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Un recorrido vital

Camila Sosa Villada: «Todo está vivo, todo raspa, muerde o envenena»

Por Patricia Turnes / Miércoles 29 de junio de 2022
Detalle de la portada de «Las Malas» (Tusquets).

La obra de la cordobesa Camila Sosa Villada está demasiado viva y es tan original que se impone explorarla. Patricia Turnes lee el nuevo libro de cuentos, Soy una tonta por quererte, pero también va hacia otros textos no menos provocadores, como Las malas. Al hacer foco en esa lengua explosiva, tiene sentido lo que Sosa Villada dice de su propia escritura: «Todo está vivo, todo raspa, muerde o envenena».

Julio Leiva, en una de las entrevistas de su ciclo Caja Negra que se puede ver en YouTube, le pregunta a la actriz y escritora argentina Camila Sosa Villada «¿En qué te cambió a vos como persona Las Malas con todo ese éxito que tuvo?». Ella responde: «Ahora soy rica. Ahora tengo mucho dinero. Una riqueza sobre una pobreza estructural, además. Como travesti de hace muchos años soy una travesti empobrecida —que es un trabajo que han hecho muy bien las sociedades y los gobiernos latinoamericanos—». Y agrega, con su acento entre cordobés y mexicano: «vivo muy bien pero no me puedo comprar una casa, por ejemplo, no tengo ninguna propiedad. No tengo auto […] Pero sí me cambió para bien en el sentido de que ahora no me tengo que preocupar por comer, por pagar el alquiler, por comprarme la pasta de dientes, eso fue lo más importante que sucedió con Las Malas y lo otro fueron las tetas, que me puse las tetas el año pasado, gracias a ese libro».

Cuenta la leyenda que Juan Forn, el escritor y editor argentino fallecido el año pasado, se fascinó con Camila Sosa Villada y le propuso publicar una novela. Sosa Villada tenía cuarenta páginas escritas con la historia de la Tía Encarna, que era un personaje que ella hacía en el teatro. «Vamos adelante con este libro», le dijo Forn y ella siguió escribiendo. Todas las semanas le enviaba nuevos capítulos a Forn y recibía sus correcciones. En menos de un año tenían la novela terminada. En 2019 Tusquets editó Las malas dentro de su colección Rara Avis. En 2020 la escritora recibió el premio Sor Juana Inés de la Cruz. Su novela se convirtió en un bestseller y ya ha sido traducida al inglés, alemán, francés, portugués, italiano, noruego y croata.

Pero los comienzos fueron bastante más duros. Camila Sosa Villada llegó a la capital de Córdoba para estudiar en la universidad. Conoció a las travestis del Parque Sarmiento. Ella misma se prostituyó durante una temporada, aunque no tanto como la protagonista de su novela. La escritora siempre aclara que Las malas se trata de un libro autobiográfico en la forma, pero no en el contenido. Una travesti veterana, La Tía Encarna, decide adoptar un bebé que encuentran en una zanja del parque en el que trabajan. Al principio lo cuidan entre todas. En la casa de esta especie de «madre universal» encontrarán refugio varios de los personajes de la novela que sufren en las calles la brutalidad y el maltrato de muchos de los clientes con los que trabajan. 

Camila Sosa Villada escribe magníficamente sobre lo que mejor conoce: el universo trans y le hace justicia con un lenguaje directo, descarnado. Escribe sobre el dolor de ellas, pero también hay lugar en su prosa para el humor y la ternura, y hasta una pizca de realismo mágico y un encuentro con lo monstruoso. La han comparado con Carson McCullers; yo creo que tiene además un toque de Dostoievski. Imposible no empatizar con estos personajes oprimidos, tan de carne y hueso, a los que ella puso voz. 

La primera novela de Camila Sosa Villada tiene detalles que parecen salidos de un cuento de hadas. Una de las mejores escenas está al principio. En ella la protagonista —una especie de Cenicienta trash que se traviste a escondidas de sus padres— estrena unos mocasines de nobuk con taco alto que estaban muy de moda por aquellos años. Ha sacrificado las meriendas de un año entero para comprárselos. En el camino al pueblo se le rompe el taco y tiene que emprender la retirada con los zapatos en la mano. Al rato se da cuenta de que la sigue la policía. Le preguntan a dónde va y le piden documentos. «Nosotros no podemos dejar que un menor ande a estas horas suelto por la calle. Te vamos a tener que llevar hasta tu casa» le informan. A la protagonista le da terror imaginarse a su padre en la puerta de la casa mientras ella desciende de un patrullero con un vestido hecho a mano con las cortinas que misteriosamente habían desaparecido de la casa. Entonces le miente a la policía y se escapa hacia una casa que no es la suya. Pero a las pocas cuadras el patrullero la vuelve a encontrar. Los policías, aprovechándose de que la protagonista no quiere que el padre sepa que ella se traviste, le ofrece no decir nada y dejarla cerca de su casa si ella es «amable» con ellos. No quiero espoilear, pero imagínense lo peor y acertarán.

Las malas retrata la magia y el desencanto, la furia, pero también la fiesta de ser travestis. Angie, uno de los personajes, lo exterioriza en un momento: «Yo me hice travesti porque ser travesti es una fiesta». En una de las escenas varias van a la casa de una amiga a festejar Navidad. Una de ellas les muestra su flamante vagina reconstituida. Todas festejan. Terminan la noche pidiendo deseos. Con el tiempo, el ecosistema en el que vive este grupo humano será alterado. La comunidad trans empieza a ser perseguida por la policía y termina desmembrándose. Algunas cambian para adaptarse a la nueva realidad, otras enferman, otras se suicidan o mueren.

