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Edición hispanoamericana

Panorama editorial: la sevillana Barrett

Por Ezequiel Figueredo / Jueves 24 de agosto de 2023
Portadas de libros de la Editorial Barrett.

¿De qué maneras las editoriales pequeñas se plantan frente al influjo de los grandes grupos? ¿Qué estrategias hay contra el colonialismo cultural? ¿Cómo editar libros que saquen el aliento? Una charla con la Editorial Barrett, en la que afloran semejanzas entre la edición independiente de España y del Río de la Plata. 

Fieles al trabajo colectivo que hacen desde la editorial, respondieron Belén García, Manuel Burraco y Zacarías Lara.

Cuentan que el nombre de la editorial es un homenaje a Syd Barret «que pasó como un rayo al igual que libros pasan como rayos». ¿Cuáles fueron esos libros que son como un rayo para ustedes?

Cuando hablamos de libros que pasan como rayos fugaces nos referimos al fenómeno que se genera debido a la sobreproducción de títulos que hay en el mercado editorial, principalmente fomentado por los grandes grupos editoriales. En Editorial Barrett publicamos tan solo ocho títulos al año, se trata de una decisión política y deliberada. Crear un libro supone un esfuerzo inmenso. Hay muchas editoriales que realizan un trabajo delicado y minucioso en sus ediciones, pero debido a esta sobreproducción, pasan como rayos fugaces, quedándose, en la mayoría de las ocasiones, en el olvido.


Intentan zafar de la editorial acartonada y clásica en cuanto al diseño y temáticas. ¿Es una reacción a la escena española, que les aburre? ¿O se trata simplemente de un distintivo natural?

Pues un poco de todo. No es que nos aburra la escena española, de hecho hay compañeras que hacen un trabajo maravilloso y de las que hemos aprendido casi todo lo que sabemos, pero sí que es verdad que nos gusta divertirnos trabajando, tratar de sentir que no es un trabajo. Nos tomamos las cosas con humor, a riesgo de parecer menos serios en este mundo literario que siempre ha seguido unos cánones un tanto elitistas.

Nos gusta experimentar, tanto en la selección de textos como en el diseño de cubiertas. Cuando publicamos Panza de burro, comenzamos a recibir muchos manuscritos sobre volcanes y niñas. Queremos alejarnos de la repetición, buscamos textos que hagan que nos explote la cabeza. Podemos pasar sin problemas de una reflexión sobre el arte contemporáneo como ocurre en el cómic ¿Arte? ¿Por qué? de Eleanor Davis a una novela cruda y underground sobre el mundo de la heroína como es Canijo, de Fernando Mansilla. 

En cuanto al diseño de las cubiertas nos ocurre lo mismo. Buscamos artistas contemporáneos, les planteamos el diseño de cubierta como un lienzo en blanco que pueden usar a su antojo, aprovechando solapas, interior de cubierta o cualquier locura que vaya surgiendo. Trabajamos con papeles diferentes, nuevas texturas, nos interesa que el libro exprese cosas por dentro y por fuera. Queremos que las cubiertas expliquen y añadan más contenido una vez que se alguien termina de leer el texto. Mucha gente dice que los libros de Barrett son reconocibles en las librerías porque siempre es complicado encontrar nuestro logo.


Son de Sevilla, ¿cómo es ser una editorial independiente nueva desde fuera del circuito Mad-Bar?

Muchas veces ocurre esto que comentas y nos preguntan si somos de Madrid o Barcelona. En Sevilla se vive muy bien, es una ciudad tranquila y muy agradable para pasear y quedar con los amigos de forma espontánea. Sevilla siempre ha tenido la fama de ciudad rancia, cuya cultura se limita a la Semana Santa o a la Feria de abril, y en gran parte es así. En términos culturales es una ciudad bastante cerrada a los cambios y a las sinergias entre proyectos, algo que no ocurre tanto en otras partes de España. Sin embargo, solo hay que moverse en determinados lugares y descubrir que hay gente haciendo cosas realmente increíbles. Así lo ha sido por ejemplo en la música desde los años 70 con el rock progresivo andaluz o como cuna de la contracultura en nuestro país. A día de hoy compartimos nuestro local de trabajo con tres ceramistas buenísimas y con una ilustradora reconocida internacionalmente como es María Medem. Pensamos que cuando te alejas de Madrid y Barcelona hay más libertad creativa, menos presión global, sería interesante estudiar esto. Se hacen muy buenas cosas fuera de esas dos ciudades y creemos que cada vez la gente es más consciente de eso.


En la última Feria de Madrid explicaron su no participación por el cambio de los estándares de participación de los organizadores. ¿Cómo ven el futuro en este sentido y qué alternativas vislumbran?

Nosotros apostamos por participar en ferias pequeñas y especializadas: cómics, política, etc. El mundo de las ferias del libro se ha convertido (lo han convertido unos cuantos) en su negocio propio. Un ejemplo cercano es la feria de nuestra ciudad, sinceramente, la peor feria del libro de las que conocemos. Cada año se restringen más las bases para que no puedan entrar editoriales nuevas, para que siempre estén las mismas librerías y editoriales. Nos da bastante pena que haya gente que tenga este pensamiento tan individualista y a corto plazo. Nos interesan las ferias repletas de editoriales, más grandes y más pequeñas, donde haya riqueza literaria, donde el público pueda elegir y no se encuentre el mismo libro de Arturo Pérez Reverte repetido en todos los stands.

