LE CORBUSIER
MARC PERELMAN
UYU 1.290
UYU 1.097

UYU 968
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Temática:
Editorial: VIRUS
Cantidad de páginas: 304
Peso: 390g
ISBN: 9788492559848
Dimensiones: 21 x 14
Le Corbusier ha sido considerado el arquitecto más influyente del siglo XX y su trayectoria representa la relación contemporánea entre arquitectura, urbanismo y poder. Sin embargo, su legado se ha querido banalizar con una pátina de neutralidad.
Hoy en día, empezamos a conocer las filiaciones totalitarias y fascistas que modelaron su propuesta teórica, cristalizada en los edificios que habitamos, en las calles que transitamos y, por supuesto, en la tarea de quienes diseñan desde sus estudios y despachos «las muy desesperantes ciudades que conocemos».
Este estudio desmonta la pretendida separación entre el personaje y su obra, y revela que existe una profunda coherencia entre ambos. Durante el período de entreguerras y hasta el final del conflicto, Le Corbusier se presentó como «partidario del orden, de la familia y de la jerarquía; temas que durante la Segunda Guerra Mundial le condujeron, muy rápidamente, hacia la capital de una Francia colaboracionista: Vichy».
El verbo polémico de Marc Perelman nos adentra en la reducida concepción de la vida humana del Padre de la arquitectura moderna: «habitar, trabajar, recrearse». La estandarización unidimensional de la arquitectura, la geometrización de los espacios y, con ellas, de la vida misma dan forma a la utopía totalitaria de la ciudad corbusiana. Un proyecto, en definitiva, destinado en última instancia al control disciplinario de los cuerpos en el espacio y el tiempo.
Hoy en día, empezamos a conocer las filiaciones totalitarias y fascistas que modelaron su propuesta teórica, cristalizada en los edificios que habitamos, en las calles que transitamos y, por supuesto, en la tarea de quienes diseñan desde sus estudios y despachos «las muy desesperantes ciudades que conocemos».
Este estudio desmonta la pretendida separación entre el personaje y su obra, y revela que existe una profunda coherencia entre ambos. Durante el período de entreguerras y hasta el final del conflicto, Le Corbusier se presentó como «partidario del orden, de la familia y de la jerarquía; temas que durante la Segunda Guerra Mundial le condujeron, muy rápidamente, hacia la capital de una Francia colaboracionista: Vichy».
El verbo polémico de Marc Perelman nos adentra en la reducida concepción de la vida humana del Padre de la arquitectura moderna: «habitar, trabajar, recrearse». La estandarización unidimensional de la arquitectura, la geometrización de los espacios y, con ellas, de la vida misma dan forma a la utopía totalitaria de la ciudad corbusiana. Un proyecto, en definitiva, destinado en última instancia al control disciplinario de los cuerpos en el espacio y el tiempo.
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