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narrativa

Leé un fragmento de «Reinos», de Romina Reyes (Fardo, 2021)

Por Escaramuza / Jueves 10 de marzo de 2022
«Reinos», de Romina Reyes (Fardo, 2021).

Romina Reyes, que es chilena, acaba de ser publicada por Fardo en Uruguay con el premiado libro de cuentos «Reinos» (2021). Lo que sigue es un fragmento de «Julio», un diario en el que se mezclan la indiferencia con el dolor, la desidia y los hombres que creen que no se hacen los fuertes. «Todos dicen que se parece a Sofía, pero yo no quiero. Yo quiero que se parezca a mí y que hable conmigo y que me entienda a mí y no a ella», escribe el protagonista sobre su hijo.

Romina Reyes (Santiago, 1988). Es escritora y periodista. En Chile, trabajó en medios como Caras, Paula y The Clinic. Reinos, su primer libro, obtuvo en Chile el Premio a la Mejor Obra Literaria del Consejo Nacional del Libro y la Lectura en 2013 en categoría inédita. En 2017, Reinos fue llevado al cine y estrenado en el BAFICI. En 2019 publicó Ríos y Provincias, su primera novela.

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Julio


1 de julio

Han pasado muchas cosas y, quizá, siguen pasando. Sofía está bien o está igual, ya no sé. Hace un mes que todo me parece lo mismo. Me cansa la clínica. No se puede hacer nada porque no hay nada que se pueda hacer. Solo esperar a que pase algo. Por mientras, vemos tele, leemos diarios y algunas revistas. Ayer, mientras Sofía dormía, tomé su Cosmopolitan. Leí un artículo llamado «Ocho consejos para darle sexo oral a tu chico». Número uno: lamer el largo entero de su pene de arriba a abajo con la parte plana de tu lengua.

¿Cuál es la parte plana de la lengua?

Sofía despertó. Le pregunté cuál era la parte plana de su lengua. Me dijo que no sabía. Le pregunté si me había lamido alguna vez con esa parte. No respondió. A veces pienso que Sofía se siente vieja, pero cómo decirle que no lo es. Cómo decirle sin que se enoje que no lo es, pero que parece.


2 de julio

Ayer por la tarde vino Alicia. A veces pienso que Sofía será como ella cuando vieja, pero no me parece tan terrible. Preparé la once y encendí la tele para ver las noticias y así no tener la necesidad de hablar. Alicia tomó a Nicolás en sus brazos y dijo que no le hacía bien al niño estar sin su madre, que se le notaba en la carita, que el otro día lo había llevado a ver a su mamá con los zapatos al revés, que era el colmo. En un momento dejé de escucharla y me concentré en la tele. En los robos, las marchas, La Moneda y el país.

No sé qué fue lo que me dijo, pero hoy en la mañana Alicia volvió con una maleta a la casa. Yo no entendí mucho, pero tampoco fui capaz de decirle nada, porque apenas entró le preparó la leche a Nicolás y me hizo unas tostadas. A Sofía siempre se le queman porque se pone a hacer otras cosas y se le olvida. A Alicia le quedaron perfectas. Creo que hace tiempo nadie me preparaba nada.


3 de julio

Nicolás llora todas las noches. Me parece insoportable. A veces me dan ganas de que crezca luego para poder enseñarle cosas importantes. Hacerle leer un par de libros, meterle ideas en la cabeza, llevarlo al estadio y convertirlo en hincha de Ñublense. Viajaríamos a Chillán para los partidos y comeríamos longanizas. Mientras espero, él llora. A veces grita. No entiendo por qué, si despierta, tiene que ser llorando. Cuando voy a verlo en las noches mientras duerme le digo: Nicolás, sé un hombre. Él me mira con sus ojos hinchados. Una vez Sofía me dijo que todas las guaguas se identificaban primero con la madre, y que por eso la identidad masculina era un proceso de negación constante. Entonces, Nicolás es una niña, aún no sabe que tiene pene y que algún día alguien lo lamerá con la parte plana de su lengua.

En estos momentos extraño a Sofía. Extraño su cuerpo, sus olores, el aire que sale de su boca. Ahora Sofía es solo un nombre.

Después de almorzar, fuimos a visitarla. Alicia le cuenta que está viviendo conmigo para ayudarme y a Sofía le parece bien. Le cuenta también que Gaspar se cambiará en la semana para no estar solo. A Sofía también le parece bien. Al menos no dice que le parece mal. Se ve un poco deprimida. Lo digo porque miraba mucho por la ventana y la gente deprimida suele hacer eso en las películas y en los videoclips. Cuando nos quedamos solos pensé en preguntarle, pero supuse que se pondría a llorar y yo no sé qué hacer cuando la gente llora.


