Las cartas perdidas de Mileva
La historia secreta
Por Roberto Appratto / Jueves 30 de enero de 2020
A partir de un acontecimiento histórico como la publicación de las cartas entre Albert Einstein y la matemática (y primera esposa) Mileva Maric, M. Miranda Maloney imagina una respuesta perdida, secreta y poética de la científica, más allá de su función documental. Roberto Appratto nos invita a leer la traducción de la poeta uruguaya Laura Cesarco en una edición bilingüe de Yaugurú.
Hace algo más de treinta años la Universidad de Princeton publicó el libro Albert Einstein-Mileva Maric: las cartas de amor. Era la revelación del hallazgo, en la caja fuerte de un banco, de la correspondencia entre Einstein y su primera esposa, su compañera de estudios en Zurich, Mileva Maric. En esas cartas el romance y los pormenores de los primeros años de matrimonio alternan con referencias a los trabajos científicos de Einstein, y tienen una cierta relevancia respecto del lugar que le daba a Mileva en su vida cotidiana, y de cómo ella no debía incidir negativamente en el desarrollo de sus teorías. Entre los pasajes de esas cartas pueden leerse, aparte de poemas de amor, órdenes explícitas en caso de que se deseara continuar la convivencia, después de una separación:
Usted velará porque 1) mis trajes y ropas sean mantenidos en orden, 2) que yo sea servido con tres comidas regulares al día en mi habitación […] usted renunciará a toda relación personal conmigo, excepto cuando estas sean requeridas para mantener las apariencias sociales […] usted no esperará ningún afecto de mí.
Se sabe que Mileva contribuyó al desarrollo de la teoría de la relatividad y quedó, como muchas otras mujeres, relegada por la historia.
Las cartas perdidas de Mileva es un libro de poemas de la estadounidense M. Miranda Maloney, publicado en 2014 y traducido al castellano por la uruguaya Laura Cesarco en 2019. Es una versión poética de las cartas, la otra cara, lo que podrían ser fuera de su condición de documentos secretos: algo así como el secreto del secreto revelado y hecho público en 1990.
Al final del libro, en el último verso, Maloney / Cesarco dicen: «There was a story here / Hubo una historia acá». Esa intuición parece haber sido el comienzo del proyecto: darse cuenta de la posibilidad de dramatizar esa historia posible mediante, entre otras cosas, el formato carta. En un estilo despojado y limpio de versificación, que tiene mucho que ver con el de la misma Cesarco en sus libros (notoriamente el último, Los brazos del saguaro). Así que, en un tono que es a la vez de carta y de diario, como para acentuar el carácter autobiográfico de la escritura poética, esta Milena de la ficción habla en primera persona:
Espero durante el invierno enterrada bajo / la nieve de Zurich. / Abrigada con guantes / de memoria. La nieve blanca traiciona / la melancolía de mis días. […] (poema 1) o Nuestras bocas se dividen con disculpas / ahora mentiras / ahora nada más que bosques / entre nosotros / y en el cielo una uva / es una actuación (último poema del libro)
y narra, a lo largo de las tres partes en que se divide el libro, una historia de amor y desamor que se va pautando de a poco, entre verso y prosa: como anotaciones que esconden reflexiones al pasar como esta: «Sin embargo, las montañas no desaparecen, como un cuadro de Cézanne en el límite del enfermo del artista; las montañas están ahí: implacables e insistentes» o constataciones como «Todos los días él planea su partida. / Todos los días le dice a ella que pronto estará ahí». La escritura, en esa simulación de autobiografía, en ese acceso a la intimidad que permiten la primera y la segunda persona ( «¿Mi exotismo te excita? ¿O me necesitas por mi teoría de las funciones?») se suelta, permite sentir desde el presente constante los movimientos anímicos de la historia desde la vivencia de Mileva.
Las cartas perdidas de Mileva es una edición bilingüe, de modo de poder confrontar la versión inglesa de Maloney con la castellana de Laura Cesarco. Da la oportunidad de apreciar cómo la traducción (que ambas practican, además de la profesión de editoras) ha dado a Cesarco (una muy buena poeta) más relieve a su oficio, en la medida en que aplica su sensibilidad a la transcripción de efectos sonoros y gráficos de la poesía en inglés. El libro apuesta a una posibilidad de la poesía, la de incorporar una voz ficcional a una historia real y, por otro lado, aprovechar la fragmentación de cada poema para aumentar la fuerza testimonial de las «cartas». Las dos versiones lo prueban.
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