LA BIC DE DIOS
VILLALBA FERNANDO
UYU 748
UYU 880

UYU 660
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Temática:
Editorial: FIN DE SIGLO
Cantidad de páginas: 528
Peso: 383g
ISBN: 9789974909434
Dios escribe derecho con renglones torcidos.
Fernando Villalba crea un mundo narrativo completo y arduo, eléctrico, psiquiátrico, delirante, pero de una coherencia que abisma. Una escritura precisa, en ráfagas, en flashes, en diálogos sostenidos, intensos, con un extraordinaio sentido de la ironía y el ritmo visual, lleva adelante un tour de force gozoso, inesperado, divertido hasta la carcajada, pero profundo hasta el pasmo, porque provoca inevitablemente una reflexión sobre la naturaleza de lo normal, de lo consuetudinario, de la mutación permanente de la esencia humana.
Gutiérrez, el protagonista, cree ser Dios y lo es en este mundo donde «no hay remedio certero para los dolores del alma», según armó Machado de Assis, quien había escrito El alienista, ilustre antecedente y quizá provocación para esta obra frenética, exacta y deslumbrante de Villalba. Saúl, el doctor, tal vez el supremo sacerdote de Dios Gutiérrez, es víctima y verdugo a la vez, ociante del sacricio y terapeuta. Selva, Estela María, la doctora Claudia y Alina, forman parte de la galería de mujeres que son a la vez la base de la cura y la causa del trastorno. Una teología psicótica, un humor descacharrante, una melodía envolvente de locura y belleza se desarrolla en estas páginas.
Fernando Villalba crea un mundo narrativo completo y arduo, eléctrico, psiquiátrico, delirante, pero de una coherencia que abisma. Una escritura precisa, en ráfagas, en flashes, en diálogos sostenidos, intensos, con un extraordinaio sentido de la ironía y el ritmo visual, lleva adelante un tour de force gozoso, inesperado, divertido hasta la carcajada, pero profundo hasta el pasmo, porque provoca inevitablemente una reflexión sobre la naturaleza de lo normal, de lo consuetudinario, de la mutación permanente de la esencia humana.
Gutiérrez, el protagonista, cree ser Dios y lo es en este mundo donde «no hay remedio certero para los dolores del alma», según armó Machado de Assis, quien había escrito El alienista, ilustre antecedente y quizá provocación para esta obra frenética, exacta y deslumbrante de Villalba. Saúl, el doctor, tal vez el supremo sacerdote de Dios Gutiérrez, es víctima y verdugo a la vez, ociante del sacricio y terapeuta. Selva, Estela María, la doctora Claudia y Alina, forman parte de la galería de mujeres que son a la vez la base de la cura y la causa del trastorno. Una teología psicótica, un humor descacharrante, una melodía envolvente de locura y belleza se desarrolla en estas páginas.
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