Series y libros
Es más de lo que puedo decir de ciertas series: «Single Drunk Female» y Karr
Por Patricia Turnes / Sábado 02 de setiembre de 2023
Fragmento de portada de «The Liars' Club A Memoir», de Mary Karr. Penguin Classics Deluxe Edition.
Problemas con el alcohol, antiheroínas radicalmente genuinas y vidas dadas vuelta: Patricia Turnes revisa libros y los relaciona con series televisivas. Una mirada a la escritora tejana Mary Karr y muchas ramificaciones a partir de la serie Single Drunk Female. ¡Nuevas protagonistas a la vista!
Llegué a Mary Karr por un amigo que me la recomendó. Leer Iluminada (2019) fue un punto alto dentro de mis lecturas de pandemia. A través de las páginas del libro, me interesé por cada detalle de su vida, desde la etapa de estudiante, su vida de casada, pasando por su alcoholismo pero también por su posterior recuperación gracias al programa de Alcohólicos Anónimos. A Karr le funcionó entregarse a un poder superior, que en su caso fue la fe católica.
¿Qué más sabemos sobre Mary Karr? Nació en Texas, en el año 1955. Fue víctima de dos violaciones. Tuvo un intento de suicidio. Vivió una aventura con el turbulento Foster Wallace. Fue alumna de Tobías Wolff. Es profesora de literatura en la Universidad de Siracusa (Nueva York). Ha ganado varios premios. Además de su trilogía autobiográfica, que se completa con El club de los mentirosos y La flor, ha escrito el ensayo El arte de la memoria.
En una entrevista Mary Karr define la vida como «un chiste malo». A pesar de su humor y de su valentía para enfrentar los más sórdidos secretos, Karr cuenta que reconciliarse con su historia fue muy doloroso. El padre de Karr era un obrero petrolero. Cuando terminaba la jornada laboral solía ir a beber, a jugar a las cartas a bares, era amante de contar historias y algunos de sus compañeros de juergas eran excombatientes de la Segunda Guerra Mundial. De ahí el título de la novela sobre la infancia de Karr, El club de los mentirosos (1995), del que su papá era miembro habitual. Muchas veces su progenitor concurría a aquellos bares acompañado de su pequeña hija que escuchaba todo con interés. La madre de Mary Karr también era aficionada al alcohol, se casó siete veces, daba clases de pintura y además amaba los libros.
Cuando la escritora era niña tuvo que enfrentar que su madre, en un brote psicótico, la amenazara con un cuchillo. Tiene razón cuando reflexiona: «cuando el destino te pone en bandeja unos personajes así, ¿para que inventar nada?». May Karr cuenta con honestidad las historias terribles que vivieron ella y su hermana mayor, Lecia, desde pequeñas. Sin embargo, no opina que su familia fuera más disfuncional que otras, ya que según ella «cualquier familia compuesta por más de un miembro es una familia disfuncional».
La escritora tejana soñó desde muy temprano con ser poeta pero terminó siendo más conocida por sus novelas crudas, tiernas y adictivas. Mary Karr tomó la decisión de transformar sus aventuras y sufrimientos en literatura y así encontró su lugar en el mundo. Escribió la primera novela porque recién se había divorciado, tenía un hijo y necesitaba dinero para comprar un auto. Tuvo un accidente en auto, del que salió ilesa. Tocó fondo con el alcoholismo. Uno de sus profesores y la mujer de este le brindaron el apoyo que necesitaba: le inventaban trabajos tontos para poder pagarle y que ella pudiera solventar su terapia.
Hace poco conseguí el segundo volumen de la trilogía autobiográfica. La flor (2000) es una especie de carta de amor a su adolescencia en los años setenta en Estados Unidos. Esta novela cuenta la infancia de la autora en los años sesenta en un pequeño pueblo de Texas, Leechfield, con un paisaje de refinerías y pantanos como telón de fondo. Es apasionante revivir los días de Mary Karr como una adolescente rebelde que viaja desde Texas a California en una furgoneta con amigos, con la música a todo volumen y una buena cantidad de drogas. Y todo se vuelve aún más increíble si lo ponemos en contexto: esta mujer ahora devenida en practicante católica es a la vez es una oradora canchera y muy centrada que podemos disfrutar en algunas charlas y entrevistas de YouTube.
Karr es, en la actualidad, una mujer de sesenta y ocho años que, según ella misma se autodescribe, lleva una vida bastante normal. Vive en un apartamento pequeño, trabaja y los domingos hornea pasteles antes de ir a misa. Cree en Dios pero también está a favor de que las mujeres puedan decidir sobre su propio cuerpo. En la actualidad escribe una novela sobre hacerse mayor, sobre el sexo y los hombres de su vida.
Mientras cocinaba milanesas de berenjena escuché el podcast Beautiful Writers, en el que Linda Sivertsenen entrevistaba a Mary Karr. La escritora contó que suele hacer un ejercicio que consiste en registrar por escrito en qué momento del día siente la presencia de Dios. A pesar de que no soy creyente, me pareció una idea muy hermosa.
