Hiyab y breakdance
Más que un mar
Por Sofía Aguerre / Lunes 26 de agosto de 2019
Es difícil imaginarnos a una joven musulmana bailando breakdance. El hiyab y este baile juvenil parecen constituirse, en el imaginario adulto, como dos elementos irreconciliables que sin embargo, para una adolescente de origen iraní como Shirin, serán el refugio frente al racismo de la mirada ajena. Sofía Aguerre reseña Al otro lado del mundo, novela de la escritora Tahereh Mafi.
Empezar las clases en un liceo nuevo siempre es complicado, pero si sos musulmana en pleno 2002, en Estados Unidos, la cosa puede llegar a volverse incluso violenta. La discriminación, la ignorancia y las miradas son una constante en la vida de Shirin, que vive oculta tras un escudo y sus auriculares.
Esta novela tan visceral, tan arrolladora y real, viene de la mano de la autora Tahereh Mafi, estadounidense de ascendencia iraní, más conocida por su saga Shatter Me (Destrózame). Como decía, nos cuenta la historia de Shirin, una adolescente de padres iraníes nacida en Estados Unidos, que desde siempre, pero sobre todo desde los atentados del año 2001, debe enfrentarse al odio más arraigado y al desprecio no disimulado de los demás.
Ya conocemos muy bien, gracias a infinidad de series y películas, el estereotipo de los liceos estadounidenses. En esta novela no tenemos un calco de estos, por suerte, pero sí nos queda claro que hay una cierta desidia por lo diferente y lo extranjero. Para Shirin ir a clase es una lucha, por más que sus padres lo desestimen un poco por haber vivido cosas mucho más difíciles. Ir a clase representa soportar el ninguneo constante, preguntas ignorantes, insultos. Solo encuentra apoyo en su hermano, Navid, aunque este es mucho más sociable que ella y no siempre puede estar ahí.
Entonces conoce a Ocean. Ese chico amable, que ignora muchas cosas, pero las pregunta con sinceridad. Con respeto. Ese chico que se preocupa por ella, que le demuestra siempre que no está ahí para burlarse ni para probar nada, sino porque realmente le agrada. Y claro, cómo cuesta creerlo. Permitirlo siquiera.
A veces, la amistad no es tan sencilla. Tampoco el amor.
No solo eso: también se presenta la oportunidad de empezar a hacer breakdance con su hermano y los amigos de este. A pesar de lo contradictorio que les parece a algunos por su ignorancia respecto al islam, a Shirin le apasiona y pronto se convertirá en la vía de escape para muchas de sus frustraciones. Un mundo nuevo, excitante, distinto.
Shirin da miedo a veces. La coraza que se formó después de tanta violencia no permite que pase nada, ni lo malo ni lo bueno. Tan solo su familia tiene un lugar, incluso aunque a veces no la entiendan del todo. Su familia es su refugio, su casa. Todo ese odio y toda esa ira pueden protegerla de muchas cosas, menos de sí misma. Y ahí entran Ocean y sus nuevos amigos. Ahí es donde llega ese amor, esa confianza. Por más que el entorno sea hostil, ahí está la oportunidad de enfrentar el mundo de otra manera. Junto con esos otros personajes, complejos y relevantes, cada uno con algo que aportar a la historia.
La ambientación estadounidense es bastante típica —quienes recuerdan esos años tal vez sientan cierta nostalgia—, pero gracias a la familia de Shirin conocemos más sobre la cultura iraní, sobre la comida persa y la poesía, las costumbres, más allá de todo lo que nos muestra la tele y nos vuelve desconfiados, reticentes a verlos de otra manera. Nos acerca a lo que son en verdad: personas.
La historia está narrada en primera persona, desde el punto de vista de Shirin, por lo que accedemos directamente a sus pensamientos. Esto quiere decir que tenemos mucha introspección y que entendemos su enojo y sus miedos de primera mano, además de que la voz es la propia de una adolescente. Lo que dice es muy directo y llega con fuerza, al estilo de El odio que das, de Angie Thomas.
Por todo esto Al otro lado del océano es una novela que no podemos dejar pasar en silencio. Los invito a leerla, a aprender, a conocer. A interesarnos más por el otro, por otras realidades y las vicisitudes que tiene que enfrentar el distinto cuando vive en un entorno hostil. A volvernos más empáticos, más humanos. Y a disfrutar de una novela preciosa, claro.
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