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Bella criatura que vive en esta casa

Sin levantar la voz: nueva antología de Shirley Jackson

Por Emmanuel  Sticchi / Miércoles 18 de setiembre de 2024

Cuentos oscuros, de Shirley Jackson, es una inquietante antología ilustrada de cuentos «listos para embrujar la mente de toda persona que los deje entrar». Editada por Libros del Zorro Rojo y Minúscula, se transforma en un libro imperdible para los fans de Jackson, pero también funciona de puerta de entrada a esta obra cumbre del horror y el misterio.

Shirley Jackson (1916-1965) fue una de las escritoras norteamericanas más curiosas del siglo XX. Una mujer excéntrica e iconoclasta en un pequeño pueblo del estado de Vermont durante los años 50, con todos los sinsabores que eso pudo haber acarreado. Madre de familia y casada con un profesor universitario que distaba mucho de un marido ideal, Jackson crió a sus cuatro hijos y se ocupó del hogar. Al mismo tiempo, dio rienda suelta a sus obsesiones y al vastísimo mundo de su imaginación desbocada que la llevaron a escribir frenéticamente y a combinar la exigencia de la vida doméstica con el rigor de ser una escritora profesional. 

en marzo de 2024, Libros del Zorro Rojo y Minúscula publicaron en conjunto el libro Cuentos oscuros, una antología que reúne once cuentos de esta autora por demás singular. A excepción de un par, estos cuentos no habían sido traducidos al español hasta esta edición (notable trabajo a cargo de Maia Figueroa Evans, por cierto). El libro es un pequeño lujo: está ilustrado por Carmen Segovia y ofrece la oportunidad de emprender un viaje por universos tan cotidianos como maravillosos, en los que lo imposible puede ocurrir a la vuelta de la esquina, los quehaceres diarios se funden con lo sobrenatural y lo desconocido se convierte en un placer desconcertante.

Autora de clásicos como las novelas Siempre hemos vivido en el castillo, El reloj de sol o La maldición de Hill House, Shirley Jackson se ubica en las altas cumbres de la literatura de terror moderno, una renovadora del gótico y facilitadora de un camino para las siguientes generaciones de escritores fantásticos. En 1980 Stephen King le dedicó la novela Ojos de fuego con las siguientes palabras: «A la memoria de Shirley Jackson, que nunca necesitó levantar la voz». 


Pasan cosas más extrañas 

Cuentos oscuros es un magnífico portal de acceso a los mundos embrujados de Shirley Jackson y, al mismo tiempo, permite complementar la lectura del resto de su obra. La colección abre con el relato «La posibilidad de hacer el mal», que narra la cotidianeidad de la señorita Strageworth, ciudadana longeva y locuaz de una pequeña comunidad que tiene como pasatiempo la escritura de cartas anónimas con las que esparce rumores maliciosos para sembrar el caos. La historia explora con maestría los ángulos sombríos de la vida en sociedad y la vileza soterrada de las personas, uno de los temas fetiche de la autora. También en «Los del verano», expone, como metáfora de la vejez, el abandono que sufre una pareja mayor de neoyorquinos por parte de toda una población ribereña debido a infringir una norma tácita: no te quedes demasiado tiempo.  

Otros cuentos del libro se aventuran por los angustiosos vericuetos de la vida conyugal infeliz. Aparecen, así, los matrimonios gélidos, las mujeres encerradas, prisioneras de la vida doméstica y los maridos ausentes que en ocasiones pueden volverse desconocidos, verdugos o captores. En «Jack el Destripador», recurre a la figura del mítico asesino en serie para sugerir que nunca se sabe al lado de quién se duerme en la cama matrimonial. En «El bello desconocido», un hombre regresa de un viaje de trabajo y su esposa se convence de que no es él, que se trata de otro hombre que lo ha suplantado debido a que ahora es dulce y atento. En «¡Qué idea!», una mujer fantasea con la ocurrencia de asesinar a su marido, pensamiento que se le infiltra en la mente como un virus y, en «La buena esposa», otra mujer, pero recién casada, es mantenida en cautiverio dentro de un dormitorio por un esposo que podría tener doble personalidad. 

Hay más. En «Louisa, por favor, vuelve a casa», se nos regala una historia divertidísima en la que una joven huye de su hogar un día antes del casamiento de su hermana con la intención de arruinar la boda y alejarse de su familia para siempre. Louisa empieza una nueva vida en otra ciudad, con un nuevo nombre y hasta una nueva personalidad. La familia pide por su aparición y todos los años, en el aniversario de la huida, la madre le ruega llorando por la radio que regrese. El cuento se adentra en lo fantástico cuando la nueva personalidad se fija tanto en Louisa que ni su propia familia es capaz de reconocerla cuando se produce el reencuentro. Un relato sobre crecer y dejar atrás los mandatos familiares. 

En «La historia que solíamos contar», dos amigas quedan atrapadas en el interior de una pintura que reproduce la casa en la que ambas se alojaban y, en «Lo único que dijo fue “sí”», una mujer debe suspender las vacaciones con su marido para hacerse cargo de la vecina adolescente que acaba de perder a sus padres en un accidente. A pesar de la tragedia que ha vivido la joven, la narradora no puede ocultar el desprecio que le genera, lo mucho que la odia y lo poco que puede conmoverse ante su situación. La aversión por la vecina es tan grande que es incapaz de advertir los poderes psíquicos que posee la chica que ahora se hospeda en su casa y no advierte que podría irle la vida en ello. 

Y, por supuesto, no faltan los cuentos de fantasmas: en «A casa», una mujer que acaba de mudarse a una casona en el campo desoye las advertencias que le brindan los lugareños respecto a un camino que acostumbran evitar los días de lluvia, quizás por algún tipo de aparición de la que prefieren no hablar.  En «La visita», una joven viaja a conocer la casa familiar de una compañera de escuela y descubre un mundo alucinado en una mansión sobrenatural cubierta de tapices, con habitaciones extravagantes y familiares que viven en torres como si fueran espectros. De a poco el cuento deviene cada vez más extraño, hasta dejarnos una sensación de incertidumbre que da ganas de leerlo una y otra vez. 


Toda casa está embrujada

Carmen Segovia encuentra la forma de ilustrar estos Cuentos oscuros en imágenes con gracia. Sus ilustraciones exploran escenas surrealistas, cargadas de colores saturados, en las que diferentes mujeres se encuentran en situaciones extrañas, dentro o fuera de casas que se multiplican por doquier, con flores, plantas, cielos estrellados, retratos duplicados y apariciones misteriosas. Expanden de manera lúcida los universos ambiguos que Jackson construye en estas historias, en las que el mal encuentra las vías por las que infiltrarse en lo cotidiano y esta intromisión es con frecuencia deliciosa y brillante.

Shirley Jackson falleció el 8 de agosto de 1965 a los 48 años, de un paro cardíaco. Durante los últimos años de su vida sufrió agorafobia y pasó más de un año sin salir de casa. Si algo caracteriza su obra es esta obsesión lunática por las casas, con sus interiores y sus fachadas, con la imposibilidad de escapar de ellas, con el deseo de huir a cualquier parte, con los misterios que se ocultan tras los ventanales de las casas del barrio o en las luces encendidas en lo alto de una torre a la medianoche. Durante mucho tiempo, Shirley Jackson aguardó como un fantasma en el ático de la mansión, sobrevivió con paciencia a un canon literario que se le resistía y tras larga espera sus cuentos ahora andan sueltos, listos para embrujar la mente de toda persona que los deje entrar.   

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