Un epílogo para Karr
Lena Dunham (Nueva York, 1986, guionista, directora y actriz) escribió un epílogo para la reedición de 2017 del libro El Club de los Mentirosos, de Mary Karr. En el texto cuenta cómo fue que Dunham luego de haber leído todos sus libros, de haber visto varias de sus fotos promocionales y de conocer a grandes rasgos su biografía e incluso todos los cotilleos que pudo reunir sobre ella en el mundillo literario, conoció a Mary Karr. Parece que aquella se le acercó por detrás, sonriente, en medio de una fiesta. Le dio una palmadita en el hombro y le dijo, bien cerca de la cara, «Soy Mary Karr. Te adoro, cariño».
Duham cuenta cómo fue el encuentro entre ambas: «…allí estaba, alegre y radiante como una niña de doce años en un parque. “¿Quieres ser mi amiga?”». Antes de que pasaran diez minutos se sacaron una selfie juntas. «La única conclusión a la que pudo llegar Lena Dunham fue que “contar la verdad te conserva eternamente joven". Y todos los miembros del club de quienes adoramos El club de los mentirosos y sus libros hermanos sabemos que Mary Karr ha hecho de contar la verdad no sólo su sustento, también lo ha convertido en su arte». Al describir su niñez, casi cómica en su tragedia implacable según la creadora de la revolucionaria serie Girls, Mary Karr manda un mensaje fundamental: no solo la verdad te hará libre, sino que también abrirá el camino para que otros hagan lo propio.
Amo la descripción impecable que Dunham hace de Karr:
Mary maneja el lenguaje con la soltura de un poeta, precisamente porque lo es: suelta palabras que tradicionalmente no deberían aparecer y crea para ellas usos novedosísimos. Es una comediante nata, se mueve con el tempo de una monologuista y el vigor de una reina del vodevil. Y posee una perspicacia sin límite, rememora la niñez con la generosidad cristalina de quien observa desde un hipotético cielo. De ahí que su libro, tan sincero, resulte ser un bonito engaño: hace que parezca fácil lo más difícil que hay, es decir, contar tu propia historia y conseguir que alguien la escuche. La familia de Mary no podía ocultar sus trapos más sucios a los vecinos. Ahora, Mary no quiere ocultarlos. Ni nosotros tampoco.
Lena Dunham elogia a Mary Karr y le reconoce a la escritora tejana haber
favorecido la liberación de sentimientos complejos, el uso de un lenguaje heterodoxo, la posibilidad de que la poesía del dolor forme parte de la amistad entre mujeres jóvenes. Incluso quienes todavía no han leído sus libros se benefician de sus repercusiones. […] Antes, la tradición dictaba que había que silenciar esas historias, como hizo la inolvidable madre de la autora hasta que ya era sexagenaria. Pero el rechazo de Karr a reprimirse, su rechazo a mentir, nos señala que esos tiempos ya han quedado atrás. De aquí en adelante se hará la luz.
Empezar de nuevo
Busqué en mi memoria series que traten de personajes que tienen que volver a empezar luego de una gran crisis vital. Aparecieron, entre otras, la de Mike White protagonizada por Laura Dern, la inolvidable Enlightened, y también una más reciente, La nueva vida de Toby, protagonizada por Jesse Eisenberg y Claire Danes. Pero también me acordé de una serie en la cual el motivo de que su protagonista vuelva a empezar es, justamente, su problemática con el alcohol. Me refiero a Single Drunk Female.
Esta serie se estrenó en enero del año pasado a través de Hulu. Aborda el tema del alcoholismo pero de una manera despreocupada, sin sermones. Trata sobre una veinteañera alcohólica que trabaja en una empresa de medios de comunicación en la ciudad de Nueva York. Samantha Fink, así se llama la protagonista de la serie, se enfrentará al desafío de mantenerse sobria luego de haber tenido una pelea en la oficina con su jefe hasta casi dejarlo ciego. La única chance que tiene Samantha para evitar la cárcel luego de este escándalo y de un mes de internarse para desintoxicarse es volver a vivir con su mamá en su ciudad natal.
[Elenco de Single Drunk Female].
Una temporada y diez episodios alcanzan para contar una historia muy humana, cuyas protagonistas son bastante imperfectas pero aun así logran nuestra empatía e interés. ¿Una comedia juvenil sobre adicciones? ¡Sí! Como antecedente recordé el capítulo que abre la tercera temporada de Girls (la serie de Lena Dunham) en el que la ex Sonic Youth Kim Gordon actuaba como compañera del grupo de apoyo de rehabilitación de Jessa, uno de los personajes principales de aquella gran serie de HBO, madre de tantas otras que vinieron después.
Single drunk female coincide en algunos puntos con la temática de la serie creada por Dunham, empezando por el detalle de que la protagonista es, al igual que Hanna de Girls, una candidata a escritora. Samantha Fink también tiene ecos del personaje central de Euphoria, Ruby «Rue» Bennett, aquella adolescente adicta a las drogas en proceso de recuperación que luchaba por encontrar su lugar en el mundo. Pero el tono de esta comedia es bastante menos zafado que el de Euphoria.
