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Escritos con Z

Textos y escritos de Irina Abraham

Por Escaramuza / Lunes 20 de abril de 2020

Irina tiene 20 años, es estudiante de Diseño en Comunicación Visual y Lengua de Señas Uruguaya, y asiste con frecuencia a La burbuja, el espacio literario abierto para jóvenes de Escaramuza. Compartimos algunos de sus textos en Escritos con Z, una columna dedicada a la producción escrita de jóvenes nacidos entre 1994 y 2010: la Generación Z o centenial.

Me llamo Irina Abraham, tengo 20 años y estudio Diseño en Comunicación Visual y Lengua de Señas Uruguaya.

No sé bien en qué momento o porque se me dio por escribir, pero se convirtió en algo que de verdad me hace feliz y aumenta mi ilusión. La escritura ha sido una buena amiga, me ha permitido conocerme a mí, así como también embarcarme en otras pieles y lugares. Me volví a sentir una niña ilusionada en nuevos universos.


Te invité a mi puerto, a que te sientes en mis costas y esperes conmigo. Sé que este traerá como el viento de una tarde calma pequeñas sombras, en principio inofensivas, las conozco bien. Te advierto que estas se derramarán lentamente por mis comisuras, inundando mis oídos y ahogando mis ojos. Necesito que estés dispuesta a mojarte los labios para callarme los pensamientos a hambrientos mordiscos.

Mano

Mi mano, mi mano ya no es mi mano y no es mi mano por ti.

Desde el primer momento en que te acercaste y la tomaste entre las tuyas, dejó de ser mi mano o más bien yo dejé de ser mía. Me esforcé por tomar posesión sobre mi cuerpo y he de aceptar que el tiempo ha permitido la proclamación de mi pecho, mis pómulos, mis hombros y hasta mis labios.

Pero mi mano, aquella que tocaste por casualidad, aquella que me permitió conocerte en un recorrido único y tan nuestro, esa mano está perdida. Y a pesar de que está acá y de que con ella escribo, no es mía.

El amor II

El amor que siento por ti es desmedido en comparación con la porción del espacio que ocupa mi cuerpo. Como consecuencia de esta disyuntiva en tamaños y percepciones, todos los días mi cuerpo secreta el 99 % del amor que es y que tengo hacia ti. Este amor es drenado en todos los líquidos corporales de mi cuerpo, así como en toda sustancia de desecho que mi organismo necesita desesperadamente sacar. Mierda, sí, mierda, pichí, sudor y lágrimas, humedad humana desmedida producida por mi situación de amor. Soy incapaz de retener todo esto que no hace más que brotar y que logra desagradar por su intrínseca naturaleza, tanto a mí como a todo aquel que logra apreciarme. Necesito de una cobertura lo suficientemente absorbente para contener todo este líquido putrefacto de amor. 

Solo te aviso

Me encantaba tu cariño en cualquiera de sus formas. Tu piel suave contra la mía me evaporaba en sonrisas. Preferí permanecer debajo de ti, me pareciste frágil y sabiéndome demasiado pesada, te coloqué sobre mi falda. Me sentía tan bien contigo así que imaginarme de cualquier otra forma era para mí despedida.

No me di cuenta, estaba ocupada mirándote. De un momento a otro me percaté. Te crecieron ásperas raíces, grandes, pequeñas, enroscadas, raíces enormes que presionaron mi ser hasta atravesarlo. No me molestó, porque ambas éramos y estábamos cada vez más juntas, más necesitadas una de la otra, más una. Las raíces, nuestro lazo, nuestro cuerpo en amor incomprendido. Las raíces alimentan.

Y te volviste más y más pesada, mientras yo me debilitaba en una fragilidad que conocía desde fuera. Mi amor, estás creciendo sobre mí, solo te aviso.

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