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Libros selectos

Mesa de luxe [1]

Por Gera Ferreira Rodríguez / Martes 23 de mayo de 2023
«Still-Life with Fruit, Sea Food, and Precious Tableware» (1654), de Abraham van Beijeren.

Una mesa de libros opulenta y que recoge reseñas tanto prosa, como de ensayo. Gera Ferreira sirve la mesa y termina armando un banquete de lujo para disfrutar a pura lectura: Alicia Migdal, Laura Lockhart, Boczkowski y Mitchelstein, y más. 

*Poco después de publicada esta nota, tomamos conocimiento de la noticia del fallecimiento de la escritora uruguaya Laura Lockhart. La gestación de su último libro la acompañó hasta el final; que no será final sino comienzo, porque su escritura y memoria sin dudas se quedó con nosotros. Gracias por las flores.


Cajón 1. Muchachas de verano en días de marzo, de Alicia Migdal + Ida Vitale. Abrir palabra por palabra el páramo. Estudios sobre su obra, de varios autores

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La sombra de las figuras. En 2008 y bajo el título En un idioma extranjero, la escritora y crítica Alicia Migdal (Montevideo, 1947) juntó tres de sus cinco libros publicados hasta entonces. En realidad fueron cuatro, pero Abstracto (2008) permanecía inédito y nada tenía que ver con la voluntad de reunir e interconectar por primera vez en un mismo volumen La casa de enfrente (1988), Historia quieta (1993) y Muchachas de verano en días de marzo (1999). Aconsejo a los lectores de Migdal encarar primero La casa de enfrente, pues resulta ineludible para entender ciertos procedimientos formales de la poética de la autora (el manejo de la intertextualidad, el fragmentarismo en clave poética, la referencialidad cinéfila) recursos que se activan allí, como estrategia expuesta, y se propagan hacia el resto.

De hecho, La casa de enfrente se vuelve también un libro necesario para comprender, o al menos identificar, la estrategia formal de El mar desde la orilla (Criatura, 2019), el sistema de citas y de referencias ocultas|visibles, ya que la autora trabaja y se favorece de esos guiños que parecen surgir en el libro reeditado por Criatura, pero que estaban ahí desde antes. Esta peculiaridad en su estilo produce el efecto de estar todo el tiempo perdiéndose de algo que se dijo, muy similar a lo que ocurre con la prosa de Roberto Appratto. Sea como fuere, Muchachas de verano en días de marzo se divide en tres partes recursivas, dialogantes, móviles: en la primera hay un taxi, el texto es el camino, el lugar a donde va la protagonista. Pero me contradigo, no hay personajes, hay crímenes, hay denuncias, hay mujeres muertas y sin nombre. En la segunda hay un tren y tres destinos, Frankfurt, Viena y Copenhague donde opera una búsqueda, un escape, «una manera segura e inadvertida de desaparecer». La tercera parte reposa sobre conversaciones, minirrelatos, fragmentos de vida, experiencias intergeneracionales entre mujeres y la inevitable presencia del cine, ese otro lugar de alivio, esa otra alternativa: «Hay una mujer sola en el cine, con toda su ropa esperando en los roperos».

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Ida no, vuelta. En octubre de 2021, durante el último tramo de la pandemia, la sala de Literatura del Instituto de profesores Artigas, junto a la Asociación de Profesores de Literatura del Uruguay (APLU) y las editoras de Rebeca Linke, organizaron un nutrido coloquio sobre la obra y trayectoria de la poeta uruguaya Ida Vitale (Montevideo, 1923). El evento fue llevado a cabo en la Biblioteca Nacional, con la concurrencia de la longeva y multihomenajeada poeta. La comisión organizadora del evento fue integrada por estudiosos/as de calibre como Juan Carlos Albarado, María del Carmen González, Patricia Núñez y Néstor Sanguinetti. Tiempo después, como registro escritural y testimonial de la jornada, se publicó el libro que recoge los trabajos presentados, Ida Vitale. Abrir palabra por palabra el páramo. Estudios sobre su obra (2023). 

En el libro comparece una variada y rica camada de textos, de enfoques y, en definitiva, de aportes vinculados a algún aspecto de la obra de Vitale, repartidos entre varias generaciones de académicos, como Andrea Arismendi, Luis Bravo, Andrea Aquino Suárez, Francisco Álvez Francese, Pablo Brescia, Lucía Delbene y Leticia Hornos, entre otros, quienes nos invitan a conocer un poco más sobre la autora, fuera y dentro de sus libros. Al comienzo, Albarado y Núñez perfilan el camino de lecturas que la compilación ofrece: «Leer a Ida Vitale debería ser una obligación escolar, no así los numerosos artículos críticos sobre su obra que día a día aumentan. Sin embargo, estos puede ser una buena clave de lectura para ingresar al universo Vitale». 

