picado fino
Partícula III
Por Aldo Mazzucchelli Mazzucchelli / Lunes 12 de marzo de 2018
El profesor Colmo ha explicado cómo se jodió no ya el Perú, sino América entera, con toda claridad: creyéndose más inteligentes que la realidad. Comprando sueños de grandeza y superioridad espiritual mientras casi nadie se preocupaba por hacer algunas cosas meramente bien. Solo unos pocos se preocupaban aquí y allí, durante unos cincuenta años, por hacer lo que toca sin creer en ninguna superioridad intangible. Más escuela, más trenes, más fábricas, más vacas, y un cuento o dos, por decir algo, en el Río de la Plata, sobre la moral del gaucho borracho —Güemes, Caravallo, el Goyo Jeta, Ramírez, Urquiza— pasado primero a bronce, después a cobre. Aunque, claro, la catástrofe es tan cercana e inminente que casi se puede sentir el ruido, como un ruido de galopes quebrados por las serranías violetas del este. Y justo aquí la imagen fea, cursilonga, que se había escapado, manoteada de O’Netty o algún otro «escritor uruguayo», le había sonado—prueba de que, en tiempos de picado fino, no prueban las letras sino por boca ajena, prueba de que el país no puede sobre-vivir. Y dale. Su ideal de belleza tiene todos los problemas de los ideales superiores en nuestro continente: su inadaptación. Por la belleza se termina y no se empieza. ¡Practicar ideales estéticos en países que no han salido de la larva de lo más fisiológico e inmediato! En países en que hay que empezar por aprender a ser «un buen animal», como dice Emerson, para poder ser luego unos buenos hombres y buenos ciudadanos, Rodó quisiera comenzar por lo último, por ser buenos «estetas». Para mí eso no tiene sentido.» Qué se yo. El problema quizá estuviera más bien en unir la noción de «estético» con la noción de «predicar». Olvidando así, y picando fino un poco antes de tiempo: que si sustituimos a Dios no podemos reponerlo de ninguna manera. Pero ¿cómo se puede no sustituir a Dios y al mismo tiempo seguir escribiendo?