En Madrid ocurre lo mismo multiplicado por cien. Es un negocio pensado para el beneficio de los grandes grupos editoriales y de grandes empresas y bancos, unas bases abusivas en el reglamento priman cada vez más a las editoriales que más libros publiquen. Siempre se habla de cantidad, de publicar más y más, dejando los criterios de calidad por los suelos. 


En esta misma línea, en el mundo del libro habría tres grandes dinamizadores de la industria que son las organizaciones de editoriales, las ferias y/o eventos literarios y el Estado. ¿Qué piensan de ese sistema, cómo lo ven en la actualidad y qué han aprendido de él?

Ya nos hemos cagado bastante en las ferias del libro en la pregunta anterior ¿no? [risas]. Por supuesto, nos referimos a las grandes ferias, hay gente organizando ferias pequeñitas que les deberían hacer un monumento, hay una diferencia muy grande simplemente en el trato humano. En Editorial Barrett solicitamos algunas ayudas al Estado, unas específicas para la producción editorial y normalmente conseguimos algo de dinero que nos ayuda a financiar los libros, pero vivimos de vender libros, el ayuntamiento de Sevilla nos debe dinero desde hace tres años; llamarles ayudas es un poco una utopía.Y luego están los gremios de editoriales. Vamos a parecer un poco chungos y negativos, pero realmente no creemos que ninguno de estos tres agentes haga sus funciones de forma eficiente y ayuden a generar un tejido editorial de apoyo o cohesión. En definitiva, hemos aprendido a apoyarnos en ellos en ocasiones muy puntuales, las mínimas y a seguir trabajando a nuestro ritmo, con nuestras ideas y con nuestros principios de transparencia.


Cuéntenos qué les sucedió con Panza de burro, que vendió más de 70000 ejemplares, y qué nos pueden comentar del libro, que ya circula en Uruguay. 

¡Qué el libro es buenísimo! Lo primero que ha sucedido es que Andrea Abreu ha escrito un libro que es una joya, y que el boca a boca entre las lectoras lo ha expandido a la velocidad de la luz. Mucha gente piensa que hemos hecho una campaña publicitaria o no sé qué historia, y nos reímos mucho al oírlo. Nada de eso, es una novela escrita desde las tripas, en la que se narra la vida de dos niñas que viven al norte de la isla de Tenerife en Canarias, en un pequeño pueblo alejado de toda la zona turística, una historia salvaje y volcánica que no idealiza en absoluto la infancia y que está escrita en el argot local. Leer Panza de burro es como querer averiguar un truco de magia o tratar de entender el universo. Hay que dejarse llevar.


¿Les parece que hay algo de contacto con la literatura de corte «costumbrista» que también se escribe en América Latina?

Totalmente. En España no es tan común encontrar este tipo de libros que defienden el uso del lenguaje de una manera tan bonita y coherente. Panza de burro y Andrea Abreu se nutren de toda esa literatura de América Latina. Ella es fan absoluta de autoras como Selva Almada, Pilar Quintana o Rita Indiana que le han marcado profundamente a la hora de escribir. Se podría decir que, aunque Andrea es de la isla de Tenerife, su novela se engloba dentro del boom literario de autoras latinoamericanas que está surgiendo en los últimos años. 


En sentido de la pregunta anterior, ¿qué autores latinoamericanos les interesan?

Nos interesa muchísimo la literatura latinoamericana. En nuestro catálogo tenemos autoras como Alejandra Costamagna (Chile), Santiago Ambao y Martín Rejtman (Argentina), Andrés Felipe Solano y Manuela Espinal (Colombia), Elaine Vilar (Cuba), que ganó en 2021 el Premio Cálamo a Mejor Libro del año con La tiranía de las moscas, o la autora colombiana Laura Ortiz con su libro Sofoco, un libro de relatos que es una auténtica brutalidad literaria.

Una de las cosas que nos parece más bonita es que actualmente están llegando a España muchas editoriales latinoamericanas que venden sus libros directamente aquí. Nos gusta publicar autoras de Latinoamérica, pero nos parece mucho más justo que vengan de la mano de sus editoriales originales y que por fin se haga un poco de justicia a tanto colonialismo editorial español.


Editan a un autor como Fernando Mansilla, que fue muy particular, con una gran personalidad y que puede adentrarnos en la Sevilla under de los últimos tiempos. ¿Qué significa su presencia en el catálogo, y qué significa para la literatura sevillana y española?

Muchas veces decimos que iniciamos esto de Editorial Barrett con un único objetivo: publicar la obra de Fernando Mansilla. Actualmente tenemos cuatro libros suyos: Relatos faunescos, Matar cabrones, Mansilla Street View y CanijoLa obra de Mansilla representa un archivo histórico de la cultura under de nuestra ciudad y de nuestro país, sus textos son extrapolables a cualquier parte del mundo. Mansilla retrata de manera magistral a las personas sin hogar, a los heroinómanos, yonkis, colgaos, a la gente con sida, a los desheredados de la sociedad en general. 

Fernando murió en 2019, dejándonos una obra de culto, Canijo, un auténtico bestseller en la ciudad y que recientemente está comenzando a descubrirse. No podemos parar de recomendar leer este libro. Hazte mansillista, amigo.

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