Diversidad editorial
Las ferias editoriales como espacio comunitario
Por Erich Schierloh / Jueves 31 de octubre de 2019
Impresionante. Feria de Arte Impreso (Santiago de Chile, octubre, 2018).
Las ferias editoriales independientes son cada vez más habituales. Estos encuentros de entre dos y cuatro días reúnen una gran diversidad editorial, fortalecen el vínculo editor-lector e impulsan las microeconomías vinculadas al mundo del libro. Eric Schierloh, editor de la editorial artesanal Barba de Abejas, repasa los rasgos más importantes que hacen de estas ferias espacios de encuentro y comunidad.
Como respuesta y alternativa al perfil cada vez más empresarial que han ido adoptando las fils (ferias internacionales del libro), con la presencia totémica de los grandes grupos concentrados de la edición, la falta de un criterio de selección por fuera de lo estrictamente comercial y la centralidad de los libros y escritores espectaculares, surgió en los últimos años un tipo diferente de evento: las ferias del libro o de la edición independiente. ¿Independiente de qué? Bueno, en principio de los grupos, la falta de criterio y la espectacularidad. Entre las ferias de este tipo una de las más importantes en la región, junto con la Furia del Libro de Santiago de Chile (que merecería un texto aparte), es la Feria de Editores (FED). La última edición fue la octava, se realizó en la Ciudad Cultural Konex de Buenos Aires, hubo 250 editoriales de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Perú y Uruguay y la visitaron 14000 personas. Mientras estaba allí, en el stand de Barba de Abejas, me preguntaron cuáles eran las características principales de la FED. Recuerdo que pensé, mientras las enumeraba, que esas características eran compartidas con otras muchas ferias de diferentes proporciones y lugares que había tenido el privilegio de visitar, y también que existe un cierto espíritu común muy interesante.
1) El espacio que ocupa cada editorial es (más) democrático. Las editoriales que postulan y son admitidas (la FED sí tiene unos criterios de selección muy claros) pueden, en base a la cantidad de títulos de su catálogo, aspirar a 1 o 2 mesas de 100 x 70 cm para conformar su estand. Hay así una proporcionalidad racional entre espacio disponible y cantidad de títulos, lo que sin dudas favorece la visibilidad y diversidad pero también la cooperación entre editoriales antes que la mera competencia. En este sentido (no es el único), la FED puede leerse como antípoda estructural y filosófica de las fils, donde los espacios centrales, más grandes, mejor iluminados, etc, los acaparan Penguin Random House y Planeta.
2) En la FED no se cobra entrada al público. Tampoco en La Furia del Libro y en Impresionante, también de Santiago de Chile; en Feria MIGRA y Feria de Oficios Gráficos, o en EDITA, Leer. Literatura en el río y Fiesta del Libro y la Revista, todas de Buenos Aires; en la feria de editoriales del Festival Internacional de Poesía de Rosario o en la Zona Editada del Museo de Arte Contemporáneo de Córdoba; en la uruguaya microutopías, cuya segunda edición se realizó en el Centro Cultural de España de la Ciudad Vieja (agosto 2019); en Plana y Tijuana de San Pablo, etc.
3) El rasgo principal de la FED es, evidentemente, el hecho de que los estands están atendidos por los editores. Y esto, que también puede ocurrir en la FIL de Buenos Aires, por caso, en la FED es un requisito excluyente y en cierta forma es a su vez la mecánica habitual de las ferias independientes. Esto favorece el encuentro pero también el vínculo entre lectores y editores, aunque en los pasillos y estands de este tipo de ferias deambulen además artistas, imprenteros, diseñadores, correctores, libreros, distribuidores, escritores, traductores y periodistas, algunos de ellos muchas veces en el rol también de editores o colaboradores cercanos de alguna editorial. Se podría decir así que las ferias funcionan, en este punto, como una muestra del ecosistema del libro antes que como un zoológico con sus especímenes más grandes.
Hay todavía otras tres diferencias importantes entre las ferias independientes, de publicaciones o de arte gráfico, y las fils, que habla de cómo se entienden en esos espacios los libros, la edición y la dimensión humana del trabajo: 1) la duración del evento. La mayoría de los editores y editoras independientes tenemos algún otro trabajo (en mi caso: docente universitario) y por lo tanto no podemos cumplir con el cronograma completo de ferias que se extienden por 10 y a veces hasta 20 días, mientras que los 2 a 4 que suelen durar las feds (siempre ubicadas, además, en un fin de semana) son mucho más amigables con nuestra rutina. 2) El costo total de participación en el evento en relación a la cantidad de ventas. En este sentido, la FED recolecta y brinda datos anónimos estadísticos muy útiles e interesantes para los propios editores, mientras que la FIL de Buenos Aires apenas comunica cuántos tickets se cortaron en boletería. Llevo años escuchando a editores independientes decir que van a la FIL porteña «porque hay que estar» y que agradecen si después de 3 extenuantes semanas de trabajo han logrado cubrir los gastos. 3) El tipo de organización: la FED es un evento creado y diseñado por los editores de Godot, Víctor Malumián y Hernán López Winne, quienes se encargan de absolutamente todo lo necesario para que la feria funcione como funciona; otras ferias, con algún tipo de ayuda gubernamental, o bien del ámbito universitario, presentan diferencias importantes en cuanto a criterios de selección, costo de participación, infraestructura, impacto, etc.
En cualquier caso, las feds implican, además de un evento cada vez más importante para las microeconomías editoriales, una forma de armar comunidad (y no sólo lectora), de tender lazos (y no sólo profesionales) y de construir solidaridad entre agentes del campo cultural, diversos aunque de proporciones relativamente similares. Tal y como alguna vez lo fueron centralmente las librerías, como hoy lo son sólo algunas y como sería deseable que en el futuro lo fueran la mayoría.
P.S.: La FED suele terminar con un aplauso cerrado de las cientos de personas que se encuentran allí el último minuto del último día. Nada me resulta más difícil que imaginar algo así en una fil.
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