4 de julio

Cuando Sofía vuelva a la casa le diré que nos cambiemos a un lugar más pequeño, con un pequeño jardín y pequeñas ventanas para vivir una vida en miniatura.

Hoy llegó Gaspar. Gaspar duerme en el sillón, Alicia en la habitación de invitados. Nicolás en su cuna, que por el momento es todo. Yo en mi cama, que es lo único que me va quedando.


6 de julio

Gaspar es un cabro simpático. Me cae bien. Siem-pre me cayó bien, pero de cortesía, ahora me cae bien de verdad. Es joven, tiene apenas 22 años. Yo tengo siete años más y me siento muy lejos. Todavía anda con zapatillas y con mochila. Yo a esa edad decía que nunca iba a dejar de vestirme así. Culpo a Sofía por hacerse adulta y hacerme adulto con ella. Gaspar todavía no piensa en eso, o no parece pensarlo. Abre una cerveza por la tarde y conversamos de fútbol, de política, de música. También le gusta Nicolás y se ha encargado de él estas dos últimas noches. Pienso que con su ayuda voy a tener más tiempo para escribir y revisar mis libros. Luego pienso que no engaño a nadie, que no haré nada.


7 de julio

Cada vez que visito a Sofía, ella pone mi mano sobre su estómago para que sienta cómo se mueve. Yo a veces siento algo, otras nada. Me gustaría sentirlo, pero sentirlo de verdad, no en mi mano, sino en mi estómago, para que me patee desde adentro. Cuando esperábamos a Nicolás solíamos hablarlo en las noches, y como aún no estaba presente, como nadie lo tenía, podía ser infinito. Ahora Sofía se guarda en sí misma y no dice nada. Y lo que dice no sirve de mucho. Sé que es mi culpa, pero de ella también.


8 de julio

Hoy no fui a ver a Sofía. No quise. Se va a enojar, pero eso será mañana, trato de no pensar en el futuro. Hoy debía llevarle a Nicolás para que lo viera, para que no lo olvide. Sofía piensa que Nicolás la va a olvidar por llevar dos meses en la clínica, yo le digo que eso no pasará, que la conciencia de Nicolás es igual a la de un perro. A Sofía le gusta el drama, eso es lo que pasa. Muchas películas. Demasiadas teleseries.

Me quedé solo en casa con Nicolás. Lo vi arrastrarse por el suelo durante horas. Le gusta meterse las manos llenas de polvo a la boca y ver cómo se arrastra la saliva cuando se las saca. Todos dicen que se parece a Sofía, pero yo no quiero. Yo quiero que se parezca a mí y que hable conmigo y que me entienda a mí y no a ella. Quiero que formemos una alianza para defendernos. Y cuando sea grande le daré mis libros y él me acompañará a caminar o a andar en bicicleta.


9 de julio

Sofía me gritó durante diez minutos o más. Quizá veinte. Me quedé callado. Traté de tomarle la mano, pero ella me la soltó. Alicia no dijo nada, pero me odia, puedo olerlo.

El único que no me odia es Gaspar. Me lo dijo: hueón, entiende a la Sofía. Siempre ha sido media histérica y ahora más, si lleva casi dos meses en la clínica. Gaspar es un diplomático, un conciliador. Aproveché a preguntarle si sabía cuál era la parte plana de la lengua. No sé, supongo que la de arriba. ¿Por qué? No, por nada.


10 de julio

Me gusta leer cuando estoy en el baño. Agarré la Cosmopolitan de la otra vez y leí «número dos: desliza todo el pene dentro de tu garganta tanto como te sea posible (ayuda el respirar a través de tu nariz para evitar las náuseas)». Me parece bastante obvio. Sofía nunca se lo mete entero por mucho rato, se ahoga. Me acordé que yo una vez intenté meterme un plátano y vomité un poco, así que la entiendo. Luego me agacho y trato de ver si puedo alcanzar mi pene con la boca. Cuando chico podía, a veces me pasaba la lengua para ver qué sentía. Pero ya no puedo.


11 de julio

En una semana más llega la hermana de Sofía desde Italia a instalarse en mi casa. Sofía se puso feliz con la noticia. Eso dijo, pero no le creí. Yo creo que siente envidia, porque le gustaría estar ahí, en esa casa llena de gente extraña que te mira feo si duermes hasta tarde, aun cuando no tienes nada que hacer. Yo feliz le cambiaría eso por su cama de clínica privada y todas sus enfermeras.

Alicia dice que me lo contó hace tiempo, pero yo no me acuerdo. No me mires así, me dice Alicia. Solo queremos acompañarte en este momento. Con Sofía en el hospital y Nicolás tan solito. No te hagas el fuerte.

Pero no me hago el fuerte.

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