quedas viendo borroso después de esos procedimientos. Me gustaba pensar en este personaje que va sola y en que, cuando uno está yendo constantemente a hacerse estos procedimientos, empieza a reconocer caras de personas que también están en lo mismo. Me interesaban los que yo llamo «los vínculos del casi», que son estas casi familias, casi parejas. No quería una historia de amor tradicional en la que ella se enamora y se convierte en la madrastra de este niño, sino una historia de alguien que quiere acompañarse, esas cosas frágiles, sutiles, del momento, pero importantes para ella porque son su apoyo. 


Además es un cuento que no se comprende de inmediato, y cuando se entiende lo que pasa, es una cosa maravillosa.

La primera frase que me apareció fue: «Podría dibujar de memoria su oreja». Cuando yo iba al oftalmólogo en uno de los exámenes me apuntaba con una linternita en el ojo: «Mira mi oreja»; entonces yo decía: ¿me sé de memoria la oreja de mi doctor? Y entonces fueron apareciendo esas frases cortas como la voz de este personaje. Me parecía que alguien que está viviendo tantas cosas, la angustia de no saber si va a funcionar el procedimiento, muchas cosas en su vida personal, la soledad, su trabajo, no va a pensar en párrafos ordenados y en oraciones claras, sino más bien con interrupciones, frases que quedan a medias, ideas que se bifurcan. Quería poner esa experiencia de no ver, luego de ver de pronto, y que eso estuviera en todo el libro; por eso empiezo con esa historia. A mí me gusta que mis libros, dentro de lo posible, se puedan leer en orden porque se va haciendo un jueguito. También porque quería esa sensación del oftalmólogo que te hace leer unas letras y te pregunta: «¿Ves? Y si te pongo este lente, ¿ves mejor o peor?» y así hasta que llega a tu medida; así en el libro va cambiando tu mirada sobre los personajes. Quería hacer esos juegos de: y si te muestro esto, ¿sigues pensando igual? Como lectora también me gusta sentir que el escritor me está exigiendo, que cree que yo soy capaz de resolver enigmas y que no necesita darme todo en bandeja, sino que cree en mí. Yo creo y confío en mis lectores; siento que uno puede ir dando pistitas con las que el lector va a ir construyendo. No tengo que explicarle todo tal cual ni que se entienda todo con claridad al comienzo. 


Este es un libro de cuentos alrededor del cuerpo: el que no es aceptado, el rechazo del propio cuerpo, ver los otros cuerpos que son perfectos.

No me propuse escribir sobre cuerpos pero sí ocurre que, a medida que iba escribiendo, me daba cuenta de que iban apareciendo. Una constante en mis libros es la atención que me gusta poner en las vidas de las mujeres, sus vivencias, sus cabezas, sus cuerpos y, en el caso de este libro en particular, quería mucho ver a mujeres en distintas etapas de su vida. La relación de una mujer con su cuerpo cuando es adolescente es distinta a cuando es adulta, cuando está tratando de tener un hijo y no está funcionando… Quería mostrar todo tipo de cuerpos, hermosos y bellos, o esa sensación de que se te van la juventud y la belleza. Yo veo mucho eso y yo también lo vivo; esa incomodidad, ir haciendo las paces con el cuerpo a medida que uno va envejeciendo, entendiendo cómo es, queriéndose y no queriéndose también. Suena como mensaje de autoayuda [risas] pero se trata de eso, de ir conociéndose. Quería esos distintos momentos de la vida de los personajes y las distintas relaciones con sus cuerpos, sus enfermedades, sus carencias; la mujer que no puede tener un hijo, esto de la casi maternidad. 


Que además es un tema muy presente…

Veo que hay muchos libros, sobre todo en el último tiempo, que abordan el tema, lo cual me parece perfecto porque es algo muy complejo que tiene muchísimos matices. Lo que he venido leyendo son madres complejas, madres que se arrepentían, madres violentas, incluso esas a quienes les costaba concebir pero que finalmente lograban un tratamiento exitoso, un in vitro que funcionan. Hay libros muy bellos pero yo quería la otra historia, la de la mujer que no llega al éxito, esa a la que le preguntan: ¿tienes hijos? y dice que no, pero no es el mismo no de alguien que nunca quiso tener hijos y para quien eso nunca fue un tema. Hay mujeres que no tienen hijos porque tuvieron abortos espontáneos, que trataron por años con un gasto psicológico, de pareja y de dinero también. Pensaba que hay tantas cosas detrás de ese no, y yo quería investigarlo, mostrar otras experiencias de cuidado como la amiga que acompaña, la mujer que anhela con toda su alma concebir, la que tiene depresión posparto, las complicidades entre mujeres, las amistades en la niñez, en la adultez…


Tienes una relación de amor profundo con el cine. ¿A qué escenas y a qué líneas vuelves siempre?

Son muchas de las que están ahí. Mi película favorita es Lost in Translation y también El mago de Oz, que para mí es muy importante. Además de conectar los cuentos entre sí, también voy conectando mis libros entre ellos. Mientras escribía este libro iba haciendo una novela sobre el mago de Oz, la historia del escritor, todos los libros, la adaptación al cine, la vida de Judy Garland. Todo eso también se fue mezclando porque es una película a la que siempre vuelvo y por eso quería que estuviera ahí. Encuentro lindo que el lenguaje de uno también esté condimentado por esas frases que saca de películas, de canciones. El lenguaje es algo vivo y hace que todo se conecte finalmente. Por ejemplo, yo no me imagino mucho a mis personajes poniéndoles rostro, cuerpo, nada de eso, porque para mí son lenguaje. Yo tengo momentos y citas favoritas de mi libro que me gustan, y todo se condensa ahí más que en el personaje completo. En «Calima», por ejemplo, hay un párrafo que me gusta mucho, en el que ella dice que siempre hay un momento en que todos perdonamos a nuestros padres: «El recuerdo es la luz que no se apaga». En «Escenas borradas» cierto párrafo dice: «Hay que decirles no a las cosas que se quieren a medias». En «Mal de ojo» ella dice: «Las películas siempre nos mienten. Les cambian los colores a las cosas». Más que personajes enteros, son pequeños chispazos de distintos personajes.  

Productos Relacionados

También podría interesarte

×
Aceptar
×
Seguir comprando
Finalizar compra
0 item(s) agregado tu carrito
MUTMA
Continuar
CHECKOUT
×
Se va a agregar 1 ítem a tu carrito
¿Es para un colectivo?
No
Aceptar