Epistemologías
Teoría feminista cyborg para desarmar género, raza y naturaleza
Por Rocío del Pilar Deheza / Martes 12 de setiembre de 2023
La última obra de Donna Haraway en español busca «retrazar las fronteras entre naturaleza y cultura, vislumbrar un orden de relaciones menos hostil y colonial entre personas, animales, tecnología y tierra». Visiones primates (Hekht, 2022), sostiene que la visión de los primates habla de una cierta constitución de lo humano y que la desestabilización es una tarea colectiva.
Por la profundidad de sus propuestas teóricas, elaboradas a lo largo de una vasta trayectoria como profesora universitaria, sumergirse en la obra de Donna Haraway es un desafío. Pero una vez que buceamos en esa profusa creación, es probable que nos atrapen los tentaculares pensamientos que ha desarrollado para articular magníficamente la biología, la filosofía e historia de la ciencia, la tecnología y la teoría feminista. Por eso, no encuentro a alguien mejor que Haraway para inaugurar la colección Tentacular de Hekht Libros con el libro Visiones primates. Género, raza y naturaleza en la ciencia moderna (2022). Se trata de una colección que invita a desplegar un pensamiento que se extiende y pone en contacto narrativas y mundos materiales heterogéneos.
Si bien Visiones primates fue publicado originalmente en el año 1989, no por ello deja de despertar interés y de gozar de actualidad. Tanto para quienes ya fuimos alcanzadas por el pensamiento tentacular de Haraway como para quienes deseen iniciarse en su lectura, la publicación en español de Visiones primates significa un acontecimiento editorial sumamente valioso. La traducción, a cargo de la Colectiva Materia (recomiendo enfáticamente consultar en línea sus Cuadernos Materialistas), merece una mención especial debido al cuidado con el que se optó por incorporar lenguaje inclusivo, o bien por emplear el masculino o el femenino genérico según el caso, todo parte de una búsqueda meticulosa por poner de relieve una política del lenguaje.
En Visiones primates, Haraway realiza un estudio de la antropogénesis, de la constitución de lo humano, como una vía para estudiar la génesis del patriarcado capitalista, blanco y colonial. Para ello, indaga en la historia de distintas disciplinas científicas, pero se enfoca particularmente en la historia de la primatología por varias razones. Primeramente, porque afirma que la primatología, en cuanto ciencia que trata acerca de un orden taxonómico y, por lo tanto, de un orden político, es una teoría política, un discurso sobre el poder con efectos sociales fundamentales, debido a que las narrativas son prácticas materiales. En segundo lugar, porque sostiene que la primatología es un territorio de frontera entre la biología y la antropología y, por ello, está atravesada por uno de los grandes dualismos de la modernidad: el binomio naturaleza/cultura. Y, finalmente, porque Haraway entiende que la primatología es un género dentro de la teoría feminista, al estar atravesada por el otro gran dualismo de la modernidad: el binomio sexo/género.
Desde el comienzo del libro, la autora pone sobre la mesa que en la primatología existieron distintas tendencias que es deseable periodizar. La primatología desarrollada durante el capitalismo monopólico colonial debe diferenciarse de aquella desarrollada después de la Segunda Guerra Mundial, durante los procesos de independencia de las colonias y la Guerra Fría. Como señala Haraway, el conocimiento es históricamente contingente y los objetos naturo-técnicos están en disputa:
Las contingencias históricas del patriarcado capitalista han significado, con crudeza, que la biología puede ser una hija de la guerra y que puede gustarle jugar con pistolas. El conocimiento puede ser una zona militarizada. También puede ser desmilitarizado, pero no de forma automática. La semiosis es la política por otros medios (pág. 177).
Lo más sustancial detrás de la periodización propuesta por Haraway es el llamado de atención sobre las implicancias que tiene en los objetos de conocimiento y en las prácticas científicas el hecho de desarrollarse en un mundo estructurado por la guerra, el capitalismo y la vida social humana dominada por los machos. A modo de ejemplo, la autora trae algunas investigaciones con primates no humanos a partir de las cuales se pretendían construir modelos psicobiológicos con los cuales indagar acerca de lo humano. De este modo, con los primates no humanos machos se buscaron evidencias, a nivel de los mecanismos cerebrales y endócrinos, para sostener que la agresión humana y animal eran homólogas, promoviendo el estudio de la conducta de estos animales en el entendido de que podría dar luz sobre cuestiones como la guerra, la agresión, el estrés, la dominancia y la territorialidad. Mientras tanto, con el estudio de primates no humanos hembras se puso especial énfasis en estudiar el par madre/infante y, de este modo, a través del estudio de la conducta materna, el cuidado adecuado de infantes y la estabilidad de la «familia», se buscó proponer teorías acerca del vínculo madre-hijo y de la estabilidad social.
