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Performance y escritura

Práctica de escritura performática semanal

Por AniMale / Jueves 14 de julio de 2022
«Dibujos de sol», de Ana Bidart. Galería Proyecto Paralelo.

La escritura puede ser vista como una práctica performática. El dúo AniMale propone y registra en estas páginas un ejercicio periódico: «Cada martes entre el 15 de marzo y el 15 de junio a las 15 horas, dedicamos unos minutos a escribir sobre cómo percibimos el cuerpo y el entorno en ese momento». El resultado, como verán, pone en cuestión algo tan cotidiano como el «ahora».

15 de marzo

La escritura automática siempre sirve para arrancar. Ese dejar fluir una especie de monólogo interior sencillo y llano que nos habla al oído de manera ordenada. Lo difícil es reproducir las otras voces, no en un sentido esquizofrénico sino en un sentido real. Esas voces más complejas (o quizás imágenes) que conviven y coexisten en el espacio mental, de las que este hilo narrativo es solo una. Justificar el texto. Pasa un avión por la ventana y mi atención se dispersa. Estamos en la ruta al aeropuerto y pasan aviones con frecuencia. Pasan muy cerca. Se puede ver el dibujo de la aerolínea desde donde estoy sentada. Ver el dibujo de la aerolínea en la cola del avión desde donde estoy sentada me produce un vértigo indescriptible, cercano a la agorafobia. Dos planos se superponen de manera vertiginosa. Uno de ellos flota en el aire. Se acerca. El ruido es cada vez más fuerte. No puedo mirar por la ventana. De hecho, en este momento correría a meterme debajo de la cama.


22 de marzo

Miro mis manos mientras escribo. Se mueven rápido sobre el teclado. Están un poco más arrugadas que la semana pasada y un poco menos que la semana que viene cuando me siente a escribir nuevamente. Bastante menos de lo que estarán al final de este ejercicio, en unos meses. Las uñas también se arrugan. Los surcos de mi cara son las huellas de la repetición obstinada de alegrías y tristezas.  


29 de marzo

Hace algunos veranos me traje unas piedras de una playa, unas piedras naranjas lustradas por el agua y el tiempo que son como de arcilla, pero muy compactas y resistentes (de esto hace como diez años y no se han roto pese a las mudanzas). Al costado, en el mismo escritorio, veo una capa de polvo. Hace semanas que no paso un plumero, entonces pienso que debería limpiar, cambiar ese polvo de lugar, sacarlo de mi vista, pero vuelvo a mirar las piedras y pienso que en un futuro muy lejano esas mismas piedras quizás sean el polvo en el escritorio de alguien más. Siento nostalgia por el tiempo que me es ajeno como humano, ajeno y casi imposible de imaginar y decido dejar que las piedras coexistan con el polvo en el que devendrán. Inmerso en ese tiempo, me es imposible moverme o pensar y, de a poco, lentamente, me fundo, me confundo con el polvo y con las piedras. Primero se me petrifican las manos, después las piernas, los brazos, la cabeza. Lo último en petrificarse es la mirada que por muchos años permanecerá en ese rincón del escritorio hasta que yo mismo sea polvo y termine por ser barrido.


5 de abril

Hoy me pesa el tiempo en los ovarios. Un tiempo ancestral y milenario que se repite de manera cíclica por un período limitado. Es difícil (o imposible) imaginar el fin del tiempo.


12 de abril

En un mes es mi cumpleaños. Me gusta hacer el ejercicio de recordar cada cumpleaños de mi vida, empezando por el primero que recuerdo. Dónde estaba, cómo me sentía, quiénes estaban conmigo, qué pensaba. 


19 de abril

Ritmo de mi cuerpo al día de hoy: 

70 pulsaciones por minuto 

17 inhalaciones y exhalaciones por minuto

20 pestañeos por minuto

3 veces trago saliva por minuto 


26 de abril

En mi sueño hablaba con ella, me contaba que estaba bien y me afirmaba que la muerte no existe. Cuando lo decía se me hacía evidente que mi cuerpo está compuesto de otros cuerpos que ya no están pero sienten, piensan, actúan y respiran por mis poros. Mi cuerpo es el contenedor de todos los fantasmas, de todas las ausencias que lo mueven.


