Series y libros
Es más de lo que puedo decir de ciertas series: «Love & Death» y Nick Cave
Por Patricia Turnes / Miércoles 08 de mayo de 2024
Portada de «Fe, esperanza y carnicería»(izq.) y Nick Cave, foto: Amelia Troubridge (der.).
Los sentimientos más desgarradores y diferentes formas de trascendencia: Patricia Turnes lee el último libro de entrevistas a Nick Cave, Fe, esperanza y carnicería, junto a la serie Love & Death (2023). Otro texto más de nuestro fanatismo por Cave + una serie que impacta.
En una entrevista, la escritora argentina Mariana Enríquez explica muy bien lo que es ser fan de un músico con una simple frase: «A Nick Cave se le muere un hijo y yo me quedo en la cama. Es como si fuese una relación cercana, personal. Mientras que la obsesión es como una relación intelectual, de investigación». Lo de ella con Cave es fanatismo: «Hay algo hermoso en ser fan. Te hace entender que, al final, uno es alguien más, alguien poco importante. Tarde o temprano, es algo que el fandom enseña, en general con dolor». Enríquez escribió todo un ensayo acerca de lo que es ser fan, en lo que fue una de mis lecturas preferidas del verano: Porque demasiado no es suficiente. Mi historia de amor con Suede. Enríquez tiene claro que nunca va a escribir un libro sobre Nick Cave, tampoco quiere conocerlo personalmente aunque tuvo la oportunidad. Prefiere quedarse con el personaje que se construyó, afirma.
El que sí se animó a entrevistar al artista australiano fue Seán O'Hagan. Fe, esperanza y carnicería (Trad. Eduardo Rabasa. Sexto Piso, 2023) es el libro que resume más de cuarenta horas de charlas entre el «Sumo Sacerdote del rock actual» y este periodista británico. Nick Cave llevaba una larga temporada sin dar entrevistas. Todo lo que el artista no quiso contar a los periodistas lo volcó en estas conversaciones íntimas con O'Hagan: infancia, padres, compañeros de ruta, amores, las drogas, la fe, la creatividad, la música, la meditación, la cerámica.
Cave habla largo y tendido en estas páginas sobre el hecho que transformó su vida, la de su esposa Susie y la de su hijo Earl en los últimos años: la muerte accidental de Arthur, su hijo de 15 años, y el trauma que eso significó para la familia. El duelo es un tema sobre el que Cave reflexiona bastante de la mano de O'Hagan. A la tragedia que sucedió con el hijo, se sumó el fallecimiento de la madre y de otras personas que fueron significativas en su vida, como Anita Lane, la compositora que fue miembro temprano de The Bad Seeds.
Los que lean este libro podrán rastrear de dónde viene el amor de Cave por los mitos e historias. Una vez, su padre, que era profesor, le preguntó al joven Nick Cave en qué había contribuido él al mundo. Ante la atónita mirada de su hijo, que consideraba que él recién había empezado a vivir como para tener una «obra», el padre le mostró con orgullo una revista en la que figuraba un cuento que él mismo había logrado publicar en sus días mozos. Cuenta el artista que su padre le regaló un pequeño libro de fábulas. Lo cuenta como la epifanía que fue:
Recuerdo un ejemplo particular cuando era muy chico, quizá tenía cinco o seis años, y me encontraba en la cama entre mi madre y mi padre. Cada mañana me metía a la cama con ellos para hablar de cosas: era mi momento con ellos, mientras mis hermanos y hermanas dormían. Mi padre había estado de viaje en algún lugar y me dijo que me tenía un regalo encima del piano. Era un enorme libro ilustrado titulado El árbol de los cuentos de hadas, que estaba lleno de historias populares y fábulas de todo el mundo, muchas bastante surreales, violentas y tristes. Tenía unas ilustraciones hermosas y, pensándolo ahora, creo que los dibujos de ese libro de alguna forma me transportaron. Recuerdo que solía permanecer en cama toda la noche viendo las extrañas imágenes y criaturas del libro desfilando frente a mis ojos cerrados. Le daban sentido al mundo [...]
Y después estaba la Biblia familiar que le pertenecía a mi abuela. Vivía en Melbourne, y encontré el libro en un armario cuando la visitamos. (…) Estas ilustraciones misteriosas tenían un gran atractivo, pero también tenía la idea de que estos libros —la Biblia, El árbol de los cuentos de hadas— contenían conocimiento secreto. En lo que a imaginación se refiere, estoy seguro de que la soledad de la experiencia también era importante. Pero a lo que voy es que estas experiencias de mi niñez permanecen fuertemente alojadas en mi alma, como una forma de recuerdo melancólico.