Pero… ¡vamos al grano! Nuestra heroína volverá a enfrentarse con los mismos obstáculos que la llevaron a refugiarse en la bebida. Tiene una madre bastante pasivo-agresiva, mandona y controladora, que apenas puede hacer frente a su propia tristeza tras la muerte de su marido. Para colmo de males, la exmejor amiga de Samantha sale con quien era su exnovio. Felicia, la antigua camarada de borracheras, es la amiga que le queda… Para recuperar la sobriedad tendrá que superar, como dice en la página de la serie, «las aterradoras responsabilidades de ser una persona normal».
Samantha consigue un trabajo en un supermercado y se une a Alcohólicos Anónimos. Tiene una madrina que la apoya, Olivia. En este grupo se reencontrará con James (Garrick Bernard) con quien ya ha tenido un desliz en el pasado. La posibilidad de que ambos vuelvan a tener una relación está teñida de peligrosidad, debido a la existencia de una regla no escrita, según la cual un alcohólico en recuperación tiene que estar sobrio durante un día y un año antes de estar en una relación sentimental con nadie. Esta y otras intrigas nos mantendrán en vilo durante toda la primera temporada. Para aumentar el suspenso hay un contador de días de sobriedad para recordarnos los avances o retrocesos de la protagonista y cuánto falta para que pueda volver a relacionarse con James. ¿Logrará esta candidata a escritora encaminar su vida? ¿qué pasará con James?
Por suerte para aquellos que nos enganchamos con la serie, en abril se estrenó la segunda temporada de Single Drunk Female.
Simone Finch, la guionista de esta serie, se inspiró en sus propias experiencias de vida para crear una historia sobre otra joven prometedora que descarrila por la bebida y se enfrenta al desafío de empezar de nuevo. Finch contó con grandes colaboradoras, como Leslye Headland (cocreadora de Russian Doll) en la dirección y Jenni Konner (coautora-productora de Girls) en la producción.
«La crónica de Single Drunk Female sobre los desafíos de la sobriedad es una alegría, gracias en parte a una sátira punzante y a la animada actuación de Sofia Black-D'Elia» escriben en Rotten Tomatoes sobre la Temporada 1 de esta serie. Sofia Black- D'Elia ya era conocida por su papel de Sage Spence en Gossip Girl. Otro gancho de la serie es que, gracias a ella, nos reencontramos con Ally Sheedy, la inolvidable Allison de aquella película de John Hughes estrenada en 1985, El club de los cinco. Ella también se destaca en la serie gracias a su papel de madre de Samantha. De hecho, este es el primer papel de importancia que la actriz obtiene en mucho tiempo.
Leí un artículo muy interesante publicado hace un tiempo en The New York Times titulado «Why We Love Lazy, Drunk, Broke Women on TV» [Por qué amamos a las mujeres perezosas, borrachas, arruinadas en la TV]. El texto sostiene que los personajes femeninos en la televisión se están volviendo más desordenados. «Es un alivio ver a las mujeres de la comedia y el drama de la pantalla chica darle la espalda a la ambición, el crecimiento personal y la autorrealización» escriben Sarah Hagelin y Gillian Silverman. «Desde Enlightened hasta Broad City, desde Girls hasta I May Destroy You, las protagonistas femeninas se burlan de las expectativas de ser trabajadoras y socialmente responsables, y en cambio gravitan hacia la indolencia y el autosabotaje. Renuncian a sus trabajos cuando se aburren; rechazan las relaciones estables, el trabajo remunerado e incluso la dignidad personal».
En esta nueva ola, a diferencia de la anterior, las mujeres ya no buscan tenerlo todo. Estas nuevas líneas argumentales son, en cambio, versiones de lo que la estudiosa feminista Susan Fraiman llama narrativas de lo «indecoroso», con protagonistas que socavan su propio crecimiento y educación, y es más probable que se vean sumidas en el fracaso a que luchen por conseguir anillos de boda o por conseguir nuevos despachos en sus oficinas.
Según Hagelin y Silverman, las comedias que miramos están llenas de hombres holgazanes odiosos. «Jerry Seinfeld, Larry David y Louis C.K. se definen por su egoísmo y su incompetencia». Sin embargo, en los personajes femeninos estos rasgos no son tan populares:
los espectadores pueden no simpatizar con estos personajes masculinos, pero no envían a los actores amenazas de muerte como las que la creadora y protagonista de Girls, Lena Dunham, ha declarado haber recibido. La transgresión de las normas de género por parte de las protagonistas femeninas en narrativas «indecorosas» parece enfadar a los espectadores que desean conformidad y amabilidad en las mujeres.
El artículo concluye con una reflexión muy acertada: «Ahí es donde las antiheroínas de la comedia televisiva reciente tienden a encontrar un final feliz: en una genuina comunidad y amistad. Hay algo estimulante en esta nueva figura de mujeres y en verla ganar en sus propios términos».
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