el llamado de la naturaleza
Rimer Cardillo: del Río de la Plata al valle del río Hudson
Por Gustavo Fernández / Miércoles 11 de julio de 2018
Rimer Cardillo es un artista visual y grabador uruguayo que, desde finales de los setenta, está radicado en Estados Unidos, en el Valle de Hudson. Desde allí, resignifica a través de su obra el llamado de la naturaleza. En el Museo Nacional de Artes Visuales se puede visitar su más reciente muestra que busca dar un panorama de las diferentes facetas y técnicas, que dan cuenta de una obra tan amplia como brillante, y que Gustavo Fernández aprovecha para explorar y contarnos en esta nota.
Desde el pasado 28 de junio de 2018, se puede visitar en el Museo Nacional de Artes Visuales la muestra antológica de Rimer Cardillo, donde se hace una recorrida que pretende abarcar todos los períodos de investigación de uno de los artistas uruguayos más singulares.
Cuando entramos a la sala 2, en la planta baja del museo, nos topamos con una serie fotográfica de coloridos pájaros muertos del valle del río Hudson.
El artista procede a registrar con su cámara, además de las aves, insectos, plantas, frutos, lagartos, armadillos, mapaches, incluso un ñandú o una tortuga marina a los que posteriormente les toma un molde para preservar la huella: plumas, escamas, defensas, dejan una memoria que documenta la existencia de un ser vivo al que en apariencia el artista quisiera devolverle la vida y preservarlo.
Esos moldes de terracota o yeso son usados a posteriori para formar parte de sus reconocidas instalaciones inspiradas en los famosos cupí (hormigueros), término proveniente del guaraní para nombrar las estructuras de tierra sobresalientes en el paisaje construidos por las hormigas, a las que Cardillo relaciona con los cerritos indígenas.
Entomología y arqueología se interrelacionan en la búsqueda a través de la interpretación del artista y es ahí que cuajan en sus acumulaciones cónicas de tierra donde Rimer coloca los moldes de diferentes especies de aves, reptiles y pequeños mamíferos confluyendo hacia el centro en una especie de llamado a la vida, a la recuperación de lo perdido, una arqueología de la memoria de nuestra naturaleza.
A poco de recorrer las tres salas, comprobamos que existe —más allá de su inconfundible estilo estético— un hilo conductor que une toda su obra, la preocupación por la preservación de la fauna y la flora, tanto de acá como de otras partes del mundo y, por lógica, del valle del río Hudson que es su segunda residencia.
Llevado por sus necesidades expresivas, no solamente es diestro en el dibujo, que podemos apreciar en dos de los cascarudos expuestos, sino que termina dominando todas las técnicas del grabado: en madera (xilografía), en metal y sus variaciones, litografía y técnicas experimentales como serigrafia con barro.
Es por demás interesante poder ver las planchas de grabado expuestas, de cobre y de madera, donde el artista llegó a incrustar elementos ajenos como trozos de metales, rejillas y tornillos (recomiendo observar la del caballo o la del cascarudo) enriqueciendo la huella dejada en cada copia. Muchas veces con el «gofrado», que resulta de la impresión acromática, donde el relieve que surge de la presión sobre un papel grueso húmedo crea una especie de bajorrelieve en el que los protagonistas son la luz y la sombra.
La fotografía ha sido una herramienta para Rimer Cardillo casi desde un principio, permitiéndole registrar y documentar, aportando material visual para su búsqueda, incluso interviniéndolas con técnicas del grabado y el dibujo, independizándose de su búsqueda plástica como la serie en blanco y negro de los insectos entre agujas, tuercas y otros elementos que los mantiene apretados, sofocados, torturados, obra que testimoniaba los tiempos difíciles que empezaba a enfrentar el país con el comienzo de la dictadura cívico militar.
Ya desde sus primeros trabajos, en las xilografías de fines de los sesenta, su figuración, si bien en los comienzos tiende a la abstracción, es siempre orgánica, remitiéndonos a semillas o formas celulares. La representación fiel de los insectos y plantas da paso a otras investigaciones como los moldes de animales encontrados.
Uno de los aspectos interesantes de lo que podemos apreciar en la sala 5 es el otro cupí realizado con moldes de papel tomados de diferentes especies de pájaros, de una limpieza quirúrgica que se contrapone con el de la sala de abajo, realizado totalmente de tierra, y moldes de yeso y terracota.
A la vez, en el fondo de la sala (un tanto escondidos), se aprecia una serie de veinte moldes fundidos en bronce y aluminio, desde el gran caparazón de una tortuga marina hasta las «acumulaciones» de hongos, mostrándonos otro de los lenguajes utilizados por el artista para registrar diversas formas de vida zoológica y botánica.
Más allá de poder ver una exhaustiva muestra diferente a lo que estamos acostumbrados, es una buena excusa para acercarnos a la obra del artista uruguayo Rimer Cardillo.
La muestra puede visitarse hasta el domingo 19 de agosto, en las salas 2, 4 y 5.
Por más información, clic aquí.