Estas estructuras de poder, advierte Haraway, posibilitan algunos sentidos y narrativas al mismo tiempo que restringen otros. Para desestabilizar estos campos narrativos no basta con reemplazar relatos machistas por relatos feministas, relatos ideológicos por relatos científicos, o representaciones por verdades. Para desestabilizar un campo narrativo debemos reestructurar todo el campo de relatos posibles, partiendo de comprender que la desestabilización es una tarea colectiva, que se da «en un momento social en que el cambio es posible, en que las personas están generando sentidos diferentes en muchas otras áreas de la vida» (pág. 455).
Tecnología de visualización
A lo largo de Visiones primates, la autora nos ofrece un convite a profundizar en la narrativa científica de la primatología para poner de relieve la cuestión de las fronteras disciplinares y, de este modo, las fronteras de los cuerpos primates humanos y no humanos durante el siglo XX. Por ello, Haraway define este libro como una tecnología de visualización, como una forma de ver ciertas representaciones y no otras en el campo de los estudios primates, lo cual viene a disputar una forma de conocer según la cual el mundo y sus objetos naturo-técnicos son algo construido, no algo dado. Con ese propósito, combina géneros discursivos para jugar con las narrativas científicas y populares de la primatología.
De este modo, Haraway hace visibles y analiza en detalle los relatos científicos del campo primate, tanto en sus publicaciones, congresos, tesis de posgrado, trabajos de campo y trabajos experimentales de laboratorio. Pero también indaga en los relatos populares del campo primate, como ser aquellos documentales, creaciones cinematográficas, imágenes culturales, entre otras producciones elaboradas para que este campo llegue a un público masivo. El doble movimiento entre narrativas científicas y populares en el campo primate permite a Haraway afirmar lo siguiente:
Tanto la epistemología científica de sentido común acerca de una «realidad empírica» que servía como prueba última, como la ideología popular de la representación científica en los especiales de TV se apoyan en el mito de la copia fiel, en la cual la interpretación o la reinvención desaparecen, en la cual la historia y sus complejidades pueden ser finalmente reprimidas. Ni la red internacional de científicxs ni la heroína popular de televisión sugieren una teoría distinta de la representación —la de las prácticas y codificaciones cargadas de poder, negociadas, encarnadas, disputadas y parciales que constituyen el mundo científico, como así también otros mundos [...] (pág. 286).
Esta inmersión en los estudios primates brinda un recorrido por la concurrencia de distintos enfoques teóricos y metodologías de trabajo que formaron parte del desarrollo de la primatología. Para ello, Haraway profundiza en distintos abordajes ontológicos que dan cuenta del pasaje de una narrativa sobre organismos fisiológicos a una narrativa sobre sistemas tecnológico-cibernéticos. Pero lo superador es que Haraway presenta un estudio de los territorios fronterizos entre las ciencias, en el cual nos guiará de manera magistral por los aportes de distintas narrativas científico-técnicas que desde la biología a la antropología física, la psicobiología y la sociobiología y con aportes de la semiótica hasta la ingeniería de comunicaciones, posibilitaron la conformación de una primatología cyborg postorgánica.
Este recorrido por el campo primate también nos guiará por las trayectorias de quienes hicieron aportes sustantivos a su consolidación, es decir, reconocidos primatólogos y primatólogas, blancos, euro-estadounidenses. Pero Haraway no aspira a destacar sus trayectorias, sino que nos introduce en ellas como forma de dar cuenta de una red de personas, linajes académicos e influencias teóricas que se intersectan en el campo primate y en las formas de comprender los dualismos sexo/género y naturaleza/cultura.
