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La película que no se repite
Por Gonzalo Torrens / Miércoles 16 de mayo de 2018
La noche que no se repite
Gonzalo Torrens no solo vio La noche que no se repite —la película uruguaya del momento—, sino que, además, conversó con sus realizadores, Manuel Berriel y Aparicio García, y les preguntó todo lo que querías saber sobre esta adaptación cinematográfica de la novela del también maragato Pedro Peña.
La noche es un universo y sus historias no son las del día.
El universo de la noche está poblado de gatos pardos, rufianes misántropos, criminales de poca monta y locos desquiciados.
La noche que no se repite es una película de Manuel Berriel y Aparicio García adaptada de la novela de Pedro Peña, autor nacional, oriundo del departamento de San José.
—A Pedro lo conocimos de pibes porque trabajaba en la ACJ y nosotros nos pasábamos el día boludeando ahí adentro, ¡lo que no sabíamos es que escribía!
Pedro no solo escribía, una de sus novelas había llegado hasta las manos de la madre de Manuel y ella la había devorado con tanto placer, y en tan poco tiempo, que tuvo que comentárselo a su hijo.
Manuel la leyó y una buena tarde se la contó a Aparicio con tal entusiasmo que su amigo no tuvo más remedio que decirle: «Esto tenemos que filmarlo».
—Pudimos producirla porque le dedicamos mucho tiempo, todos cobraron menos de lo que debían cobrar. Ganamos el fondo para Telefilms que ahora está extinto y nos presentamos al Fona, perdimos, pero decidimos hacerla igual porque no queríamos pasarnos diez años buscando financiación.
No teníamos ni un cuarto del presupuesto cubierto, pero la comunidad maragata nos dio una gran mano, no con plata pero sí con servicios y con tiempo. Había una panadería que nos daba los bizcochos que no se habían vendido durante el día, el centro MEC de San José nos prestó una camioneta, que hizo las veces de vehículo de producción, y así más o menos se fue dando la cosa.
Manuel Berriel egresó como realizador cinematográfico en la Escuela de Cine del Uruguay allá por el 2010, forma parte de este recambio generacional que viene tomando lugar en la escena actual del cine uruguayo y compartió clase con varios de los directores que estrenarán su opera prima en el correr de este y el próximo año. Su película, La noche que no se repite, además de ser una adaptación literaria, es también una pieza de cine negro a la uruguaya, una faena delirante, que cruza con identidad propia entre la comedia y el policial, hilvanando una historia poblada por criminales curanderos y «taraos».
—Sabíamos que era una odisea largarnos a filmar, pero la historia valía la pena; Luego por supuesto había una cuestión identitaria muy fuerte, La Noche que no se repite ocurre en un lugar que conocemos bien, nosotros somos de San José, crecimos y vivimos ahí, entonces nos sentimos familiarizados con las locaciones, la geografía de la historia y la de los personajes.
En Uruguay no es común que una opera prima sea una adaptación de una novela contemporánea, por lo que me pregunto qué relación tuvo el propio Pedro Peña con la producción de la película, qué tanto olfateó en la olla antes de que se cocinaran las cosas.
—Con Pedro hubo siempre una gran libertad creativa, sabíamos que contábamos con su visto bueno, pero nosotros no queríamos escribir nada sin tenerlo al tanto. Así es que cada nueva versión del guion se la fuimos enviando para que la leyera, su opinión era un feedback muy importante para nosotros.
La película luce un elenco de actores desconocidos, en su mayoría debutantes en el largometraje.
—Hicimos un casting multitudinario en el ECIE, un centro cultural autosustentado de San José, ahí habrán ido alrededor de ciento cincuenta personas y de ese casting conseguimos a la mayoría del elenco, aunque a los protagonistas en sí ya los teníamos en la cabeza mucho antes y solo necesitábamos reconfirmarlos.
Uno de esos casos es el de Ernesto Pérez, docente y actor que encarna a Olveira, el antihéroe de la historia y una presencia en pantalla que resulta magnética. Olveira es algo así como el Vincent de Tiempos Violentos, pero con la tinta de pelo comprada en la farmacia de la esquina.
El otro roba-escenas es Henry Pocho Sosa, que interpreta a Tranquera, un gánster de pueblo con horrible dicción y mal tino con las mujeres. Su pareja en la película es Barbie, interpretada por la multifacética Sofía Saunier (artista visual, realizadora y actriz), cuyo amor siempre está en debate entre las drogas y el dinero.
La Noche que no se repite ocurre en San José, un lugar que tanto Pedro, el escritor de la novela, como Manuel y Aparicio, los directores, conocen muy bien. Pero el universo que evoca la película pertenece al mundo del cine y la novela negra. Allí colisionan el San José local con el San José cinematográfico y me moría de ganas de saber qué referencias tuvieron, qué películas se colaron en sus cabezas mientras imaginaban esta.
—Vimos muchas películas clásicas, algunas nos ayudaron de manera concreta. Me acuerdo que Giulietta de los espíritus de Fellini fue de gran ayuda para rodar las escenas del curandero, por ejemplo, incluso revisitamos películas que no son del palo como Historias extraordinarias de Mariano Llinás, para todo lo que es el flashback del comienzo, o Attack the Block, que es ciencia ficción, pero que nos ayudó con la trama de Esteban y Manuel (los personajes más jóvenes), incluso Los goonies aparece por ahí también como una referencia para esa línea argumental.
Manuel y Aparicio tienen nuevos proyectos en el horizonte, algunas ideas originales para guiones, pero de momento muy incipientes.
—Necesitamos quemar primero esta etapa antes de arrancar con otra cosa.
La película todavía está en cartel; en San José ya agotó varias veces las entradas, asegurándose cinco semanas en marcha; y en Montevideo, contra todos los pronósticos, incluso hoy, miércoles 16 de mayo de 2018, pueden ir a verla.
La Noche que no se repite puede que no se repita después de todo, aprovechen.
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