Gracias a este libro nos enteraremos también de que Nick Cave era bueno para la cerámica en sus tiempos escolares y que retomó este hobbie justo el día que fallece la madre, casi que para honrarla. Parece que, a su progenitora, la hacía sentir orgullosa la habilidad que él tenía con este arte. Es muy interesante enterarse, además, de que el fracaso en los estudios de pintura fue el eslabón previo al inicio de su carrera musical.
Para Nick Cave la pandemia fue «como si una mano terrible hubiese descendido para abrir un gran agujero en aquello que asumíamos como la historia de nuestras vidas». Durante este período, Cave se instaló en el balcón de su casa a escribir canciones, también a contestar cada una de las cartas de The Red Hand Files —su página web— con la dedicación que tendría un buen jardinero para con las plantas. Además, el artista se largó a realizar, con el asesoramiento de un escultor amigo, varias piezas de cerámica que narran la vida del Diablo desde el nacimiento hasta la muerte. La serie, según Cave, representa un viaje hacia la absolución tras una serie de eventos devastadores. El músico expone en este momento las piezas en la galería Xavier Hufkens en Bruselas (Bélgica). La colección se titula «El Diablo. Una vida (2020–2022)» e incluye 17 figuras de cerámica vidriada. Esta obra se centra en la idea del perdón y la virtud moral de la belleza, que equilibra nuestros pecados. Con la cerámica, Nick Cave se obsesionó tanto como con las canciones que volcó en los álbumes Ghosteen y Carnage. Todas estas actividades fueron para él muy sanadoras. De algún modo, fueron una de las maneras que encontró de seguir en contacto con su hijo fallecido.
La conclusión luego de leer todo el libro es que el hilo conductor entre el Nick Cave niño y el adulto está todavía ntacto, más allá de los años, más allá de todo lo ocurrido. Cave es uno de los pocos seres humanos que tienen el orgullo de decir que disfrutan de una maravillosa libertad creativa que viene desde la infancia.
Fe, esperanza y carnicería va a ser de interés para los que, como Enríquez, hace años somos fans de este artista visionario. Leerlo puede echar luz sobre la naturaleza del proceso creativo de Nick Cave, sobre cómo ha compuesto sus canciones. Incluso, me animaría a decir que leerlo podría ser un consuelo para aquellos que hayan sufrido una pérdida reciente, ya que habla de cómo su estado de vulnerabilidad lo llevó a sentir este otro sentimiento, lo que él ahora llama «invencibilidad». Como confiea O'Hagan, «lo que trato de presentar es la idea del dolor como regalo. El dolor como una fuerza positiva. Un dolor que puede volverse, si le permitimos la expresión plena, una energía desafiante, que en ocasiones se amotina».
Cave le sacó jugo a ese mismo concepto cuando intercambió energía con su público, por ejemplo durante la serie de conciertos In Conversation en los que charlaba abiertamente con el público; también mientras contestaba las preguntas que le hacían los fans en su sitio web, cuyo éxito dependía, según él, de las preguntas que le hicieran. Es destacable el nivel de comunión que Cave logró con la audiencia durante estas actuaciones en vivo en los últimos años. Sobre lo que le sucede al artista cuando está sobre el escenario reflexiona:
[...] cuando sales al escenario se apodera de ti un elemento sobrehumano. Es como una especie de potencial rampante. La adrenalina, la energía del público, la fuerza bruta de la música: es como si te transformaras en otra cosa […] arrastrarte por el escenario sobre la panza como serpiente, o caminar entre las manos del público, es una especie de hermosa locura. No sé cómo se podrían controlar esas emociones. Es una fuerza primigenia. Un pacto consensuado. Y no tiene mucho que ver con la edad, sino más bien con entregarte a la potencia del momento.
Supimos experimentar en carne propia cómo Nick Cave lo dio todo cuando tocó en el Teatro de Verano de Montevideo. Aquella noche inolvidable de 2018, Cave caminó escalones arriba bajo la lluvia, tocó las manos y los corazones de los que estábamos ahí como si fuera un profeta que sube a la montaña para bendecirnos.
Mientras termino de escribir este artículo me pongo contenta. El cantautor australiano ha anunciado el lanzamiento de un nuevo disco, esta vez con la compañía de los Bad Seeds. Se llamará Wild God y podremos disfrutarlo a partir del próximo 30 de agosto.
Y la serie
Love & Death bien podría ser el título de una canción escrita por Nick Cave. Es más, podría haber formado parte del inolvidable Murder Ballads. Pero no, es el título de una serie que se basa en un caso real. La trama de Amor y muerte, título en español (2023) gira en torno a dos parejas de feligreses que viven en un pequeño pueblo de Texas cuya tranquilidad se verá perturbada por una aventura extramatrimonial. Tal aventura desencadenará el crimen violento de un ama de casa llamada Betty Gore.