Las malas cuenta las aventuras y desventuras de esta población históricamente marginada, el modo en que se cuidan entre todas como si fueran una familia, las redes que crean para sobrevivir y resistir. La obra de Sosa Villada obra refleja la discriminación que existe en nuestra sociedad hacia los cuerpos disidentes que habitan el universo trans, pero además retrata el sistema patriarcal, la masculinidad tóxica, la maternidad, el capitalismo, la violencia, el alcoholismo, la pobreza y la marginación. Pero, lo más importante, su novela, más allá de tocar un tema que importa dentro de la nueva agenda de derechos, es alta literatura. La escritora cordobesa utiliza la escritura para reclamar su/nuestro derecho al lenguaje: «Todo puede ser tan hermoso, todo puede ser tan fértil, tan imprevisible, cuesta creer que sea obra de un dios. El lenguaje es mío. Es mi derecho, me corresponde una parte de él. Vino a mí, yo no lo busqué, por lo tanto, es mío. Me lo heredó mi madre, lo despilfarró mi padre. Voy a destruirlo, a enfermarlo, a confundirlo, a incomodarlo, voy a despedazarlo y a hacerlo renacer tantas veces como sean necesarias, un renacimiento por cada cosa bien hecha en este mundo». 

Tras el éxito que tuvo su primera novela, la editorial Tusquets le propuso a Sosa hacer lo que tuviera ganas y ella decidió que quería contar cuentos. «Gracias, Difunta Correa» es el primero de los cuentos de Soy una tonta por quererte. Funciona como una especie de introducción al mundo de Camila Sosa Villada y a su nuevo libro. Narra la peregrinación de sus padres —Don Sosa y La Grace— en un Renault 18 hasta el santuario de la Difunta Correa, una santa pagana. Van a pedirle un milagro: un mejor trabajo para su hija travesti que se fue a estudiar Comunicación Social y Teatro a Córdoba, pero que terminó dedicándose a la prostitución. Este es un cuento con final feliz, porque la escritora —en el cuento y en la vida real— terminó por vivir de su auténtica vocación: «De chica me imaginaba que iba a actuar, que haría teatro, cine, pero no que iba a vivir de esto. Empecé a travestirme a los 16 años en un pueblo de 5000 habitantes. Sé muy bien lo que era ser travesti en un pueblo así hace 20 años. Era doblemente tremendo», confiesa en una entrevista. 

El cuento que le da el nombre al libro trata sobre Billie Holiday. La escritora ya había abordado la figura de Holiday en su faceta como actriz en 2011 con la obra de teatro Llórame un río. Para aquella instancia tuvo que investigar sobre ella. Mientras leía la biografía de la cantante, Lady sings the blues, se enteró de que Holiday tenía dos amigos gays que le pedían ropa prestada para salir a la calle. Así fue que se le ocurrió esa historia. Otro cuento narra la historia de un niño que pasa el tiempo en un barranco junto con su perro para evitar a su padre. Otro relato retrata a un grupo de rugbiers que regatea el precio de una noche de sexo y a cambio recibe su merecido. La protagonista de este relato —que al final se sale con la suya— termina invitando a sus amigas a degustar unos scones caseros cuya receta heredó de sus ancestras. 

«Hay que escribir lo que nos pasó. Hierven los acontecimientos, todos los días nos encontramos con una mala nueva de la naturaleza. Nada es tranquilo aquí. Todo está vivo, todo raspa, muerde o envenena», escribe Camila en el último de los nueve cuentos que integran su nueva obra. 

Por lo general Sosa Villada prefiere leer mujeres. Sus favoritas son Alice Munro, Sharon Olds, Djuna Barnes, Joan Didion, Marguerite Duras. También le gusta Federico García Lorca. De los latinoamericanos sus favoritos son García Márquez y Pedro Lemebel. De sus contemporáneas menciona a Mariana Enríquez. Ama el cine del chileno Pablo Larraín.

En una entrevista para La Tercera, declaró: «El centro de mi literatura soy yo como escritora, la voz que tengo como escritora, algunos pueden decir que es el estilo, la marca de una escritora, de un animal que se sienta a escribir. Cuando me hablan de los márgenes, lo que me sucede es ver que en el otro hay una aceptación de que están en el centro de algo, que están protegidos por un límite, que a veces admite que entren personajes como los de estos cuentos y a veces, no. Para mí, ninguno de esos personajes es marginal. Ninguno. Que hayan silenciados por la literatura, olvidados por los escritores no significa que sean marginales. Hay un montón de gente allá afuera que los reconoce como propios. Lo de los márgenes y la escritura de las travestis me parece que es una reflexión un tanto corta».

SOBRE LA AUTORA

Camila Sosa Villada nació en 1982 en La Falda, Córdoba. Estudió cuatro años de Comunicación Social y otros cuatro de la licenciatura de Teatro en la Universidad Nacional de Córdoba. En 2009 estrenó su primer espectáculo unipersonal, Carnes tolendas, retrato escénico de un travesti. Desde entonces ha actuado en varias series, películas y obras de teatro, propias y ajenas. En 2011 protagonizó la película Mía, de Javier van de Couter. En 2012 actuó en la miniserie La viuda de Rafael. En 2014 hizo en teatro El bello indiferente, de Jean Cocteau. En 2015 hizo Despierta, corazón dormido/Frida, en 2016 Putx madre y en 2017 El cabaret de la Difunta Correa y la miniserie La chica que limpia. Es autora del libro de poemas La novia de Sandro (2015), el ensayo El viaje inútil (2018), las novelas Las malas (2019) y Tesis sobre una domesticación (2019) y el libro de cuentos Soy una tonta por quererte (2022). 

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