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Ficción & redes & mentiras

Moscas x el rabo

Por Alicia Migdal / Sábado 05 de noviembre de 2022
Fotograma de «El adversario», de Nicole Garcia (2001).

Alicia Migdal, la escritora y lectora, empieza una columna sobre los libros y las películas que no para de devorar. El puntapié es una observación escalofriante del perfil de Jean-Claude Romand en Instagram. Padres de familia que asesinan a sus familias, redes, la narrativa liminal de Emmanuel Carrère y todo lo que va surgiendo en un recorrido que es crítica de las existencias en apariencia perfectas. 

Jean-Claude Romand tiene una cuenta en Instagram. 9 posteos, 24 seguidores (entre ellos un tal Mersault, nombre del protagonista de El extranjero, de Camus), 5 seguidos, entre los cuales el escritor Emmanuel Carrère.

Romand masacró en Francia a toda su familia en los años 90, después de haber pasado décadas haciendo una vida de falso médico prestigioso. En realidad, se iba por ahí a matar el tiempo, en el auto, por carreteras. Tenía alguna amante. Cuando el fraude humano y financiero lo iba a delatar, cometió la masacre, sus padres incluidos, con cuyo capital y el de tantos otros había especulado para mantener holgadamente a su familia y una vida al margen de la verdad. Intentó incendiar la casa y morir, pero sobrevivió y fue condenado a perpetua. 

Carrère lo entrevistó y escribió El adversario, un gran éxito de ventas y de difusión y uno de sus libros de no-ficción más emblemáticos. [Carrère ha asistido a los juicios de los terroristas del 2015 en París. Tendremos en el futuro, tal vez, un libro suyo sobre esta experiencia en directo]. Dos películas casi simultáneas se acercaron en esos años al misterio de la vida y crímenes de Romand: El empleo del tiempo, de Laurent Cantet, y El adversario, de Nicole Garcia. Yo incluí algo de todo esto en mi libro El mar desde la orilla (2019).

Después de veintiséis años Romand obtuvo hace poco libertad condicional, y la ha pasado en un monasterio. Carrère no ha querido comunicarse con él. Descubro su Instagram con nueve fotos de su familia asesinada posteadas en un cariñoso tiempo presente, porque a ella me conduce, por analogía, otra constelación familiar ultimada por el padre y que es narrada en un capítulo de la serie de Netlix Misterios sin resolver.

Xavier Dupont de Ligonnès asesinó con gran meticulosidad y esmero a su mujer, sus cuatro hijos y sus dos perros labradores. Fue en Nantes, 2011. Recuerdo el caso porque tomó las portadas y la cabeza de la gente por mucho tiempo, sobre todo porque el único sobreviviente y obvio homicida era el padre, que con la misma minucia preparó su huida y desaparición. Hasta hoy no se sabe nada de este hombre con título de conde y vida social y económica falseada. Un amigo aristócrata especula con un cambio obvio de identidad y una nueva vida en América, tal vez en Argentina. Habla muy bien castellano. Era oriundo de Versalles y de una familia muy católica, y muy admirado por su bonhomía y su encanto de gran padre.

Mi sobrina, con quien seguimos a Romand y quedó prendada de Carrère, sospecha que la cuenta de Romand puede ser trucha. Yo pienso que no: es verosímil que no lo sea en el panorama general de su personalidad débil y mediocre, necesitada, de pobre tipo. Sus tímidos y afectuosos posteos de fotos familiares, en los que él aparece joven y amoroso con esa mujer y esos hijos a los que asesinó, tienen esa extrañeza propia de Instagram cuando una mira la cuenta de alguien que no conoce y se levanta así una historia posible, de instantáneas, de polaroids, de colores saturados, de peinados femeninos desactualizados y niños, siempre niños.

