Recomendaciones
Los libros más marcantes del 2024 [I]
Por Escaramuza / Jueves 19 de diciembre de 2024
Colaboradoras y colaboradores de Intervalo nos cuentan cuál fue el libro más marcante de sus 2024. No es el mejor, o tal vez lo sea, sino aquel más indeleble de este año que se fue. Las razones cada quien se ocupa de ponerlas por escrito. Mañana publicamos la segunda parte, con más y más recomendaciones.
Macarena Langleib, periodista (Uruguay)
Maniac, de Benjamin Labatut (Anagrama, 2024), y Un puñado de flechas, de María Gaínza (Anagrama, 2024)
No es casual que se hayan juntado en mis lecturas de Kindle del año que termina Maniac, de Benjamin Labatut, y Un puñado de flechas, de María Gaínza, porque volví por más de lo que hacen los dos y queda leudando, ocupando espacio en el rumiar. Fui corriendo por esos relatos de estructura asimétrica, de género laxo, con un área temática predominante: la ciencia, en uno, el arte, el coleccionismo, en otra, los clanes deshilachados, los personajes obsesivos, la detección de un propósito, en ambos.
Me quedo con el comienzo de Gainza, uno de los más disfrutables que recuerdo en el último tiempo, esa desacralizadora conversación con Coppola que da sentido al título, y con este reclamo que está en el corazón del libro de Labatut: “El problema con esos juegos, con los múltiples y temibles juegos que surgen de la imaginación sin límites de nuestra especie, es que cuando toman cuerpo en el mundo real -cuyas verdaderas reglas y propósito sólo Dios conoce- nos vemos enfrentados a riesgos y peligros que muchas veces superan nuestro conocimiento y sabiduría, como si hubiese algo en lo humano que siempre apunta más allá de nosotros, porque se alimenta de aquellas fuerzas que nos anteceden, exponiéndonos a los caprichos y deseos de un demonio interior, cuyo poder y nombre nos acarrean la desgracia”.
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Rafael Rey, periodista (Uruguay)
Tarántula, de Eduardo Halfon (Libros del Asteroide, 2024)
Eduardo Halfon construye, desde hace casi dos décadas, una obra única en la literatura latinoamericana, en la que su vida, su identidad, su memoria, juegan a la vez como personaje y escenario de sus libros, en la que, a cuentagotas, el autor nos lleva por un derrotero elaborado con la maestría de los grandes escritores. En Tarántula (Libros del Asteroide), un campamento para niños judíos en la selva de Guatemala, en el que Halfon y su hermano menor son enviados por sus padres, se convierte en un lugar pesadillesco, donde se aprende, entre otras cosas, que para un judío la manera de sobrevivir puede ser optar por la muda aceptación de lo humillante. O huir, sin mirar atrás.
La acción transcurre entre la Guatemala de mediados de los 80, en plena guerra civil, y el presente del protagonista, en el que la historia se va desplegando y revelando con esa escritura y estructura milimétricas que tan bien maneja Halfon y que aborda los grandes temas que nutren su obra: la identidad, y las varias máscaras que le dan forma, y el judaísmo, del que siempre quiere escaparse, pero al que vuelve, empujado por su necesidad interminable de comprenderlo.
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Gabriela Borrelli, periodista y escritora (Argentina)
Alcancía, de Rosa Chacel (Blatt & Ríos, 2024)
El libro que me conmovió este 2024 no es una novedad, sino más bien todo lo contrario. Blatt y Ríos decidió reeditar el mítico libro de Rosa Chacel Alcancía. Es un libro que impacta especialmente en los lectores de Mario Levrero y La novela luminosa. Es ese diario salvaje de la escritora española inspiración y reflejo para el libro de Levrero. Un libro único, un yo que no se regodea en sí mismo sino que mira Argentina, Brasil, EEUU y España quirúrgicamente sin concesiones.
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Alicia Migdal, escritora (Uruguay)
Espinos blancos y fiestas privadas, de Mercedes Estramil (Hum, 2024)
Sin duda, los últimos cuentos crueles y plebeyos de Mercedes Estramil, Espinos blancos y fiestas privadas, editados por Hum, son la mejor producción de nihilismo femenino que tenemos en el Uruguay. Mercedes da miedo, fascina y enseña a escribir desde la más pura y descarnada observación. Difícil leer enseguida a otra escritora tan pregnante es su mundo y su método duro.
Comprar Espinos blancos y fiestas privadas
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Emmanuel Sticchi, escritor e investigador (Argentina)
Hangasaman, de Shirley Jackson (Minúscula, 2023. Trad. Maia Figueroa Evans)
Este 2024 uno de los libros que más disfruté leer fue Hangsaman, de Shirley Jackson. Una novela de aprendizaje que indaga en la mente de una adolescente universitaria cuya realidad se confunde a cada instante.
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Soledad Gago periodista (Uruguay)
Limpia, de Alia Trabucco (Lumen, 2022)
Siempre me cuesta elegir, sobre todo los libros. Pero si tengo que decir uno, uno solo de los que leí en 2024, posiblemente sea Limpia, de la chilena Alia Trabucco. Me lo recomendó Pipi, mi amiga editora, una de las mejores lectoras que conozco, y lo devoré: es uno de esas historias que no se pueden dilatar, en las que no se puede extender el tiempo. Es la historia de Estela, una mujer que llega a Santiago de Chile desde el sur para trabajar como empleada doméstica en la casa de una familia adinerada. A través de su mirada y su voz, cuenta su rutina, el día a día con los patrones y una niña, a quien cría. Debajo de la historia está lo otro: las diferencias de clase, la forma en la que, en la actualidad, se enmascaran, y también la denuncia. Limpia es un libro vertiginoso, una clase sobre la construcción de la psiquis de un personaje. Para mí, fue la puerta de entrada a la literatura de una escritora formidable.
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Cecilia Ríos, escritora (Uruguay)
Tierra inestable, de Claire Fuller (Impedimenta, 2023. Trad. Raquel Vicedo), y Perder el juicio, de Ariana Harwicz (Anagrama, 2024)
Tierra inestable, de Claire Fuller, novela en la que la trama ofrece una sorpresa en cada capítulo y los secretos fundados en buenas intenciones provocan hechos horribles. Perder el juicio, de Ariana Harwicz, por su ritmo y estilo, que reflejan muy bien la rabia y las confusiones de su protagonista.
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Natalia Consuegra, periodista (Colombia)
La sed se va con el río, de Andrea Mejía (Alfaguara, 2024)
La sed se va con el río y los miedos se exorcizan con el aguardiente de bejuco que prepara el viejo, sabio y ciego Jeremías, que obra como oráculo. La escritora colombiana Andrea Mejía construye un pueblo de fantasmagorías cuyos cañones son bañados por el río Nauyaca, el territorio oscuro y lóbrego donde el agua hace presencia y el tiempo, enrevesado, transcurre de otros modos.
Desde la montaña, solitaria, una estatua de la Virgen cuida y observa el pueblo. Con diálogos lapidarios que alcanzan la concisión poética, Mejía hace del páramo protagonista, uno que acoge la muerte y a los muertos. Con esta novela gótica andina, la autora transita los caminos de las creencias populares, la sabiduría ancestral, lo siniestro de los territorios, videntes, milagros y maldiciones, y las tragedias anunciadas entre personajes que crean sus propias mitologías rurales.
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