Reflexiones
Día de la Visibilidad Trans: ¿lo que existe o solo lo que es cómodo ver?
Por Ciro Benjamín / Viernes 31 de marzo de 2023
Ciro Benjamín escribe desde su propia experiencia sobre la visibilidad trans: «Porque merecemos el futuro más brillante y amoroso, como también el más desapercibido y tranquilo». Un ensayo agudo para pensar (incómodamente) sobre las relaciones de poder que condicionan y permiten, o no, la visibilidad.
Sería, tal vez, obvio comenzar definiendo la visibilidad como lo que vemos. ¿Pero esto es lo que existe o solo lo que es cómodo ver?
Extraído de la RAE: visibilidad.
Del lat. tardío .visibilĭtas, -ātis.
1. f. Cualidad de ser visible.
Cuando alguien en algún lugar pregunta qué es ser trans, en el imaginario colectivo la primer imagen que aparece es la de una feminidad nacida a los 18 y asesinada a los 35, por debajo del umbral de pobreza y por encima del de violencia. Porque este es el precio de habitar una identidad que se desvía de lo esperado. El discurso establece las reglas de juego: la condena naturalizada, la posibilidad de existencia y su temprana y ya pactada culminación. Entonces como decía Lohana Berkins: «nuestra venganza será llegar a viejas». Pero, ¿qué significa llegar a viejas? Para muchas, entre las que me encuentro, habitar la frontera de otro dualismo. Porque gritarnos orgullosas de ser travestis es rápidamente censurado por nombrarnos disidentes del sistema sexo-género, que nos regala unos años más de vida al quitarnos unos cuantos de estigma. ¿Esto es cómodo para quién?
Paul B. Preciado (2020) interroga de dónde nace esta certeza que enuncia que sólo los sujetos subalternos poseemos una identidad. Como si ustedes, quienes se encuentran en otro punto del espectro de género, no tuvieran también una. Y es que, en realidad, de lo que se trata es de lugares asignados en medio de relaciones de poder. Es cierto que definir tranquiliza, sobre todo para marcar un límite con quienes no somos. No pertenecemos para que ustedes sí puedan hacerlo. Sin embargo, la falacia del monopolio identitario rápidamente se derrumba cuando nuestra presencia amenaza toda estructura deseante. Y es que, con una travesti enfrente, es difícil no preguntarse por lo impensado. La pregunta se repliega y alcanza, en muchos casos por primera vez, a ser escuchada: ¿soy quien quiero ser? Es desde allí que esto existencial deja de lado toda armonía y somos depósito del odio que supone ver de pronto amenazada nuestra única verdad. Eso de lo que estábamos seguros parece tambalear y a nadie le gusta pisar en falso, mucho menos cuando conocemos las represalias del caer. Entonces, se ubican del otro lado, entenderse como quien castiga es menos sufrido. Lo malo está afuera, lejos.
Ser trans es deambular entre la solemnidad académica que nos invita a participar del circo con el que, orgullosos, descubren a distancia y con asombro que tenemos un saber ¡incluso siendo analfabetas! a la vez que, afuera, serlo solo nos condena a nuestro único futuro posible, el que claro nos habían advertido con golpes y expulsiones antes. Nuestro punto de encuentro, como escribe Susy Shock (2020), es el fracaso. Entonces:
¿En serio piensan que queremos sentarnos en sus mesas y aprender cómo se almuerzan
y se cenan esas vidas de espanto?
A nosotras nos matan
aunque en el documento diga que nos llamamos Diana Sacayán.
Y el tema no es negar las viejas luchas,
sino gritarles en la cara eso mismo:
¡que a nosotras nos matan sin ninguna nueva sutileza!
Mientras ustedes se casan,
mientras inventan una nueva palabra que les define,
mientras el Banco Mundial sortea becas
y programas para que en el mundo todos y todas seamos afines,
¡pero resulta que a nosotras nos matan por travas!
(Susy Shock, 2017. Hojarascas)
¿Cómo se reivindica sin miedo cuando gritarnos también nos castiga? La visibilidad en una segunda definición, como lo que no angustia ver. Y desde acá me presento y escribo, con poco orgullo pero mucha culpa. Sucede que la suerte se vuelve pesada cuando te permite habitar un mundo que no fue pensado para que estuvieras ahí, ni quiere que lo estés tampoco, pero valora el esfuerzo que te retuerce de saberte permanentemente impostor de otro destino, ese es su castigo. Y es que de abandonar el primero nadie sale ileso. Pero reapropiarse de estas vidas puede ser nuestro nuevo punto de encuentro para escapar del fracaso. Sabernos abrazadas, deseadas, amadas. Sin embargo, esto no es suficiente para subsanar a nuestras muertas que no pudieron siquiera imaginar el calor de otro cuerpo sin preguntarse si eso alcanzaría para no ir a dormir con el estómago vacío esa noche.
Entonces vuelvo al principio: ¿esto es lo que existe o solo lo que es cómodo ver?
Rescatar belleza, en este caso, también es virtud. Porque hemos sido ultrajadas con nuestro nombre, golpeadas hasta la muerte por quienes nos besan a puerta cerrada, patologizadas y posteriormente rescatadas por el extractivismo académico. Hemos sido abandonadas, humilladas e ignoradas, pero nada de esto ha impedido construir un futuro mejor para las que vienen mientras agradecemos a las que estuvieron antes. Porque ya no teníamos nada que perder, porque el fracaso era nuestro único lugar y entonces imaginamos otros destinos. Porque hoy nos ven, aunque no sea cómodo ni quieran hacerlo. Porque hoy escribimos columnas, libros, canciones. Porque hoy conducimos programas de televisión, actuamos, cantamos. Porque hoy estamos en la universidad, nos recibimos, casamos y tenemos la vida más cliché que la posmodernidad critica. Porque, hasta ayer, nos fue siempre negada. Porque merecemos el futuro más brillante y amoroso, como también el más desapercibido y tranquilo. Porque no nos debemos más que a nosotras mismas, por haber resistido.
Y yo, tuve la suerte de poder enunciarlo. Pero vos, ¿a cuántas personas travesti-trans escuchaste antes?
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