Nueve fotos al día de hoy en la página digital blanca, disponible y solitaria, a la espera de ser llenada con más imágenes. La miré una sola vez, como si volver sobre ella me convirtiera en cómplice de este nuevo autoengaño de Romand. Todavía me asombro, por mi edad, de la facilidad con que el mundo de alguien puede hoy hacerse presente de modo instantáneo, solo con teclear, sin ruido, un nombre. Ligonnès anda en los sesenta y pico. Sin duda debe de haber ido al odontólogo en alguna parte, porque un diente defectuoso, arriba, a la izquierda, es muy delator. Su casa en Nantes sigue sin venderse. No sé qué piensa Romand de Ligonnès ni Ligonnès de Romand, ambos padres franceses asesinos de sus familias con una década de distancia, ambos famosos por estos horribles motivos, ambos emparentados en la megalomanía, y en la posesión de los otros.

Me pregunto si no estará interesado en escribir sobre esto el historiador Ivan Jablonka, también francés, que tan exquisita y seriamente analizó el crimen de una adolescente abusada en Laetitia o el fin de los hombres y que, con igual dedicación, explicó el funcionamiento del sistema patriarcal en su libro Hombres justos, y a quien se puede seguir también en Instagram. 


Decía Carrère

En 2014 Daniel Gascón, de Letras Libres, entrevistó  a Emmanuel Carrère. En el 2021, el escritor ganó el Premio Princesa de Asturias de las Letras. Estas son algunas de las declaraciones que Carrère hizo en el 2014, cuando su libro más reciente era Limonov, y que Gascón recuerda a raíz del premio del 2021.

«He sido escritor durante treinta años: la primera mitad de mi carrera escribí libros de ficción, la segunda he escrito ese tipo peculiar de libros de no ficción. Algunos son memoirs, pero Limónov no se puede considerar una memoria: si hay que meterlo en una caja, es una biografía extraña. Una novela rusa es una auténtica memoir, un libro autobiográfico donde yo no solo soy el narrador sino el protagonista. De vidas ajenas es en parte una memoir, pero no soy el protagonista. No hay reglas. Lo que hay en común es que hablan de personajes y situaciones reales. No ficcionalizo. Y están escritos en primera persona. Aunque no siempre sea un personaje importante, siempre estoy en ellos».

«Limónov cuenta la vida del disidente ruso Eduard Limónov: “a la vez Houellebecq, Lou Reed y Cohn-Bendit”, es un personaje contradictorio y excesivo, que ha sido delincuente juvenil y poeta de provincias, exiliado y sin techo en Nueva York, estrella literaria en París, defensor de los serbios en las guerras de Yugoslavia y opositor de Putin».

«Empecé a hacer este tipo de libros con El adversario, que trataba de una historia terrible. Fue un libro muy difícil, con un proceso psicológico muy exigente. Había ensayado muchas formas de contar la historia. No podía hacer ficción. No sé por qué. El material se negaba, por mucho que lo intentara. Acabé escribiéndolo de esta forma peculiar, a la que hasta ahora he sido bastante fiel».

«Encontrar la historia adecuada para ti es una parte muy importante del trabajo. Tienes la sensación de que, aunque parezca pretencioso, tú eres la persona adecuada para contarla: tú y nadie más. A veces es una historia íntima, donde eres la mejor persona porque estás ahí. Y otras veces, como en El adversario o Limónov, fue una elección. Es un proceso difícil de entender. Debe tener algo que está lejos de mí, debe exigir un movimiento hacia algo que me resulta ajeno: un hombre que mata a su familia después de mentir durante veinte años, o Limónov, cuya vida sucedió en un mundo totalmente distinto al de mi experiencia. Por otro lado, debe haber algo común, algo que puede estar oculto: tengo que encontrar por qué me fascina algo tan alejado. Hay un equilibrio entre lo que está muy lejos de mí y lo que produce un eco muy íntimo y personal. No puedo teorizar, pero poco a poco sientes que puedes hacer algo con esa historia y que eres la persona adecuada para hacerlo».

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