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aventuras fantásticas en algún lugar del planeta Tierra

Un mar que hay que cruzar: la historia real de Enaiatollah

Por Federico Ivanier / Domingo 21 de octubre de 2018

La historia de Enaiatollah puede ser la de muchos otros jóvenes de Oriente. Perdido en algún lugar de Afganistán, este niño lo perderá todo para emprender un camino hacia una nueva vida, una en la que quizá encuentre su identidad. Esta historia real, novelada por Fabio Geda, es contada a través de la experiencia lectora de Federico Ivanier, para asegurarnos que, aunque haya cocodrilos en este mar, debemos adentrarnos en él.

Las historias con árabes protagonistas suelen ser dramáticas, extremas y, hasta cierto punto, increíbles. Suelen ser de esas en las que triunfa «el espíritu humano». Debo admitir desde el comienzo que esa idea del «canto a la vida» me hace acordar demasiado a tarjetas de navidad y suele generarme una cantidad tan grande de anticuerpos en el pensamiento que el cerebro directamente se me apaga.

Y sí, En el mar hay cocodrilos, de Fabio Geda, posee un gran nivel de drama y de situaciones extremas (e increíbles, sin duda) pero la novela captó mi atención y mantuvo mi interés hasta el final. La palabra novela para describirla es más bien una deformación profesional, porque no es un libro de ficción, sino una historia real, pero resulta muy evidente que la estrategia de escritura es novelesca y, siendo honestos, resulta imposible saber si la historia pasó exactamente del modo en que se narra, por lo que me resulta imposible no mirarla como una novela.

La trama es muy simple, aunque terrible. En el año 1999, en Ghazni, una zona perdida de Afganistán donde no hay ni registro civil, una madre toma una decisión radical para salvarle la vida a Enaiatollah, su hijo mayor: lo lleva a Quetta, una ciudad en Pakistán, cerca de la frontera con Afganistán, y allí lo abandona.

La razón es que la familia de Enaiatollah es hazara, un grupo étnico percibido como una raza impura e inferior por los pastunes, que es la etnia que manda, digamos. La historia es tan insólita que seguramente es real: el padre de Enaiatollah era forzado a contrabandear por los pastunes. El libro, que reproduce la voz de Enaiatollah (aunque escrita por Fabio Geda), lo cuenta así: «Para obligarlo, le dijeron a mi padre: Si no vas a Irán a recoger mercancía para nosotros, matamos a tu familia; si escapas con la mercancía, matamos a tu familia; si cuando llegas falta mercancía o está estropeada, matamos a tu familia; si te dejas engañar, matamos a tu familia. En resumen, si algo sale mal: matamos a tu familia».

Como es de esperar, el padre termina contrabandeando, pero siendo descubierto, asesinado y, sobre todo, perdiendo el cargamento, por lo que los pastunes rápidamente visitan a la familia de Enaiatollah para informarles que deben pagar dicha pérdida. Cuando la familia dice que no tiene dinero, entonces la perspectiva se vuelve clara: se van a llevar al hijo mayor para trabajar de esclavo (cuando lo encuentren, porque en ese momento no está en casa).

Esto hace que la historia se desencadene: la madre cruza la frontera y abandona a su hijo de diez años (más o menos: recordemos que no hay registro civil) en otro país. La manera en que se da el abandono es casi mágica: una noche, Enaiatollah se duerme con su madre al lado. Cuando se despierta, ya no está. Y punto.

De ahí en más, Enaiatollah deberá sobrevivir de algún modo y esa es la historia de En el mar hay cocodrilos. Sobre todo porque pronto la supervivencia de Enaiatollah se convierte en viajar hacia una ciudad (una vida) mejor y eso lo lleva a un periplo de cinco años como viajero ilegal, en manos de traficantes de personas, recorriendo Pakistán, Irán, Turquía, Grecia y, finalmente, Italia, donde conoce a Fabio Geda y, a los veintiún años de edad, le cuenta su historia.

Y esta historia que Enaiatollah tiene para contar es tan poderosa y llena de giros que no te quedás en paz hasta que llegás al final (tengas la edad que tengas). Es cierto: muchos de los eventos narrados se sostienen porque la tapa del libro avisa que esta es «la verdadera historia de» y, en esa perspectiva, se te vuelven memorables. Pero la mayor fortaleza de En el mar hay cocodrilos es lo que Fabio Geda hace con el material que Enaiatollah le brinda.

Es una prosa cuidadísima que reproduce la voz en primera persona de Enaiatollah, volviéndola creíble, fluida y capaz de construir un personaje de manera precisa y sentida. La sensación de leer a Enaiatollah es muy potente a lo largo de todas las páginas y, sobre todo, la de leer a un niño. Es verdad, se trata de un niño peculiar, con una madurez inusitada, pero nada de eso impide disfrutar del texto y del personaje.

Hay, cuando menos, dos grandes virtudes más en este libro. Por un lado, la constante sobriedad. En ningún momento el libro quiere centrarse en los sufrimientos del personaje, en la crueldad o crudeza de su situación de vida, sino que relata los eventos como si ninguno requiriese un énfasis peculiar, lo que nos lleva a nosotros, como lectores, a decidir qué debe estar enfatizado y qué no. La aparente liviandad con lo que se cuenta todo, en realidad, transmite el peso brutal de lo ocurrido.

Pero, además, Fabio Geda toma la opción de intercalar diálogos supuestamente literales que él tuvo con Enaiatollah. Además de estar todos muy bien elegidos y colocados, también generan en el lector una sensación mayor de veracidad, al punto de que el libro se convierte en algo a medio camino del documental y la peli.

Podrá haber cocodrilos en este mar, pero sin duda vale la pena cruzarlo.

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