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Narrativa rioplatense

Nuestras primeras enemigas

Por Magdalena Portillo / Viernes 13 de enero de 2023

Kate Bush, buzos de peluche y una narrativa llena de preciosidades. Magdalena Portillo reseña La primera enemiga de una chica es su madre, de su admirada Milagros Lagarejo, un libro imperdible editado por Pez en el hielo.

Me es imposible escribir sobre la narrativa de Milagros y no mencionar algunas cosas que sé de ella. Comienzo esta reseña escuchando a Kate Bush, dado que no se me ocurre otra artista que me acompañe para hablar sobre el universo de Mila. Cualquier persona que conozca a Milagros sabe que es fácil reconocerla a kilómetros. Ya sea por sus vestidos al estilo mujer Almodóvar, o sus buzos de peluche con colores fuertes, naranjas, rosados, con estampados de animales, como ese que tiene de un oso, que pareciera haber sido hecho por la propia Maud Lewis. Milagros es editora, fotógrafa y librera nacida en La Pampa, Argentina. Vivió en Francia, presenció un robo en un tren en Italia, se decepcionó cuando conoció el castillo de Drácula, quedó cautivada por la belleza de Nápoles y le tomaron una foto en un campo lleno de flores. Conoce muy bien la narrativa latinoamericana escrita por mujeres. Se emociona cuando algún cliente se lleva libros de María Fernanda Ampuero, de Mónica Ojeda, de Mariana Enríquez, de Hebe Uhart, de Camila Sosa Villada, por nombrar algunas de las tantas escritoras que disfruta leer. 

Cabe destacar que La primera enemiga de una chica es su madre no es su primer libro. En 2020, publica Señoras grandes que fuman por Dana Scully, la editorial que lleva adelante junto a su amigo Pablo Denipotti, quien reside en Buenos Aires. 

Editado por Pez en el hielo, este segundo libro de Milagros reúne 19 cuentos en los que los personajes desfilan por escenarios tragicómicos, envueltos en situaciones absurdas y extremas, logrando así cuestionarse hasta dónde se es capaz de llegar en ciertas situaciones, cuándo creés que no se puede llegar a más, y los personajes de estos cuentos siguen.

Dice la filósofa belga Chantal Maillard que todo lo que pasa en la infancia no tiene nombre.

En el cuento que abre el libro, «Huesitos», varios niños comienzan a juntarse en una plaza con la idea de realizar un ritual para proteger al barrio de quien sea que esté asesinando perros. Alguien les cuenta cómo realizar el ritual y ellos arman encuentros en la plaza para llevarlo a cabo. Buscan la protección o quizá solo buscan la forma de matar el tiempo, en un barrio donde el acontecimiento de que hay alguien asesinando perros es lo único que los mueve a experimentar con el dolor y a modo de juego realizan el ritual. Entonan cantos para cada situación que los perturba, para cada persona que les genera rechazo, son niños entregándose a la emoción de experimentar con el cuerpo una experiencia que los haga sentir angelados. Crean así entre ellos un ritual que los une rodeados por un escenario de cemento y muerte. 

«En comer en familia», el personaje visita a su abuelo, lo siniestro se vuelve parte de lo cotidiano. La inocencia queda presa de lo que no se dice por parte del adulto. De lo que se esconde. Es ahí donde el personaje sabe que creer es su única opción. Entonces come «primero los cachetes, después la frente, pinché los ojos, mordí las orejas, rasqueteé el hocico».

En «La primera enemiga de una chica es su madre», la infancia vive en un barrio, ese barrio es todo lo que se conoce, el mundo musicalizado de fondo por cantos que parecieran ser inventados por otros niños en otros barrios, en otros mundos. No importa qué barrio sea, ni qué forma tenga la plaza, todos hemos vivido en ese mundo. 

El libro sigue más allá en otros cuentos en los que aparecen personajes adultos y desesperados. Ya sea desesperados porque no los atienden en un comercio, o porque tienen que aparecer en televisión para relatar una tragedia, mientras del otro lado del teléfono un hombre llora. 

Un personaje deja de fumar para llegar a la conclusión de que su cuerpo no experimenta nada con esa decisión. Una abuela macabra hostiga a su nieta, pero el miedo y el misterio lo infunde la nieta y no la abuela. Hay misas, niños envueltos, hay personajes que creen estar mal, pero saben que hay gente que está peor. Hay una madre que traspasa los límites en el terreno íntimo de su hija, en el cuento que da nombre al libro. 

Dice Patricia Turnes (escritora y música), quien estuvo a cargo de la contratapa: «Este libro es un tesoro para quienes buscamos en vano hace años una voz nueva y fresca». Hago mías estas palabras mientras escucho «Wuthering Heights», de Kate Bush.

La primera enemiga de una chica es su madre es una joya que no podremos pasar por alto cuando nos encontremos con ella en cualquier librería de esta ciudad. 

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