La serie fue creada y escrita por David E. Kelley (Ally McBeal, Big Little Lies) y la directora es Lesli Linka Glatter (Mad Men, Homeland). Cuenta con la producción ejecutiva de Nicole Kidman y es de HBO Max. Se basa en un libro que cuenta el caso de Candy Montgomery, buena madre y ama de casa cuya vida da un giro radical cuando decide iniciar una aventura extramatrimonial con un amigo de la familia y compañero del coro de la iglesia, Allan Gore. Durante un partido de volley en el que sus cuerpos se cruzan, Candy se obsesiona con Allan, este hombre que está tan casado como ella. A los pocos días le pregunta si le gustaría tener una aventura con ella. Ahí empieza un romance secreto que es casi un manual para mujeres infieles: incluye reglas a cumplir para llevar el asunto con lo que hoy en día llamaríamos «responsabilidad afectiva», llamadas telefónicas, visitas a hoteles y almuerzos preparados por Candy. Pero todo lo que estaba fríamente calculado se saldrá del cauce. Cuando la verdad salga a la luz explotará con terribles consecuencias para todos los implicados.
Debemos entender cómo era la vida a fines de los 70, una época en la que la gente se casaba a los 22 años, tenía hijos y la iglesia era la única red social. Todo empieza cuando Candy Montgomery y su marido Pat se mudan al condado de Collin (Texas) en 1977. La pareja se une a la Primera Iglesia Metodista Unida de Lucas, donde conocen a Betty Gore. Candy, aburrida de ser ama de casa y madre de tres hijos, empieza a desilusionarse de la rutina de su matrimonio con Pat, un brillante ingeniero eléctrico. Cuando conoce a Allan se enciende la pasión y comienzan esta relación extramatrimonial que dura once meses y que finaliza a principios de 1980, cuando Betty y Allan empiezan a hacer terapia con el fin de salvar el matrimonio.
El viernes 13 de junio de 1980, Candy va a la casa de Betty, quien en ese entonces es una de sus mejores amigas. Betty, que ya sospecha de la relación entre Candy y Allan, discute con su amiga. Forcejean hasta que Candy mata a Betty, le propina 41 golpes con un hacha, al mejor estilo Jack Nicholson en El resplandor. Candy tiene treinta años, su víctima tenía veintinueve. Si quieren saber qué pensaron los jurados en relación a la culpabilidad de Candy, tendrán que ver la serie.
La actuación de Elizabeth Olsen es muy destacable. El personaje tiene muchos matices: es una mujer activa, intensa, que va por lo que quiere, pero también muy sensible y empática, e implicada en los asuntos de su comunidad. Candy no se rige por la moralidad reinante, sino que se apoya más en el instinto y en sus propias intuiciones. A pesar de que algunas de las amigas le advierten el lío en el que podría meterse, Candy es valiente y podríamos decir que hasta talentosa para gestionar la infidelidad en la que se embarca.
Olsen logra encarnar a un personaje tan humano en sus dilemas que el espectador pronto se identificará con ella más que con la mujer que es traicionada. Jesse Plemons es quien hace de Allan. Se trata de un actorazo a quien ya conocemos de películas como El poder del perro o The Master, y de series como Breaking Bad, Fargo y Black Mirror. Por momentos, Plemons nos puede hacer acordar físicamente al fallecido Philip Seymour Hoffman. En el caso del personaje, será ese dejarse llevar por las mujeres de su vida, la tendencia a ceder frente a las demandas de ambas, lo que catalizará el drama.
Por su parte, Olsen reconoció en una entrevista realizada por E Cartelera que le encantó implicarse en el mundo de estos personajes. La relación de infidelidad entre Candy y Allan no era lo que solemos pensar cuando hablamos de «cuernos», como explica: «No era una aventura llena de lujuria. Había algo más. Había algo sobre la amistad. Se trataba de intimidad, de honestidad, algo que no tenían con sus propias parejas. Y hay una rareza en ello a la que me quería aproximar». En cuanto a cómo se prepararon los actores para ser fieles a sus personajes, Olsen relata que se nutrieron de los artículos de prensa que salieron publicados en Texas y del libro Evidence of love:
Para mí el libro fue realmente importante como fuente, porque hago de esa mujer —Candy Montgomery—, que no participó en ninguna entrevista durante el juicio o después del juicio. Pero sí participó en la escritura de este libro, aunque creo que se arrepintió, o eso he oído. Hay cartas que escribió cuando era más joven y coqueteaba con su esposo. También hay mucha información sobre su infancia y ahí estaba todo lo que ella dio.
Al terminar de ver esta serie encontré que existe otra sobre el mismo hecho policial que conmocionó a Estados Unidos y fue estrenada un año antes, 2022: se llama simplemente Candy. Por lo que pude ver, esta serie producida por Hulu no le llega ni a los talones a la serie que les acabo de recomendar, pero en todo caso hagan la prueba de verlas a ambas y sacar sus propias conclusiones.
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