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Breves, buenos y rioplatenses

Literatura sin atributos: Ocho Ojos

Por Escaramuza / Martes 24 de octubre de 2023
Portadas de «¿Vos me querés a mí?», «Olas» y «Saico», libros de Ocho Ojos.

Camilo Baráibar, además de escritor y docente, es editor de Ocho Ojos, el sello uruguayo que apunta a «personas jóvenes o con ansias de leer literatura con protagonistas jóvenes». El lanzamiento de Saico, de Victoria Bernárdes, es la excusa para conversar sobre las distinciones arbitrarias y la buena literatura que las burla. 

¿Qué lugar buscan ocupar con Ocho Ojos dentro del ecosistema editorial uruguayo? ¿Ha habido cambios en ese plan? 

Ocho Ojos nace en un contexto de efervescencia de editoriales pequeñas y medianas, cada una de las cuales tiene su razón de ser. Nosotros también, al nacer, definimos algunas señas identidad. Una de ellas es el sector del público al cual apuntamos: personas jóvenes o con ansias de leer literatura con protagonistas jóvenes. Otra marca de identidad tiene que ver con el producto libro al cual pensamos como un objeto estético, para admirar y disfrutar en forma sinestésica. 

Y en cuanto a cambios en el plan, sí. Nos vamos inventando cada día. Hace unos meses surgió la idea de trabajar en un libro de poemas. Ahí pensamos en un libro objeto, colectivo, ilustrado, que imprimiera hojas mes a mes y que luego se recopilara en una "cajita de poemas". Todo eso surgió sobre la marcha, charlando, intercambiando, registrando qué teníamos más ganas de hacer. 

 

Tu propia trayectoria de publicación está ligada al nicho de la literatura juvenil, ¿qué ventajas y qué desventajas supone esta ligación? 

Creo en una «literatura sin atributos», como decía Saer, pero también soy consciente de que las clasificaciones existen y a veces ayudan. En mi caso particular, me dio visibilidad, algún premio y ventas pero tal vez también haya alejado a algunos lectores que se consideran cultos por no leer literatura de ciertas estanterías. Yo pienso, como algún teórico planteó, que centro y periferia en literatura son espacios dinámicos e interpenetrados. También, cuando me he sentido excluido de ciertos círculos de literatura seria, me gusta recordar aquella frase de Rubén Darío: «mi literatura es mía en mí».

 

¿Cuánta gente integra el proyecto editorial de Ocho Ojos? ¿Es trabajo remunerado?

Somos un equipo estable de cinco personas y una constelación de cómplices que colaboran de mil maneras. De los que estamos adentro, algunos cobran, otros nos endeudamos y otros piden no cobrar. Lo más importante en el tema dinero siempre es hablar. Hacemos acuerdos que entendemos justos en cada caso. La cantidad de trabajo y de dinero recibida es anecdótica. Lo esencial es que A acuerda con B recibir N pesos por X actividad en el día R. Y cumplir. Eso sí, tenemos prohibido que el autor ponga un peso. El autor debe cobrar, no pagar, por ser editado. 


¿Cómo permea el oficio editorial tu rol de docente? 

Ser docente me permite estar leyendo todo el día. Leyendo y releyendo, haciendo leer. Y también corregir. Me gusta mucho dar clases porque puedo ver de primera mano qué pasa con un texto. Por ejemplo, en el libro de Diego Muzzio hay un cuento que se llama «Zacarías y Jeremías» que hace muchos años leo con los alumnos. Es una historia de estudiantes que ensayan Edipo rey así que es óptimo para leer luego de dar la tragedia, cosa de que entre una bocanada de literatura fresca. Bueno, me encanta ver qué partes del texto son las que funcionan cuando lo leemos en voz alta. Atiendo mucho a las risas, a los comentarios que se hacen los alumnos, a los gestos y suspiros. Como quien dice, yo pruebo textos todos los días, tengo la posibilidad de testear... Es la conexión que encuentro entre editor y profesor. Por lo demás, son oficios bien distintos. 


¿Cuáles son los canales por medio de los cuales venden sus libros? ¿Podrías contarnos sobre estrategias que driblen (o no) la competencia de las transnacionales? 

Cuando salimos al ruedo, decidimos que íbamos a dar la batalla por estar en librerías. Sabíamos que no era fácil. Por más bien escritos que estuvieran los textos o lindas que fueran las tapas, hay editoriales con mucha capacidad de presión peleando las vidrieras y los estantes. Pero también están los libreros que son el fiel de la balanza. Siguen existiendo libreros que son mucho más que vendedores de libros. Y ellos nos han ayudado. Han reivindicado nuestros libros y gracias a ellos vivimos. Y también al boca a boca. Creo que los libros se siguen vendiendo así. Yo sigo comprando libros que me recomiendan o que vi que alguien a quien admiro como lector recomendó.

Vendemos en ferias de editoriales, por Instagram, en cumpleaños familiares... pero queremos que el lector casual que va a una librería nos encuentre y nos quiera llevar. A eso aspiramos. 


¿Cuál es la relación que establece Ocho Ojos con el influjo tan fuerte de lo anglo en cuanto a fórmulas narrativas en la literatura juvenil? ¿Es posible salir de ese molde? 

Sabemos que nuestra literatura no coincide exactamente con la literatura de moda. Nuestra voz —si es que se puede hablar de una voz editorial—, nuestro decir, es bastante en español y bastante rioplatense. Los libros que hacemos son breves. Pero sabemos también que esta literatura es buena y confiamos en que resiste el paso del tiempo. 

Siempre hubo literatura más pasajera y otra que sueña quedarse, o a la que el público hace perdurar. Nosotros hacemos los libros que nos gusta leer, aunque perdamos: es el tipo de literatura por el que nos interesa militar.  


En cuanto a la extensión, en un mercado de literatura juvenil adepto a los «libros ladrillo», ¿qué ocurre con las obras breves? 

Personalmente, interpreto la moda de los «libros ladrillo» como una estrategia para defender el libro en papel. No me parece mal. El libro es un objeto que ha generado y sigue generando fascinación. Entre tanto estímulo virtual, el obsoleto libro pervive, incluso entre los adolescentes. La estrategia de imprimir libros gordos no la hemos adoptado en parte porque seguimos la tendencia rioplatense (condicionada por la infraestructura) a narrar en forma no muy extensa, y en parte también porque hacer libros así está fuera de nuestras posibilidades. Pero quizás también porque apostamos a lectores que no necesariamente lean lo que está de moda o en el formato que esté de moda. Y ahí dejo una pregunta: ¿la editorial apunta a lectores existentes o apunta a crear (cierto tipo de) lectores?

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El libro Saico se presentará el próximo 26 de octubre a las 20 horas en Escaramuza. En esa oportunidad, la autora, Victoria Bernardez, conversará con Mariela Peña y Agustín Acevedo Kanopa sobre lo real maravilloso, la salud mental y la influencia de los medios en las concepciones románticas. Más información, hacé click acá

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