Lecturas lejos de las redes
Reposeras en la orilla: libros para la semana que viene
Por Gera Ferreira Rodríguez / Martes 28 de marzo de 2023
Foto: Alex Brofer @bronfer.
¿Ya sabés que libros vas a llevarte para las vacaciones? El clima de casi verano, al menos hasta ahora, habilita a seguir hablando de reposeras. Y Gera Ferreira dispone de un tercer abanico de libros para que nadie diga que no le avisamos. Narrativa, ensayo y poesía nacional en una edición particularmente celebrable.
Los abismos, de Pilar Quintana (Alfaguara, 2021), narrativa + Pájaro que tiembla, de Elder Silva (Civiles iletrados, 2022), poesía
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La inocencia. Los recuerdos de la infancia y sus revelaciones, desoladoras, inesperadas. Una crisis familiar. La casa: ese lugar propio que jamás considerarías peligroso. Los precipicios. Los miedos comunes, el abandono y la orfandad. La selva, escenario enigmático del inconsciente. Un vínculo tenso y difícil entre madre e hija permea el trasfondo de este texto. Ambas se llaman Claudia. Una de ellas cuenta la historia, la de apenas ocho años; la otra parece tener conflictos con la maternidad. El relato transcurre en Cali, entre las montañas del Valle de Cauca, en las ondulaciones de sus carreteras, rodeado de ríos que parecen incrustados en los carteles de negocios, allá abajo, en la ciudad. Pilar Quintana ha dicho que esta novela (ganadora del Premio Alfaguara 2021) trata «sobre ese momento de la infancia en el que dejamos de ser niños», pero también —y principalmente— sobre una maternidad oscura, no tan contada en la literatura latinoamericana escrita por mujeres, aunque eso esté ocurriendo, por suerte, cada vez más. La violencia implícita en los imperativos de belleza. El linaje familiar y su herencia no deseada son temas que también tienen un lugar aquí: se trata de fórmulas nuevas para revisar los viejos paradigmas, los vínculos familiares, los lazos sentimentales. Los abismos.
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Si salimos un poco de la lógica de catálogo-autoral a la que asistimos año tras año, en la que se publican libros sin mayor acuse de recibo, (lo que redunda, finalmente, en que se vuelvan olvidables), algunas editoriales intentan hacer ese esfuerzo extra, aportando un diferencial de valor a las letras uruguayas, recordándonos que es una categoría que aún importa: ¿o es que acaso publicar se ha vuelto apenas un fetiche cuya onda expansiva dura apenas un mes y medio y listo?
En fin, resulta valioso, por ejemplo, lo que recientemente ha hecho Yaugurú con Agamenón Castrillón, lo de Íbero Gutiérrez a cargo de Hum y ahora lo de Elder Silva por Civiles iletrados. Son buenas señales, rescates, homenajes, evocaciones saludables, de las pocas que emergen. Claro, el tema es que no faltan libros, falta gente que piense proyectos o, dicho de otro modo, hay gente que publica libros, mientras que en realidad hacen falta editores. Presentado por un extenso y bien fundamentado estudio preliminar de Helena Corbellini, al que se suman a modo de epílogo las sentidas palabras de Luis Pereira Severo, el año pasado se editó el último, inédito (y lamentablemente póstumo) libro del poeta salteño Elder Silva, acompañado por una antología de textos, más una serie de escritos de gran valía, que sirven para redondear un aporte, por lo pronto necesario, con relación a su obra. Y no es decir poco para el caso de Silva, cuya producción en su totalidad —según Corbellini— se comporta como una poética de la resistencia, militante de la frontera y el margen, rasgos identitarios que se suman a su impronta popular, barrial, trovadoresca: una escritura convertida en papel para envolver huevos (Pereira Severo dixit). Ni el propio Elder fue en vida tan optimista con respecto a la trascendencia de su poesía: «A esta altura | sé que no escribiré ningún poema memorable». Por suerte tus lectores pensaron lo contrario.
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Trilogía de la pasión, de Ariana Harwicz (Matate, amor; La débil mental; Precoz. Anagrama, 2022), narrativa + Arte en flujo. Ensayos sobre la evanescencia del presente, de Boris Groys (Caja Negra, 2021 [2016]. Trad. Paola Cortes Rocca), ensayo
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Trilogía de la pasión fue el título que escogió Wolfgang Goethe para reunir tres composiciones, allá por mil ochocientos y poco, a saber: «A Werther», la «Elegía» llamada de Marienbad, y «Reconciliación», dedicadas a una chica llamada Ulrica. Por supuesto que todo fue debido a su enamoramiento por la joven, a quien no se le concedió su mano, y tuvo como resultado este arrebato «pasional», un exacerbo poético en clave de pena amorosa. Casi dos siglos después, el tono calmo y angustioso de las sonatas de Glenn Gould —que perfectamente Goethe hubiese aprobado musicalmente— funciona como colchón sonoro, bah, como partitura estilística que la argentina Ariana Harwicz utiliza para componer tres novelas que, escritas en un período fugaz de cuatro años, integran su propia Trilogía de la pasión.
«Escribí las tres novelas con ánimo de venganza», dice ella en la breve nota inicial que las presenta por primera vez juntas, y ligadas entre sí por diferentes pasiones (algunes dirán perturbadoras, disruptivas) que las emparentan. «Ojalá las tres novelas reunidas se lean como quien entra a una casa de otro siglo y visita a unas hermanas antisociales, excéntricas, a unas madres desviadas», continúa la autora. En lo personal, se me hace muy difícil comentar esta edición en tan pocas líneas. Sería un atropello y una operación ociosa. A su vez, siento que no son novelas para comentar sino para discutir, por lo que proponen. Si ya leíste Matate, amor, esta edición te permitirá releerla y seguir de largo con el resto; y si todavía no lo hiciste, la reunión «familiar» es una gran puerta de entrada a la autora, más allá de lo que cada novela te pueda o no dejar en su lectura individual.
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En Arte en flujo, Boris Groys considera que el arte como tal se ha vuelto fluido [en varias de sus acepciones, por lo abundante, por su fácil producción, por su desarrollo contínuo, por su «liviano» peso actual] de modo que en este libro propone implementar una reología (ciencia que estudia todo tipo de fluidos) del arte, proponiendo un giro curatorial para discutir o al menos poner sobre la mesa una serie de estados reflexivos que nos sirvan para interpretar, en el devenir de nuestro tiempo, las encrucijadas desafiantes que nos propone el arte contemporáneo: desde la contemplación museística del pasado a la imitación anticipada del futuro; de la creación de objetos artísticos a la producción de acontecimientos estéticos; del archivo tradicional al almacenamiento en la nube; del carácter creativo del objeto arte a la producción de información sobre los acontecimientos del arte; del aura (in)material a la metadata digital, de la crítica artística «inútil» al «pragmatismo» del activismo artístico; del realismo mimético al realismo directo; como ven, un interesante ensayo para sujetar la evanescencia del presente.
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