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Inclasificables

Stephin Merritt y The Magnetic Fields

Por Flavio Lira / Sábado 03 de diciembre de 2022
Detalle de portada del disco «50 Song Memoir».

Multiinstrumentista, irónico, caústico, demasiado original: Stephin Merritt y su discografía en un repaso extraordinario de Flavio Lira. Una guía que le agrega capas de sentido al toque de The Magnetic Fields el próximo 8 de diciembre.

Con una trayectoria de más de treinta años y una discografía que abarca no solo su principal proyecto, The Magnetic Fields, sino también una vasta lista de grupos paralelos (The 6ths, Future Bible Heroes, The Gothic Archies), bandas sonoras para cine y teatro, y colaboraciones con otros artistas, Stephin Merritt se ha consagrado como uno de los compositores más importantes de la actualidad, un heredero del autor de canción que aúna ingenio y sentimentalismo por partes iguales, como sus ídolos Irving Berlin y Cole Porter. Pero todo eso pasado por el tamiz de un siglo entero de música, de donde bebe una amplia gama de influencias que terminan formando un estilo propio e inconfundible.

Nacido en 1965, Merrit tuvo una infancia nómada, viviendo de colonia hippie en colonia hippie y de ciudad en ciudad. Durante la adolescencia conoce a Claudia Gonson, una compañera de liceo que rápidamente se vuelve su amiga (amistad, al parecer, basada en un interés por «los cambios complejos de acordes en los discos de David Bowie»), y al final tanto una integrante de The Magnetic Fields y Future Bible Heroes, como su manager. Junto a ella (y otros amigos adolescentes) forma una de sus primeras bandas, Zinnias (de las cuales se pueden encontrar canciones en YouTube), una especie de crisálida de los Magnetic Fields. 

A principios de los 80, Merrit estudia en la Universidad de Nueva York, pero más que nada se vuelve un habitué de Danceteria, una especie de club musical extremadamente ecléctico donde vio tanto a la performer Lydia Lunch, a grupos de chicas de los 60s como las Shirelles, el trío de disco punk ESG, y a divos tecnopop como Marc Almond. Parte de esta experiencia será fundacional para el complejo entramado de referencias que es su música, lo cual describe en la canción «84-Danceteria» del disco 50 song Memory (2017), una especie de novela autobiográfica que, como dice el título, consta de 50 canciones, una por cada año de su vida. Pero para eso faltan más de tres décadas y muchas canciones.

Su debut llegaría con Distant Plastic Trees (1991). Diseñado como un disco premeditadamente pequeño, hecho en base a teclados baratos e inspirado en el uso del minimalismo de la influyente banda post punk Young Marble Giants, el disco tiene poco y a la vez mucho que ver con lo que terminará siendo entendido como el sonido característico de los Magnetic Fields. Merritt todavía no asume su rol como cantante principal de la banda y, en cambio la voz, es de Susan Anway que, envuelta en capas de sintetizadores y cajas de ritmo, canta de manera tan afinada como distante y desapegada los textos de Merrit. Si bien el impacto del disco fue escaso (de hecho, fue imposible conseguirlo en los Estados Unidos durante casi un lustro), tuvo una especie de mini hit en las radios universitarias con «10.000 Fireflies», el primer tema emblemático de Merrit. La letra empieza de la siguiente manera: «I have a mandolin./ I play it all night long./ It makes me want to kill myself» [Tengo una mandolina, la toco toda la noche, me dan ganas de matarme]. Ese verso sería la piedra fundacional de su estilo lírico: extraño, tragicómico, a la vez cándido y cáustico, y siempre con el giro preciso de palabras para volverse devastador. 

A ese primer trabajo le seguiría The Wayward Bus. También con Amway como vocalista, y con un nombre que remite a la novela de John Steinbeck, el disco es un homenaje a los grupos de chicas de Phil Spector... Esta idea de discos conceptuales, con un hilo estético y/o temático, será constante en la obra de los Magnetic Fields. En su discografía se encuentran discos cuyas canciones se estructuran en base a loops y sus letras toman la figura literaria de la anáfora (el EP House of Tomorrow, 1992, que sería la primera grabación con Merrit como vocalista exclusivo), los lugares comunes de la música country (The Charm of the Highway Strip, 1994), canciones que empiezan por la letra i (justamente I, 2004), o el noise pop de «Jesus & Mary Chain» (Distortion, 2008). 

«Bienvenidos al 1994, la originalidad está pasada de moda» decía Merritt a modo de provocación en una entrevista publicada por Chickfactor. La idea de pastiche, de la utilización de clichés pop y de artificio está firmemente instalada en la trilogía de discos que saldrán en esos tiempos. Al ya mencionado Charm of the Highway Strip se le suman también Holiday (1994) y el excelente Get Lost (1995). Juntos, los tres marcan lo mejor de su producción más temprana, y son una isla por fuera del sonido de la década que vio al grunge como su principal exponente. En la misma entrevista Merrit se pronunciaba en contra del «falso realismo» omnisciente en la producción musical de sus contemporáneos: «Cuando escucho las canciones en la radio todo suena igual… todos los instrumentos, sean acústicos o de sintetizador, intentan sonar como si fueran “reales”».  