3 de mayo

Ping-pong de obras que trabajan con el tiempo como materia y que nos vienen a la mente:

Relación en movimiento, de Abramovic y Ulay

El tiempo, de Los Torreznos

Mi última foto, de Esthel Vogrig

Tiempo, de David Lamelas 

El Reloj, de Christian Marclay

Hombre en el espejo, de Guy Sherwin

Y el tiempo pasa, de Esther Ferrer

Dibujos de sol, de Ana Bidart


10 de mayo

Los dedos de las manos se mueven intercalando golpecitos la espalda recta y el peso recostado las plantas de los pies reposan pierna derecha se eleva los músculos se contraen la cabeza se inclina hacia adelante los ojos se mueven en unísono hacia la izquierda y abajo la mano derecha se despega el dedo índice se adelanta izquierda abajo continuo estira frota y repite la lengua ligeramente se mueve de arriba hacia abajo los labios se separan el aire sale en forma de sonidos los ojos arriba derecha centro las cejas hacia arriba el aire devuelve aire calor ardor las yemas frotan la piel alivio el pie derecho sobre el suelo el izquierdo se eleva la espalda encorvada la cabeza hacia arriba trago saliva todo negro pestañeo el brazo se alarga sin ser visto un pie y luego el otro arrastran el resto del cuerpo pestillo suenan las maderas con cada paso la puerta se desliza y roza contra el suelo las llaves se apuran a cantar todo suena hoy nada parece ser discreto palma de la mano en perpendicular a la frente todo blanco todo negro todo blanco todo negro los ojos tardan en acostumbrarse al sol. Afuera lejos unas manchas negras recortan el celeste, giran, suben, bajan, aparecen y desaparecen de cuadro, la temporalidad de mis reflejos se demuestra lenta hoy para seguir el vuelo de los pájaros. 


17 de mayo

Por la mañana me corté las uñas y dejé un ratito esos pedazos desprendidos de mi cuerpo sobre la mesa de luz. Son una parte de mí que hoy dejo ir. Mañana iré a la peluquería y dejaré otro tanto. Mientras tecleo mis manos sudan y van dejando un rastro sobre las teclas de la computadora que solo percibiré luego de un año de uso. 


24 de mayo

Antes de ayer lloré por todas las madres que buscan a sus hijxs desaparecidxs. Agua rota que se va y que inunda todo de rabia. 


31 de mayo

Ritmo del entorno en este momento. 

En 1 minuto escucho: dos ómnibus, un auto, unos ladridos a la distancia, unos gritos de niñxs, las teclas de mi computadora, el sonido del viento en la ventana, un maullido. 

En 1 minuto veo: pájaros en el cielo, hojas de los árboles amarillas que flotan, una pared amarilla, una mesa blanca, un par de auriculares, un cenicero, mis manos, una gata, un sofá, un par de almohadones, una biblioteca, libros, hojas verdes de un helecho enorme, la baranda de un balcón, la calle, autos, gente, nubes.


7 de junio

De chico solía rasparme todo el tiempo, siempre con cascaritas en las rodillas y en las calles, los muros pintados con restos de mi piel, restos o huellas que vamos dejando y que rara vez nos detenemos a mirar. Solía pensar en mi cuerpo como algo cerrado en sí mismo, pero ahora pienso que mi cuerpo trasciende sus límites y que no solo son huellas que va dejando por ahí, sino que mi cuerpo existe en y es todos esos lugares. Mi cuerpo está también fuera de mí, solo que a veces me olvido. 


14 de junio

Mientras escribo pienso que en este instante alguien está leyendo esto que estoy escribiendo en este instante. Y ahora. Ahora. En este mismo momento, ahora, ya, lee esta palabra que es la última.


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