En ese prólogo, también se refieren a «un estado injusto de las cosas», debido a que Ida «podría decirse que era más conocida en el extranjero que en su propio país», hasta que se le concedió el Premio Cervantes en 2018. Tal premio acaso llegó también para subsanar la falta de alcance popular que tuvo y que todavía tiene su obra, a diferencia del vínculo que otras figuras de la denominada Generación del 45 guardan con los lectores contemporáneos. Para el caso de la poesía basta mencionar a Idea Vilariño, quien finalmente se granjeó cierto cariño popular, pero cuya obra —en cuanto a calidad— se posiciona varios escalones por debajo de la de Vitale, o incluso que la de Amanda Berenguer, autoras que paulatinamente y, por fortuna, han sido rescatadas y (re)leídas con mayor atención. El tiempo pone las cosas en su lugar.

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Cajón 2. Gracias por las flores, de Laura Lockhart + El entorno digital. Breve manual para entender cómo vivimos, aprendemos, trabajamos y pasamos el tiempo libre hoy, de Pablo J. Boczkowski y Eugenia Mitchelstein

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El recuerdo que seremos. Que las narradoras uruguayas tienen poca visibilidad, más allá de algún coletazo puntual, lo sabemos. Entre varios ejemplos, hay uno: Laura Lockhart (Montevideo, 1952). Inicialmente editada previo a la pandemia por Civiles Iletrados con La espléndida desnudez de las cosas (2020), Lockhart dio a conocer allí una catarata feroz de buenos textos; cuentos a puño limpio; a la vieja usanza, rápidos, contundentes como un chicotazo: página y media, dos y listo, a otra cosa. Ahora vuelve a escena (no lo digo de casualidad, sino porque que es egresada de la EMAD) con Gracias a las flores (2022) para demostrar, perdón, para confirmar, su «singular, desfachatada forma de encarar la escritura y valiente al atreverse con temas incómodos», como señala Cecilia Ríos en la introducción. 

Esta nueva tanda de historias no pierde pie frente a la anterior y, del mismo modo, se enfoca sin vueltas ni rodeos perniciosos a la tarea de trazar anécdotas de diverso cariz, por ejemplo apelando al tono humorístico o tragicómico en «Cortina de humo», «Divinas cicatrices», o bien, en «Puntadas», por nombrar una tríada conceptual bien lograda dentro del libro. Tampoco hay complicados circunloquios poéticos de autoficción para disimular el uso de la propia ficción que evoca: en las de Lockhart hay pura invención, trabajo con la materia narrativa, y eso produce una cercanía muy cara al estilo de sus narradores/as. Son dueños de sus palabras, más allá de los recursos que cada uno utiliza para plantearlas; de ahí que cuentos como «Equipaje» y el homónimo «Gracias por las flores» puedan convivir de manera natural y sin molestarse entre sí, más allá de que sus propuestas nada tienen que ver, y hasta se podría pensar que al menos uno de ellos no pertenece al conjunto, pero no. La colección es pareja y uniforme, algo bastante difícil de lograr cuando hay variedad y cantidad, aspectos que buscan (y logran) complementarse con sensibilidad e inteligencia. Son cuentos, a secas, y por suerte.

*

La vida en las pantallas. No es la primera vez que Pablo Boczkowski y Eugenia Mitchelstein publican juntos. Ya lo habían hecho en La brecha de las noticias: La divergencia entre las preferencias informativas de los medios y el público (2015). Por si no los conocen, él es doctor en Ciencias y Estudios de la Tecnología (por Cornell), profesor de Ciencias de la Comunicación y director de la Maestría en Liderazgo de Empresas Creativas (Northwestern University), y ella es directora del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de San Andrés, donde codirige el Centro de estudios sobre Medios y Sociedad, además de ser Licenciada en Ciencias Políticas y Magíster en Medios y Comunicación por la London School of Economics and Political Science. Vaya dupla. En El entorno digital, compendio y profundización de una serie de artículos publicados entre 2018 y 2020, en los que dialogan con sus pares académicos sobre diferentes asuntos, vuelven a la carga para hincarle el diente a la relación que mantenemos con los medios y las tecnologías de la información: «para ilustrar el papel que desempeña en un amplio espectro de facetas de la vida cotidiana y analizar qué significa para la cultura, la sociedad  la política», según comentan en el prefacio.

Dividido en cinco capítulos compartimentados,Boczkowski y Mitchelstein en el libro reflexionan sobre la dimensión digital en diferentes temáticas: algoritmos, género, raza y etnicidad, crianza, trabajo, citas, deportes, noticias, activismo y realidad virtual. A su vez, implementan una metodología coral para hilvanar voces autorizadas (en su mayoría contemporáneas), en virtud de generar consenso sobre los fenómenos analizados y establecer así una contribución en cada asunto. El libro lo consigue con creces, y cuenta con una muy buena curaduría bibliográfica. El resultado, un excelente manual para los tiempos que corren. Bah, que vuelan.

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