En oposición (y como también lo hacían sus adorados Kraftwerk), Merritt construye canciones premeditadamente sintéticas, en las que hasta las guitarras son hechas en base a sintetizadores. También dirá que «no escribe canciones autobiográficas» (aunque se contradice permanentemente en este aspecto). De cualquier manera, no hay que confundir estos procesos de distanciamiento y artificio con pedantería intelectual. Por el contrario, esa «falsedad» termina dando la vuelta y volviéndose absolutamente sentida. En esto contribuye el tono poético no solo de las letras, sino inclusive de la misma factura de las canciones. Merrit es fan declarado de ABBA y, al igual que ellos, cree en una engañosa simplicidad a la hora de componer: los acordes son pocos, la estructura es verso + estribillo. «Bubblegum y vanguardia, y nada en en el medio» es la fórmula Merritt, fórmula que terminará siendo influyente para un incontable número de bandas, y que los termina por rotular con ese temido y cargado término de «artista de culto», en ese momento casi que exclusivamente para adolescentes gays y universitarios con el corazón roto. 

Si bien los Magnetic Fields nunca serán una banda multitudinaria, su pequeño público se expande considerablemente con el siguiente trabajo, el definitivamente más ambicioso 69 Love Songs (1999). En un principio pensado como una especie de show musical de 100 canciones (que terminó siendo reducido a 69 por un tema de longitud, pero que también adoptó el nuevo número por las posibilidades gráficas que ofrecía), 69 love songs es exactamente eso, 69 canciones de amor que se pasean por varios géneros y estilos, desde la world music («World Love»), el homenaje a Fleetwood Mac («No One Will Ever Love You»), el tecno pop («It´s a Crime», «Promises of Eternity»), por no hablar de una cantidad absurda de baladas imposiblemente bellas («Come back from San Francisco», «Busby Berkeley Dreams», etc.).

69 Love Songs es un disco que, a pesar de su extensión, nunca pierde su interés, en parte por lo ecléctico del sonido, que supera ampliamente las limitaciones de su bajo presupuesto (al igual que los anteriores también está grabado por Merritt mismo en su estudio casero), y definitivamente por la maestría compositiva de Merritt. Se trata también del disco que contiene los dos temas más conocidos de toda su trayectoria, «The Book of Love» y «Papa was a Rodeo». El primero ha sido versionado muchas veces y funciona como una especie de texto autoconsciente sobre la demencia del proyecto en sí mismo. Merritt canta, con su «voz de barítono poco entrenado» como escribió el poeta peruano Luis Chaves, lo siguiente: «The book of love has music in it./ In fact that’s where music comes from./ Some of it is just trascendental./ Some of it’s really dumb./ But I love it when you sing to me./ And you, you can sing me anything» [El libro del amor contiene música. De hecho, es allí de donde esta proviene. Algunas partes son simplemente trascendentales. Otras son realmente tontas. Pero amo cuando vos lo cantás. Y vos me podés cantar cualquier cosa]. La figura del libro del amor, como si fuese un texto de amor cortés, o un acompanamiento sonoro a los fragmentos del discurso amoroso de Barthes, pero tomado de manera ligera, como algo que puede ser simultaneamente poderoso y también poderosamente idiota, pero que de cualquier manera vale la pena ser escuchado, o vivido.

«Papa was a Rodeo» es emblemática con respecto a los roles de género. Merrit comienza cantando: «I like your twisted point of view, Mike» (Me gusta tu retorcido punto de vista, Mike). Este Mike al cual todavía no conocemos, parece ser, por todas las pistas, un hombre. Sin embargo, cuando en el último verso finalmente Mike aparece y el tema se vuelve un dúo, la voz cantante es femenina (de Shirley Simms, miembro constante de la banda desde ese entonces). Si bien Merritt es abiertamente gay, los pronombres y el juego con respecto al género no se agotan en ello. Las canciones pueden tener un punto de vista masculino, pero las voces son femeninas, o viceversa. Una canción como «The Nun’s Litany» (del disco Distortion) puede ser cantada tanto por Simms como por Merrit. La fluidez es constante, pero el embanderamiento identitario es poco menos que inexistente.

69 love songs es el disco que acercó a The Magnetic Fields a una especie de fama, que los puso firmemente en los rankings de mejores discos de los 90 y, también, el que les hará sombra eternamente. Es decir, es una vara tan alta que todo lo que vino después, aunque de una calidad constante y pareja, será medido contra esta obra magna. Por lo tanto, nunca nada parecerá estar a la altura; no importa si se trata de discos muy buenos o directamente excelentes (50 Song Memory, Distortion, I), o más bien flojos como en el caso de Love at the bottom of the sea, 2014, o Quickies, del 2020, su último trabajo hasta la fecha... Si bien el humor es constante en la discografía de Merrit, estos dos trabajos pecan un poco de obviedad y de ser casi que excluyentemente discos de chistes. Por otra parte, cabe anotar que estos discos «flojos» tienen algunos de los mejores temas de Merrit hasta la fecha, como por ejemplo la amarga «Quick!», o la lánguida «She Said Hello». Y, es probable que un trabajo mediano de Merritt sea mejor que la obra más lograda de cualquier artista menor.

A la vez artificiosa y naturalista, simple y compleja, erudita en sus fuentes, pero completamente distinguible de quienes él mismo declara como antecesores, la obra de Merrit logra unir extremos y sortear contradicciones sin que se hagan evidentes. Algo de todo esto podrá verse por primera vez en Uruguay este 8 de diciembre en La Trastienda. 

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