La dimensión política
Haraway también pone sobre la mesa los vínculos entre ciencia y política al profundizar en el financiamiento que obtuvo la primatología en distintos momentos históricos y de la mano de distintas instituciones: desde asociaciones filantrópicas nucleadas en torno al Museo Americano de Historia Natural con el objetivo de promover la conservación y la eugenesia, pasando por el financiamiento de la Fundación Rockefeller para impulsar la ingeniería humana, entendida como gerenciamiento del trabajo productivo y reproductivo, de la mano de los laboratorios de experimentación primate, en el contexto del desarrollo capitalista. Desde la fundación de las Naciones Unidas, que al momento de la Declaración Universal de los Derechos Humanos buscó en los hechos científicos de la biología, la antropología y la primatología fundamentos para promover un discurso humanista que cuestionara el racismo, hasta la industria cinematográfica y los especiales televisivos de National Geographic, que desde una narrativa popular difundieron la primatología de campo, principalmente aquella realizada por mujeres blancas euro-estadounidenses, en el contexto de la descolonización y la Guerra Fría.
Si bien este libro dedica el capítulo final a «la política de ser hembra», en la que se presenta a la primatología como una rama de la teoría feminista, las relaciones complejas entre género, clase, raza y colonialidad atraviesan la totalidad del texto. Haraway recoge narrativas científicas y populares en las que la mujer científica, blanca, euro-estadounidense realiza una tarea comunicativa mediadora. Tal tarea es realizada sobre la base de un triple código sobre el cual intervienen el género, la ciencia y la raza, y en el que las mujeres blancas median entre el hombre y el animal en campos históricos cargados de poder. Así, según la propuesta de Haraway, el hombre logra ser emplazado en la naturaleza mediante su emisario, la mujer, y los simios son emplazados en la cultura mediante una emisaria humana. Lean el siguiente pasaje:
La búsqueda «humana» del origen del «hombre» condujo a las mujeres euro-estadounidenses de finales del siglo XX a los jardines selváticos en extinción en el históricamente peligroso momento de la decolonización. El marco científico explícito para sus acciones heroicas era la conservación y la evolución, las disciplinas de la preservación del pasado como augurios del futuro. Allí, la mujer científica dedicó su manual de National Geographic a la tarea de devolver las criaturas violadas, a las que las narraciones occidentales científicas y populares concebían como habitando el umbral entre la naturaleza y la cultura, a su estado salvaje natural. En la encrucijada, tanto ellxs como sus hijxs hablaban con los animales, un acto vedado desde el pecado original, aquel tiempo de los orígenes que precisamente buscaban restaurar y conocer. (pág. 224).
Partiendo del triple código constituido por el género, la ciencia y la raza, la autora invita a problematizar los principales binarismos que establecen jerarquías en la narrativa científica moderna, tales como mente/cuerpo, hombre/mujer, hombre/animal, claro/oscuro. Lo hace en el entendido de que reconstruir las narrativas científicas y populares de la primatología, en las que se producen hechos, técnicas, disciplinas y ficciones sociales sobre la búsqueda del origen del «hombre», constituye una práctica feminista con el potencial de provocar fracturas en la praxis y en los campos de sentido. De esta forma, se promueven nuevos relatos atentos a otras lógicas de poder, deseo y producción de conocimiento en torno a las estructuras políticas y cognitivas particulares de la ciencia, la raza y el género.
A modo de cierre
Finalmente, cabe mencionar que es interesante aproximarnos a este texto sabiendo que Haraway propone también ubicar a la primatología dentro de una narrativa que define con el acrónimo SF. En este campo ubica también a las narrativas de los hechos científicos (scientific facts), los feminismos especulativos (speculative feminisms), la fabulación especulativa (speculative fabulation) y la ciencia ficción (science fiction). Las narrativas SF de Haraway habilitan un giro que desafía la actual narrativa patriarcal, racista, clasista y colonial, por lo que permiten imaginar y construir otros mundos posibles. Al ubicar a la primatología dentro de las narrativas SF, Haraway propone retrazar las fronteras entre naturaleza y cultura, vislumbrar un orden de relaciones menos hostil y colonial entre personas, animales, tecnología y tierra.
Por todo esto, considero que si bien este libro es materia de consulta ineludible para investigadoras e investigadores de distintos campos disciplinares, Visiones primates es, ante todo, materia de disfrute. Por eso invito a su lectura paciente para acercarse a la obra de Haraway, tanto a lectoras y lectores con interés en los cruces disciplinares, que aprecian los relatos sobre la historia de las ciencias, como a quienes deseen problematizar los binomios sexo/género, naturaleza/cultura; y también a aquellas lectoras y lectores que, como Haraway, llevan adelante una labor no solo intelectual en torno al género, la raza y la naturaleza, sino también el activismo.
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